El 19 de septiembre de 2023 la Guardia Civil de Ceuta recuperaba el cadáver de un joven en la playa de la Ribera. Vestía una camiseta del Chelsea, bañador y aletas. Su identificación resultó imposible en aquel momento.
Pocos días después, fue enterrado en la tumba 4857 con la etiqueta judicial de “varón, sin identificar”. Sospechas sobre quién era hubo muchas, sobre todo por la desaparición en esa misma fecha de un chico de Rincón que, entre las recientes fotografías que se había sacado, aparecía en una con la camiseta del mismo equipo de fútbol que este cuerpo.
Hoy, un año después, ese invisible tiene una identidad. Y eso ha sido gracias a las gestiones del Laboratorio de Criminalística de la Policía Judicial de la Guardia Civil y el funcionamiento de los protocolos para identificar a fallecidos.
Gracias a las pruebas de ADN se ha conseguido saber quién era ese joven. Se llamaba Bilal y tenía solo 17 años. Vecino de Rincón de M’diq (Marruecos), ahora su familia sabe el destino final que tuvo su hijo y cierra el capítulo de ese mar de dudas que marca a cuantiosas familias que nunca saben dónde terminaron sus seres queridos.
La labor de estos agentes es fundamental, tanto como que los protocolos funcionen, que la información llegue vía Interpol a los países en los que se centra la búsqueda y que las familias denuncien, porque esa denuncia da oficialidad a los casos.
Precisamente así, cumpliendo con esa cadena, es como se ha sabido quién era ese chico que se enterró en la tumba 4857, ese joven a quien rezaron en Sidi Embarek y cuya vida se truncó cuando decidió cambiar el rumbo y optó por arrojarse al mar bordeando el espigón en vez de acudir a la escuela.
Era un niño, como tantos otros que han muerto. Una vida truncada en esa línea fronteriza que ha dejado demasiadas tragedias y para la que nunca se puede escribir un final.
Las familias de desaparecidos deben saber que cuando los agentes de Policía Judicial reciben el aviso de una persona fallecida acuden al lugar para recopilar los datos primeros sobre el caso, datos que se verán ampliados tras la autopsia del cadáver.
Por ello, a las que les conste un desaparecido, tienen que denunciar y dar, sobre todo la madre, una muestra de ADN.
Esa denuncia se puede presentar en cualquier lugar, también en Marruecos, así como ofrecer la muestra de ADN que en este caso ha sido clave.
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