Categorías: Sucesos y Seguridad

¿Por qué se blindó la entrada a Urgencias?

{jaimage crop="BC" /}Cuatro y cuarto de la tarde. Las sirenas de los vehículos de la Policía Local zumbaban en la Avenida Martínez Catena en dirección al Hospital Universitario. Unos minutos antes un padre de familia había caído abatido por las balas en la barriada del Príncipe Alfonso. La Policía Local acudía a toda velocidad, porque alguien había avisado de que estaban lanzando piedras contra los miembros de las Fuerzas de Seguridad que estaban a las puertas del urgencia. Mentira. Nada de nada. El comportamiento de las personas que acudían al centro hospitalario fue ejemplar en todo momento. Lamento y dolor eran lo único reseñable y  una rabia contenida porque como decían muchos, era algo que venían advirtiendo que iba a suceder.
La Policía Local procedió a cortar las entradas al servicio de Urgencia, mientras que algunos de sus agentes se acercaron para hablar con los miembros del Cuerpo Nacional de Policía que eran los primeros que habían llegado. Allí un todo terreno Cherokee color azul era el único que estaba aparcado casi en las puertas de urgencia.
Al lado mismo unas chanclas que lo mismo pertenecían a Karim, el joven abatido por las balas de esos pistoleros. En uno de los laterales, en la puerta trasera izquierda, detrás del conductor un impacto de bala. Pero no era un impacto de una bala normal. ¿Qué armas tendrán en su poder estos hijos de mala madre que están sembrando el terror en esta barriada del Príncipe?.
La puerta de Urgencias por donde entran directamente los enfermos a los boxes estaba bloqueada por los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Si alguien podía saltar el primer control, lo cual ya era difícil, nada más atravesar las dos puertas automáticas, dos vigilantes de seguridad del hospital.
A las cinco menos cuarto, aproximadamente, algunos agentes del Cuerpo Nacional de Policía que se encontraban en urgencias deciden subir a la barriada para bloquear los accesos y preparar el terreno para la llegada de los agentes de la Científica.
Ya había pasado más de una hora y cuarto desde que el joven había sido abatido por los tiros. La Policía Local se pone a su servicio y les indican que ellos van a bloquear el paso en determinadas rotondas para que el trabajo sea más tranquilo.
Como detalle, indicar como uno de los agentes de la Policía Nacional debió reprender a un compañero suyo, con caso de antidisturbios y una escopeta de las utilizadas para el lanzamiento de pelotas de goma. Estaba exhibiéndose en pleno cogollo de llantos y de dolor por parte de amigos y familiares. Le recomendó que se retirara y en pocos minutos desapareció de la circulación.
Alrededor de las cinco llegaron los primeros agentes de la Guardia Civil. De todos los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, quienes desplazaron a mandos hasta el hospital fue la Benemérita. Aparte de una alférez llegó incluso un capitán que nada más llegar estuvo hablando con sus subordinados y pasó al interior del centro por espacio de unos minutos. Al salir una conversación rápida con sus agentes y abandonó el lugar.
Como anécdota señalar que de pronto llega hasta la puerta de Urgencia un señor mayor, de unos cincuenta años, con una barba poblada, a bordo de un todo terreno. La primera reacción tanto de Policía Nacional como de Guardia Civil al verle frenar el coche era que allí no podía parar. No dejaban explicarse al hombre, hasta que les dijo que le enviaban los agentes del Cuerpo Nacional de Policía que habían acordonado el Príncipe para ver si tenían alguna cinta que les permitiera realizar mejor el servicio. Se la buscaron, se la dieron y él mismo se encargó de llevarla hasta la barriada, de manera que pudieran cercar bien las zonas de las pruebas.
Los minutos seguían y seguían pasando a la espera de la llegada del juez y del forense para que se procediera al levantamiento del cadáver. En las puertas, rabia y dolor, mucha rabia y mucho dolor, pero un comportamiento verdaderamente ejemplar.
Pero éso ya era otra historia que deberá tener un final cuando la Policía logre detener a los culpables de la muerte de Karim, ese padre de familia que lo único que pretendía era cambiar dinero para llevar a su hija al cine.

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