Todo vuelve a la casilla de salida. Desde el 23 de julio de 2023 que fuimos a las urnas ya pasaron 6 meses y 9 días. Después de una sesión de investidura defendida por Feijóo el Congreso no le otorgó la confianza para formar Gobierno.
El equipo de Pedro Sánchez ya se había puesto a trabajan dando por hecho que el Rey lo propondría como nuevo inquilino de la Moncloa. Era vox pópuli y estaba escrito en el guión que así sería. Y así fue, el pleno del Congreso de los Diputados otorgó la confianza al candidato para la presidencia del Gobierno en la primera votación de la sesión de investidura. Pedro Sánchez obtuvo el apoyo de la mayoría absoluta de la Cámara con 179 votos a favor y 171 en contra.
El Partido Popular invocó al transfuguismo de “algunos socialistas buenos”; pero como “todos los socialistas son malos”, cada padre de la patria arropó a su secretario general.
Fueron meses convulsos: reuniones, negociaciones secretas, conciliábulos, negociadores, despachos.
Puigdemont, sentó en Bruselas a los negociadores del PSOE con los que tendría que pactar la investidura de Sánchez frente a la imagen gigantesca de urna del referéndum del 1 de octubre. En ese momento la palabra “amnistía’ dejó de ser tabú aunque se le hizo una cirugía estética de marca mayor.
La cúpula socialista seguro que pidió asesoramiento a la RAE sobre qué términos utilizar para referirse a la amnistía sin mentarla.
Decir lo que uno piensa es complicado y más en política: si el jefe dice que el caballo blanco es negro todos dirán que el caballo es negro, y si dice que el caballo es un gato, todos lo habrán visto maullar.
Lo que no se le puede recriminar al independentismo catalán, sobre todo a Puigdemont y al núcleo duro, es que esconda sus propósitos y que los considere innegociables: amnistía absoluta para todos los implicados en el tema de cualquier manera, referéndum, internalización del conflicto, mediadores internacionales e independencia reconocida por la comunidad. No pretenden ser una matriuska dentro de otra sino que cada matriuska tome caminos diferentes.
Ahora toca negociar. ¿Qué se negocia? ¿ Con quién? ¿Para qué? ¿Qué papel tiene el mediador internacional?
Ahí está la madre del cordero.
Legislar a punta de pistola y tener como socios a diputados que les importa un comino cualquier asunto que no sea este supone un fracaso de antemano.
Terrorismo de alta intensidad, terrorismo de baja intensidad, desligitimación de la separación de poderes, jueces insultados por prevaricadores y practicar el Lawfare: judicialización de la política. La filosofía del Lawfare es que distintos actores sociales, desde el Poder Judicial hasta los medios de comunicación, obran juntos en contra de un espacio político, sea este oficialista u opositor.
Hace unos días el gobierno perdió la votación que marcaba el inicio de la amnistía. Junts pero Cat cerró filas y exigió el blindaje total frente a las acusaciones de terrorismo y el perdón de los delitos de de alta traición o trama rusa. Sánchez, que puede convencer al diablo de que sea bueno, no podría encajar las nuevas peticiones en la Constitución.
Dentro de un mes de nuevo el presidente se someterá a la gota malaya: lento goteo de agua sobre la cabeza o la frente de una víctima inmovilizada, hasta volverla más o menos majara.
Es tan hábil el presidente Sánchez que es capaz de convertirse en ejecutor y dejar reo al mismísimo Puigdemont que utiliza sus marionetas en el congreso.
¿ Estaremos 4 años con el susto en el cuerpo? ¿Nos venderá Ferraz 40 millones de peines a 40 millones de calvos?
Así está el asunto. Nadie dispuesto a bajarse del burro mientras los mediadores internacionales hacen su agosto en esta política bananera en la que ya empezamos a aplatanarnos.
La disciplina del partido es incuestionable, todos esperaran las indicaciones del amador líder para declarar el “sí, boana”. Lo gracioso es que a tanto a unos como a otros les han salido un grano en el culo en forma de criadas respondonas: Felipe, Alfonso, Nicolás (que no se ha enterado de su expulsión del partido) son acusados de viejos pellejos, traidores y vendidos; hace unos dos meses estos degenerados eran voces autorizadas.
¿Nuevas elecciones? ¿Negará Sánchez la defensa del independentismo como Pedro negó a Cristo?
Mientras tanto, la derecha, la derechona y Ayuso se frotan las manos esperando que el león se coma a la gacela y ellos puedan entrar en el banquete.
La derecha siempre unida, la izquierda siempre separada.
Veo al amado líder como consejero de Movistar y alto ejecutivo de Vodafone.
Me ha despertado el Gallo de Morón y me ha parecido verlo sin plumas y cacareando. Los gallos y los gallitos serán devorados por el zorro.
De aquí a tres meses nos vemos en las urnas votando o botando, que cada uno es libre de hacer lo que quiera.