Los autodenominados “Caballas” –como si los demás no lo fuéramos- han iniciado una campaña relacionada con esa especie de aspiración utópica llamada “naviera municipal”. Que hay que ponerla como sea; que el Ayuntamiento actual no hace nada al respecto; que ahí está la solución de nuestros males, etc. Aparte de salir en los medios, persiguen la creación, por parte de la Ciudad Autónoma, de una empresa naviera cuyas precios tengan el carácter de “políticos”, es decir, eliminando cualquier tipo de margen de beneficios, y si hay pérdidas (mucho más que probables) que se cubran mediante aportaciones del Presupuesto anual de la Corporación.
Prescindiendo de la tan intencionada como falsa supuesta inacción por parte del actual equipo de Gobierno, que ha presentado y apoyado diversas denuncias ante el Servicio de Defensa de la Competencia, algunas de las cuales supusieron graves sanciones pecuniarias a navieras que operan en la línea entre que une Ceuta y Algeciras, la realidad normativa nos conduce inexorablemente hacia las normas, reglamentos, libros blancos y directivas aprobadas por la Unión Europea respecto de la prestación de servicios marítimos dentro de los Estados miembros, es decir, el cabotaje.
Basta con leer el Reglamento (CEE) nº 3577/92 del Consejo, de 7 de diciembre, para comprobar que declara la libre prestación de servicios de transporte marítimo de cabotaje dentro de un Estado miembro, con diferentes plazos de entrada en vigor. Dicha vigencia, para los servicios relativos a Canarias, Azores, Madeira, Ceuta y Melilla, se produjo el día 1 de enero de 1999, y si hay contrato de servicio público –como sucede en este caso respecto de Acciona-Trasmediterránea- ha de referirse a los puertos afectados, la regularidad, la continuidad, la capacidad de prestación del servicio y la tripulación del buque.
A nadie se le oculta que la empresa que se adjudicó el contrato en concurso tiene obligaciones especiales –determinados pasajes y cargas, buque para días de temporal, pernoctación en Ceuta de uno de sus barcos, transporte del correo...-.
La libertad de prestación de servicios de cabotaje concretada en las normas comunitarias responde plenamente a los postulados que informaron la creación de la actual Unión Europea: economía de mercado, libre competencia y libre circulación de servicios, principios básicos aplicables al caso que no permiten de ningún modo la irrupción de una naviera sin ánimo de lucro (la obtención de beneficios lícitos por parte de las empresas es un elemento esencial en la economía de mercado) sino además creada con la idea de que sus pérdidas fuesen cubiertas con cargo al Presupuesto de una administración pública.
Ante la apreciación de que la naviera municipal sería sin duda deficitaria, uno de los portavoces de “Caballas” ha objetado que eso es lo normal, porque también lo son las demás sociedades de la Ciudad, que se nutren esencialmente del Presupuesto. Lo que sucede es que mientras dichas sociedades no intervienen para nada en el libre mercado, ni hacen la competencia a ninguna empresa privada, la tan cacareada naviera municipal sí entraría de lleno a competir con las demás, prevaliéndose –para mayor inri- de su más que segura posibilidad de cubrir pérdidas con cargo al erario público, dado el muy elevado coste que supondría el fletamento de al menos dos buques, así como los gastos de mantenimiento, tarifas portuarias, tripulación y combustible.
En definitiva, que los organismos comunitarios y nacionales encargados de velar por la libre competencia pondrían el grito en el cielo ante tamaño ataque a sus reglas básicas, y la añorada presunta naviera sería eliminada de un plumazo del mercado, recayendo, por añadidura, severísimas sanciones sobre la Ciudad Autónoma de Ceuta
Nos podremos sentar con las empresas marítimas que operan en la línea y podremos debatir con ellas sobre tarifas y rotaciones, con la finalidad de lograr lo mejor para los ceutíes y la economía local, pero lo que jamás nos sería permitido sería la puesta en funcionamiento, con los evidentes propósitos que preconizan quienes la reclaman, de esa utópica naviera municipal
Y es que estamos en la Unión Europea, aunque algunos parezcan ignorarlo.