Sí, sí es un recuerdo a Eugenio, aquél de barba y gafas oscurecidas, cigarro eterno y cubata a dos bandas. Pero no va de chistes complacientes, sino de la vida misma, tan real y verídico como lo que nos transmitía el inolvidable Paco Gandía. Y ocurre en esta Melilla nuestra, la de los diez mil parados, desempleados, desesperanzados, personas con sus proyectos de vida inmersas en toda una carrera de obstáculos, protagonistas directos del lindar de la vejación y pobreza. Los tenemos aquí, solo hay que mirarlos a los ojos directamente aunque su dignidad les haga a veces esquivar la mirada ante tanta incomprensión y dejar pasar el tren que se les escapa sin retorno, viajando otros en primera especial y a todo trapo. Solidaridad, solitaria palabra, soledad sin sosiego, solo me quedo ¿confiando en qué y cuándo?.
Ese contraste en la Avenida donde en las puertas de los Bancos, esparcidos, visualizas miseria, desvalidos, pedigüeños agraciados por la gracia limosnera de algún caritativo. ¿No es corregible esa imagen y subsanable en parte esa situación?. Pues va a más y lo malo es que se hace hasta familiar formando parte del paisaje humano, pura hipocresía y dejadez, los parias del sistema, la justificación de la beneficencia, para algunos el salvaconducto para alcanzar no sé que espirituales causas a la diestra del divino.
Y que me dicen de los agentes de movilidad con capacidad sancionadora, ¡bravo Miguel Ángel!, sin legalidad que los ampare. ¿ Acaso no lo saben los responsables políticos de la Ciudad?. Esperpéntico, único, cuando si que podrían asumir una labor informativa, mediadora, cívica, en esta alianza de voluntades.
El colmo de los colmos que descubro es lo del arroz de levante cocinado por no autóctonos, desprecio total a la sapiencia culinaria local. Luego dirán que es cosa de protocolo, sí, y de postre, un polo. Así se justifican las suntuosidades y políticas de austeridad náuticas, con simplemente 100 milloncejos de los de antes, pecata minuta en nuestras arcas nada maltrechas según Frías, Don Guillermo, que de eso entiende mucho claro, y yo me lo creo. Todo sea por la imagen proyectada de Melilla a caballo de treinta motos acuáticas, incluido el suculento lunch marinocerealístico del Melilla Puerto.
Lo de las facturas impagadas tiempo arcano, vía crédito extrajudicial, me parece de libro Guinness y digna de casuística a exportar. ¡Qué eficientes los de Europa Press, que espera, parsimonia, sosiego de impagados, serviciales y generosos!. Cobraron tarde pero nada mal en procedimiento al menos anómalo, irregular, reconocido por el talante barkanizado local, hecho que le honra y alas a la sinceridad irrebatible.
Las perspectivas económicas 2.011 según nuestro Gobierno local son pesimistas. Con esa, Don Daniel estamos. A apretarse el cinturón todos y a asumir los recortes desde los fondos propios, con visión de que es lo más prioritario, si el dispendio y la relación o los menores, vivienda y repartir a los más desasistidos.
Supongo que lo sabían pero mi inmodestia me pudo y lo he vestido de Agosto, un agosto que podrían haber recibido miles de melillenses repartiendo los 600.000 euracos entre tantas familias tocadas, excelentes administradoras del valor de poseer poco . Unos cuantos arroces barrioperiféricos habrían sucumbido ante el sentido nada carpantino de nuestros ciudadanos. ¡Que siga brillando el sol también en Levante que tengo raíces en Crevillent y, no se me enfade nadie en el fondo y en la forma de este texto gallardo, puede que hasta graciable o sinceramente cojonero!. Aristas del lenguaje y sutileza sin vileza al menos, consciente de ello.
Por cierto y en las acaballas, los pinchos son, se quiera o no, multiculturales y ancestralmente nuestros. Con ellos también se puede y debe hacer patria chica.