Por Dios, que nadie se moleste por el título del artículo. No trato de ser irrespetuoso con la Madre de Dios, nada más lejos de mi intención. Muchas personas conocen mi profunda devoción mariana, que se ha plasmado reiteradas veces contribuyendo con mis imágenes de la Reina de la Paz en distintos rosarios de la aurora celebrados en la ermita de San Antonio y sobre todo en la parroquia del valle.
El pasado 17 de diciembre fue bendecida por usted Padre Cristóbal, en San Antonio, una nueva imagen mariana con el nombre de la Reina del Hacho con poca publicidad, y muchas preguntas “crucificadas” en el aire, que usted padre debería contestar, algunas ante el hombre y todas ante Dios. Para empezar, ¿a quién y por qué dirigía usted su mirada de forma constante, exclusiva e incisiva en la posterior presentación de la imagen? A algunos de los asistentes, les pareció similar a la hierática mirada de la esfinge de Tebas antes de devorar a sus víctimas. En este artículo quiero exponer, desde mi modesto entender, solo algunas de las posibles razones ocultas por las cuales esta curiosa imagen procedente del olvido de Tánger, podría haber llegado a este lugar. Pretendo que el texto forme parte de la historia de nuestra ciudad en lo que a la nueva imagen se refiere. Ese es el origen de este artículo. El título solo busca un simple juego de palabras donde la semántica se apoye en la historia más reciente.
La palabra “Hacho” significa un sitio elevado cerca de la costa, y podría ser un nombre digno para una reina, que desde lo alto debería alumbrarnos a todos con su faro de luz eterna, y a algunos sus lóbregas tinieblas de la iniquidad encubierta. El término hacho describe perfectamente la vertiente geográfica de la nueva imagen de María, pero su femenino “hacha” podría hacer referencia a sus posibles connotaciones mediáticas más inmediatas. En nuestro rico vocabulario, es frecuente que las palabras puedan tener distintos significados, derivados de sus diferentes utilidades. El hacha es un ejemplo de ello. Su uso típico es cortar leña y talar árboles, pero también en el pasado se usó como arma para la caza y guerra. Voy a utilizar el primer significado del hacha para “talar algunos árboles” que, probablemente a nuestros lectores, les impidan ver el bosque de San Antonio. Es probable que durante el artículo, y una vez cortados algunos leños, no todos, descubramos quien podría utilizar el hacha con un sentido más belicoso. Lo mismo que le ocurre al hacha, una imagen de la Virgen María, a pesar de su teórico significado unívoco, puede ser empleada, con argumentos ajenos a la semántica, para hacer deliberadamente daño al prójimo. Me consta que usted, padre Cristóbal, lleva tiempo buscando nuevas imágenes marianas para su feligresía, tanto en la parroquia del valle como en la ermita de San Antonio. Y en su corto magisterio en Ceuta ya ha “encontrado” dos. Lo que nunca han conseguido ninguno de sus predecesores ¿Por qué? ¿Casualidad? ¿Es usted el más mariano de todos? “No todo el monte es orégano”, y el Hacho no iba a ser una excepción. Parece ser que la imagen de la Virgen que su antecesor, el padre Pedro Durán, había colocado allí, a la izquierda del santo, no era de su agrado. Probablemente porque no había sido diseñada para procesionar en rosarios de la aurora que solían organizar la hermandad del santo con imágenes marianas de mi familia. ¿Dónde está esa imagen que puso Pedro? ¿Por qué no está ahora allí?
Es de dominio público, que usted, padre Cristóbal, desde que desembarcó en Ceuta en el verano de 2009, había participado activamente en tres rosarios de la aurora consecutivos. Dos celebrados en mayo y octubre del 2010 en la parroquia del valle (este último organizado por el Consejo de Hermandades), y otro en mayo del mismo año en la ermita de San Antonio respectivamente, con imágenes marianas de mi familia. Pero de pronto, lo que antes el Padre Pedro había instaurado, y el obispado permitido, usted, su sucesor, lo prohíbe. Lo que antaño estaba bien visto por todos, solo usted descubre, en su privilegiado intelecto cognitivo, que es un grave “error” de su predecesor. ¿Por qué? ¿Por el mero hecho de ser una imagen particular ajena a la Iglesia? ¿Por qué utiliza argumentos discriminatorios que no están basados en la legislación canónica vigente? ¿Qué opinaría usted de alguien que me dice “este año (2011) saldrá la Virgen de tu hijo Jaime como un favor especial, pero para años venideros, si quieres que salga vuestra Reina de la Paz en Rosario de la aurora organizado por la cofradía de San Antonio desde la ermita tienes que donar para siempre esa imagen a la Iglesia”? ¿Qué opina usted del talante cristiano de esa sugerida “donación altruista”? ¿Y si además me lo pide apuntillando que, no sería de palabra, sino mediante documentos firmados por ambas partes de entrega mediante cesión definitiva, y siempre en el marco del derecho contractual? ¿Qué opinaría usted de un cristiano que se comporta privadamente así? ¿No cree usted que es para quedarse de piedra, para quedarse sin palabras, para no saber qué contestar? ¿No cree usted padre Cristóbal que son actitudes y conductas difíciles de entender en un contexto eclesiástico enmarcado en la doctrina del mesías que debería haber nacido en el interior de nuestros corazones? Todo ello puede resultar más agravante ante los ojos de Dios, si quien me la pide sabe con seguridad la finalidad de la imagen; un sorpresivo regalo familiar a un niño con motivo de su primera comunión. Desde ese mezquino mes mayo de 2011, pienso que usted siempre ha tratado de conseguir, a toda costa, otras imágenes que puedan sustituir la de mi hijo, de “reconquistar” el terreno perdido en el valle y en la montaña.
