Que las veleidades xenofóbas se curan viajando cae dentro del campo de la llamada falacia ad populum: es decir, cuando se argumenta que como la mayoría de la gente está de acuerdo con una idea entonces ésta es cierta. Esta es otra patraña que los proinmigracionistas han sacado a pasear para justificar esta inmigración masiva a Europa. Pero ya que no podemos viajar físicamente, lo que sí podemos hacer en estos días tan convulsos es hacer un viaje virtual a través de Internet por algún país europeo que soporte y sufra esta masiva inmigración para ver qué tal le va. Por ser sueca la controvertida comisaria europea Cecilia Malmström, me he decidido por Suecia.
Hete aquí que tuve la suerte de toparme con DI, un periódico digital, cuyos dos editores, la sueca Ingrid Carlqvist y el danés Lars Hedeggard, fueron despedidos de sus respectivos diarios de papel porque sus opiniones sobre la inmigración masiva (especialmente la islámica) a los países escandinavos no se ajustaban al patrón políticamente correcto imperante en estos tiempos. Como se ve, esta enfermedad del pensamiento, esta autocensura, esta planta venenosa, ha arraigado en los lugares más insospechados. Quién lo iba a decir en la liberal por antonomasia Suecia. El país idealizado por los españolitos de los 60 y 70, e inmortalizado en las películas de suecas del llorado y recordado Alfredo Landa. Es que no somos nadie. Nuestro gozo en un pozo. Allí, en el país liberal por excelencia, la mayoría de la prensa de papel está vendida al sistema, como en cualquier otro país europeo, incluida España. No sólo la mayoría de la prensa de papel, sino, también, las instituciones. Tiempos extraños estos los que nos han tocado vivir.
Pues bien. Se me presentaba una ocasión de oro para saber más sobre Cecilia Malmström: preguntar por ella a la periodista sueca Ingrid Carlqvist. Pude hacerme con su correo y ni corto ni perezoso le envié uno en el que, presentaciones aparte y demás cortesías propias de la ocasión, le pregunté su opinión sobre la tal Cecilia Malmström. Su respuesta no pudo ser más taxativa y clara: “She is EU crazy and immigrant crazy”. Lo que en nuestro idioma vendría a ser que Cecilia es una entusiasta furibunda de la Unión Europea y de los inmigrantes. Y añadió que Cecilia Malmströn quiere que cada país de la UE llegue a ser de una inmigración tan disparatada como es Suecia. Con dos frases Ingrid Carlqvist ha descrito los deseos inmigracionistas y multiculturales de la tal Malmström. De ahí podríamos colegir su duro e inflexible comportamiento con España y la Guardia Civil en los desgraciados acontecimientos del 6 de febrero. Así que la comisaria Cecilia Malmström se nos ha revelado como una fanática furibunda de la masiva inmigración a cada país de la UE. Ahora ya entendemos todo. Ahora entendemos la calaña de políticos que alberga la Unión Europea. Un verdadero nido de multiculturalistas, filosionistas y filomasones. Apañados vamos con esta caterva de traidores a sus países y al trimilenario espíritu europeo.
Una vez metido en harina quise saber más, por otras vías, del talante y de las amistades de la señora Cecilia Malmströn. Así que navegando pude hallar cosas interesantes sobre ella y sus alrededores. Resulta que los vividores de la UE están preocupados por las noticias que les llegan del avance de los llamados partidos euroescépticos, patrióticos o nacionalistas y que la UE los considera de matiz xenófobo o extremista. Para contrarrestar la amenaza que para la inefable y ubicua Cecilia Malmström suponen esos partidos patrióticos o nacionalistas y evitar que se infiltren en el Parlamento Europeo en las próximas elecciones de mayo, la citada comisaria europea ha anunciado una serie de recomendaciones e insta a que los Estados de la UE la pongan en práctica de manera inmediata. Para ello figura un fondo de 20 millones de euros para establecer “un centro europeo del conocimiento, así como el establecimiento de estrategias nacionales y programas sobre la radicalización”, con el objetivo de que los europeos abandonen lo que ella considera “grupos extremistas”. Las directrices de las que habla Malmström emanan de la comisión de Libertades Civiles del Parlamento Europeo, comisión controlada casualmente por la izquierda multicultural. Lo increíble es que Cecilia Malmström relaciona los grupos de “extrema derecha” con la amenaza del radicalismo islámico. Pero pasa por alto, como bien dice el digital AD, que el radicalismo islámico en Europa ha sido la consecuencia de la política de “fronteras abiertas” promovida por los partidos tradicionales, siempre favorables a la presencia de inmigrantes islámicos en los países europeos.
El colmo es que Malmström propone asimismo un control de las redes sociales y hasta de los chats para evitar que se difundan ideas contrarias a la reversión étnica y cultural que sufre Europa. Tal vez la señora Malmström obvie que el ascenso de esos partidos que ella llama de “extrema derecha” pudiera ser debido a la inmigración masiva que ella y sus secuaces de la UE han hecho posible que se instale en los países europeos. Ya se sabe: acción-reacción. A este respecto, es inaudito que se nos quiera imponer normas que recorten nuestras libertades, volviendo a los tiempos de considerar a los ciudadanos como menores de edad y que necesitemos de tutores que nos orienten en la dirección adecuada de las decisiones que podamos tomar. La UE no deja de ser otra dictadura disimulada con maquillaje democrático. Es un instrumento totalitario que persigue el cambio demográfico en Europa. Quién nos iba a decir que íbamos a volver a los viejos tiempos del comunismo puro y duro. Para este viaje no necesitábamos tantas alforjas. Compañero de viaje de Cecilia Malmström, en orden a cercenar las libertades de los europeos, es el llamado Peter Sutherland, judío, que, entre otros cargos, es Jefe de Asuntos Migratorios de la ONU y miembro del tenebroso y sospechoso grupo Bilderberg. Este individuo declaró que “EU should undermine national homogeneity”, es decir, que la UE debería socavar la homogeneidad de sus Estados miembros. Al menos, ya sabemos quiénes están detrás de esta locura.