Llevo varios días leyendo y escuchando barbaridades acerca del cierre del Centro Ecuestre de nuestra ciudad. Opinan sin base alguna dejándose llevar por una cifra que aparece que a todos escandaliza... por tener mayor o menor simpatía a su director Javier Pérez o a su familia, juzgan sin saber, sin conocer las gestiones, organización e instalaciones.
Se habla del gasto de ese presupuesto para uso personal, de mil historias que son inciertas y sobre las cuales habría que informarse antes de opinar ya que personalmente pienso que sin escuchar a ambas partes, los juicios que cada uno nos creamos casi siempre son erróneos, no solo en este caso, en cualquiera de los que diariamente nos surgen en nuestra vida.
Yo no soy alumna ni me he montado en un caballo en mi vida excepto para alguna foto, pero mi marido y mi hijo si lo son. Leo que los que montan a caballo en este centro son cuatro “pijos elitistas” lo cual también es incierto, ya que allí hay alumnos de todo tipo. Todos pagamos unas cuotas al ICD con mayor o menor sacrificio para poder practicar un deporte.
Mi familia y yo llegamos aquí hace 3 años, esa afición ya venía con nosotros pero aparte del amor a los caballos y algún otro paseo con ellos la formación era prácticamente inexistente. Cuando llegamos al Centro Ecuestre lo primero que nos llamó la atención fue el ambiente que se respiraba allí. Según pasaba el tiempo e íbamos conociendo más aquello nos enganchó a todos, esas caras de felicidad de esos alumnos con sus monitores, esos niños y mayores preocupados por los caballos, esas horas y horas que altruistamente dedican monitores y alumnos para el cuidado y bienestar de los caballos. Esa dedicación a sus alumnos para que se superen y venzan miedos y se formen para ser buenos jinetes y amazonas. Un ambiente sano en el que nuestros hijos pueden disfrutar del trato con los animales y compartir experiencias únicas. Ese ambiente lo ha creado Javier Pérez junto a su equipo de monitores y trabajadores del Centro Ecuestre. Desde aquí quiero mandar mi felicitación a todos ellos del primero al último por el trato, dedicación y esfuerzo que han realizado. Espero de corazón que lo sigan realizando para inculcar y educar a todos los que allí estamos en el trato con los animales y con las personas que a algunos a veces también nos ha hecho falta. Aquello es una gran familia en la que todos se preocupan por todos, se ayudan, se animan y si hay alguna dificultad entre todos se subsana.
Ahora hay una muy grande y es el cierre de esa gran casa en la que a todos nos gusta estar. Creo que es injusto que cierre sus puertas y que se crucifique a su director y a todo su equipo porque no se lo merecen. Una persona que lleva dedicándose 15 años a que todo esto sea posible y que ha conseguido eso que nosotros sentimos cuando llegamos allí por primera vez no puede ser tan malo como lo pintan. Todo eso que él ha inculcado a sus monitores, a sus trabajadores y a sus alumnos creo que hoy está dando sus frutos viendo como todos se vuelcan en que ese Centro vuelva a abrir sus puertas con su director y su equipo al frente como hasta ahora se ha conocido.
Desde aquí me gustaría invitar a todo el mundo a que antes de hablar nos informemos del problema, que no juzguemos por lo que leemos o escuchamos sin saber si es cierto o no. Que apoyemos un poco a este deporte y a sus aficionados que son muchos desde niños de 4 años hasta adultos padres de familia. Que esas personas y personitas que han hecho de la hípica su estilo de vida puedan seguir disfrutando de ello y siendo guiados por su director y sus monitores. Que no desaparezca por favor.
Por todo esto y por mucho más Centro Ecuestre J.P sí!!