Su actitud “beligerante” hacia esta Virgen de la Paz, se manifiesta de inmediato. Pocos días después, cuando llega a su conocimiento que el programa cofrade Haciendo Hermandad pretendía grabar la nueva talla en la ermita del santo, usted reacciona ordenando el traslado inmediato de la imagen fuera del recinto. En ese momento la Virgen estaba en una pequeña habitación de la casa de Hermandad de la cofradía de San Antonio, por deseo expreso de usted, que se negaba a que, en ningún momento, ni si quiera durante la bendición, estuviese en el interior, junto al santo. Aunque en un principio, usted se negaba a la grabación, luego viendo que eso ya no era posible por los compromisos adquiridos con el programa, por orden suya, la imagen de la Reina de la Paz fue filmada en los exteriores de la ermita. Su único argumento era que esta imagen –por no ser propiedad de la iglesia– nadie debía verla ni en la casa de hermandad, ni mucho menos en el interior, junto al santo. ¿Cómo definiría usted esta actitud?
Usted no asistió deliberadamente al tradicional rosario de la aurora organizado por la cofradía de San Antonio el sábado 28 mayo de 2011 con esta familiar imagen mariana. Sin embargo, usted si presidió, al día siguiente, el domingo 29 de Mayo, el rosario de la aurora de su parroquia del valle. ¿Por qué? Parece que allí, usted ya había conseguido parcialmente su primer objetivo “militar”, sustituyendo la nuestra por una pesada talla de la Virgen de Lourdes para el rosario de la aurora de dicha parroquia. Esta imagen, de pesada piedra maciza y lamentable estado de conservación, no había sido diseñada para procesionar, solo para altar y culto. Su enorme peso, produjo una gran incomodidad a los parroquianos que la portaron a hombros. Pero eso no importaba. El fin justificaba los medios ¿no cree usted Padre? Había conseguido romper la supuesta tradición de nuestra imagen mariana familiar en los rosarios de la Aurora de la parroquia desde el año 2006. Sin embargo, para futuros eventos, usted busca una imagen mariana más ligera y adecuada. Conociendo los poderes fácticos de algunos miembros de la Iglesia, no sería de extrañar que se divulgara entre los feligreses de su parroquia la “imperiosa” necesidad de adquirir una nueva imagen. En la historia de los más antiguos del lugar, nunca nadie había regalado a ningún párroco de la iglesia del Valle, una imagen de la Virgen María para estos menesteres. Y mucho menos de coste, y tamaño suficiente para poder procesionar en rosario de la aurora. Sin embargo, usted, padre Cristóbal consigue una imagen de la Virgen Milagrosa, regalo “expreso” de unos feligreses de la parroquia, para así utilizarla en los próximos años en estos eventos. De esta forma tan “elegante y cristiana”, consigue definitivamente su primer gran objetivo “militar”; que nunca más la Virgen particular de un niño vuelva a salir de “su” parroquia en futuros rosarios en la aurora. Impone su “ley marcial” en el primer territorio conquistado al “enemigo”, incluso cuando usted ya no esté de párroco en la misma. Me resulta, al menos curioso y coincidente que, en este contexto temporal, cuando usted necesita urgentemente una imagen mariana de esas características para conseguir sus propósitos, alguien de motu propio le haga esa donación costeándola de su bolsillo (por cierto de precio bastante gravoso), sobre todo si atendemos a los referentes antes relatados. Lo cierto es que usted se sale con la suya, colocando su primera imagen mariana en el valle. Las pregunta son obvias ¿Por qué lo hace? ¿Qué nombre se le puede dar a esta actitud? ¿Dónde está escrito ese “inconfesable pecado” cuando una imagen de la Madre de Dios propiedad de una familia cristiana es cedida con el corazón para rezar todos juntos durante unas horas en un puntal rosario de la aurora como siempre se realizaba en su feligresía por iniciativa de su predecesor el padre Pedro Durán?
