En la vida existen las casualidades. También el azar. Y por supuesto los piques que adoptan formas de peculiares vendettas. Y esto, en el caso de las fuerzas de seguridad, está a la orden del día. Las buenas relaciones, las fotos de amistad o los encuentros a la carta sirven para los mandamases, pero a pie de campo la cosa cambia y los malestares terminan saliendo a la luz. ¿Y a qué viene todo esto? Pues viene a que las coincidencias han salpicado, recientemente, las relaciones entre Benemérita y Policía del Puerto. Otros van más allá y en vez de coincidencias hablan, abiertamente, de venganza. Pero empecemos por el principio. Y ese principio hay que buscarlo en el viernes pasado, cuando la Guardia Civil es requerida para que acuda al puerto pesquero porque hay una serie de vehículos que no pueden estar allí estacionados. Consta en los informes hechos por el Instituto Armado que esta fuerza de seguridad actúa a requerimiento del Puerto, ya que, en pleno preludio de las fiestas patronales, solo podían estacionar los vehículos con la autorización de la Autoridad. ¿Cómo se saldó la jornada? Con varias multas, con decenas de usuarios de la Cofradía de Pescadores molestos y con un parte del Cuerpo en el que se hacía mención a la falta de vigilancia prestada por dos guardamuelles que tenían que haber velado, en ese momento, porque nada sucediera. La zona portuaria es competencia de esta Policía, pero curiosamente tuvieron que intervenir patrullas del Instituto Armado, dejándose constancia de la situación.
Ese parte sentó como un jarro de agua fría entre los guardamuelles, cuya labor quedó puesta en evidencia. ¿Hay segunda parte de la historia? Evidentemente. Días después, dos vehículos de la Benemérita son multados por la Policía del Puerto por estar mal estacionados. ¿Estaban como siempre? Sí, pero, curiosamente, a ojos de una Policía portuaria enojada, la irregularidad era manifiesta. Cada cual que saque sus propias conclusiones de situaciones como ésta, que mientras en las sobremesas Torrado y González Pérez muestran sus buenas relaciones casi de hermanos, a pie da calle tienen a sus hombres revolucionados. Unos por reflejar en los partes lo que, a tenor de las consecuencias, no deberían reflejar. Y otros porque se han dado cuenta, ahora, de lo mal que aparca la Guardia Civil. Ver para creer.