Me resulta increíble todo lo que parece que puede llegar a hacer un ministro de la iglesia en contra de una Virgen, cuyo único “gran pecado” es no ser propiedad eclesiástica. No vayan ustedes a interpretar que mi artículo es una rabieta infantil llena de celos por la llegada de la nueva imagen. Nada más lejos de la realidad, ha llovido mucho desde entonces, y dadas las circunstancias anteriormente descritas, pueden ustedes imaginar que, sería el último lugar a donde llevaría de nuevo nuestra imagen. Solo me molesta la forma en la que se ha hecho, y usted Padre, lo sabe. En este sentido, me consuelan profundamente las palabras que Jesús dijo a sus discípulos: «No den las cosas sagradas a los perros ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan hacia ustedes para destrozarlos» Mateo 7; 6-12, 14. En ellas, Jesús utiliza esta metáfora nunca para insultar a nadie, sino para referirse a los que no actúan de acuerdo a su mensaje. Pero a pesar de todo, no por eso los odia, ni los desprecia. En el texto solo se indica cómo se ven ellos mismos “por dentro” ante los ojos de Dios. En este caso, por su actitud de desprecio público e ignominia ante una preciosa imagen de la Madre de Dios, cuyo único “mal” es no ser propiedad inventariable de la iglesia. El gran pecado de esta imagen “proscrita” es ser un regalo de primera comunión de un niño. Dios ha permitido que usted, Padre Cristóbal, haya sido libre para cambiar radicalmente de opinión, y de tomar esa actitud discriminatoria. También ha sido libre para hacer caso omiso a otros fieles que intentaron convencerlo de la irrelevancia y trivialidad de la naturaleza patrimonial de la imagen como impedimento para que pueda participar en estos actos. Parece que usted, padre Cristóbal ha olvidado de pronto que, estos eventos marianos no entienden del corporativismo púrpura y mucho menos de "propiedades". Debe usted saber, que todos rezamos a la misma y única Virgen María, que no tiene dueño terrenal, que nunca es propiedad material de nadie, pero que espiritualmente nos pertenece a todos los cristianos, sus hijos. Lo único que mi familia ha pretendido en los numerosos rosarios de la aurora donde han participado nuestras imágenes de la Virgen (con y sin usted, antes y durante su apostolado) es aportar nuestro pequeño tesoro material y sobre todo espiritual, para rezar todos juntos a la Madre de Dios, compartiéndolo con los demás en una hora de marcada convivencia cristiana. Sin embargo, de alguna forma, Jesús nos alerta en el texto de Mateo, para que no perdamos nuestro tiempo y esfuerzo con personas que probablemente no merecen la pena. Con aquellas que, de alguna forma, no siempre quieren entender su mensaje cristiano, no por ignorancia, sino quizás por la soberbia y la envidia generada de no poder controlar, en aquel momento, todas las variables del evento. Se percibe, una actitud prepotente, de aquel que quiso prohibir ese acto en mayo del 2011, y no pudo. Ahora ya ha conseguido usted su segundo objetivo “militar”, ha reconquistado el monte perdido con una imagen procesionable propiedad de la Iglesia. Felicidades Padre Cristóbal, ya puede descansar en Paz.
Pasará usted, sin duda, a la historia caballa como el único cura que ha introducido, en tan poco tiempo, dos imágenes de María en su feligresía. Pero ¿podrá usted ponerse ante Dios estas dos medallas marianas de 12 estrellas? ¿No cree usted padre Cristóbal que todo se ha gestado con la semilla de la envidia, abonada por una soberbia iconoclasta paradójicamente escudada en las nuevas imágenes por usted conseguidas?
A estas alturas del artículo, y después de la “tala” de algunos árboles permitidos, no todos, ustedes ya pueden percibir la cara oculta de la luna, que ya parece vislumbrarse desde la terraza del Hacho. A mí me resulta evidente cual es la “otra finalidad” de la nueva imagen mariana que, parecía que había llegado “casualmente” a la ermita. Pienso que los hechos acontecidos son un claro ejemplo de cómo un icono de la virgen puede ser también utilizado con otra finalidad muy distinta al culto. Después de todo lo relatado y argumentado, me da la sensación Padre Cristóbal que está usted utilizando esta nueva imagen, como ya lo hizo con la nuestra, como un “hacha” de laceración hacia una familia cristiana, antes asidua de su parroquia. La Madre del Hacho, sin quererlo, está siendo “manipulada” por su conciencia como una afilada hacha de guerra, para cortar definitivamente, y de un solo tajo, el cordón umbilical que une uncionalmente a la Virgen de mi hijo con nuestro querido santo. Creo que se trata de una forma sibilina de “castigar” nuestro grave “pecado familiar”, al ceder con ilusión y devoción, nuestro patrimonio material y espiritual. Pero sobre todo, una señal de su todopoderosa “supremacía militar” ante nuestra resistencia activa a su absurda doctrina contraria al derecho canónico. Creo padre Cristóbal que, en este contexto, usted siempre ha utilizado el “hacha” como un instrumento de caza, o lo que es peor, como un arma guerra, que ha reconquistado los territorios perdidos. Yo, en cambio, la seguiré utilizando para descubrir lo que la maleza oculta, tanto en el valle como en el monte Hacho. Y eso usted, esta vez, no podrá impedirlo, ni con todos los “ejércitos terrenales”.
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