Opinión

Inversión millonaria en Gran Vía y amianto para los centros educativos de la Ciudad, por Mercedes Vega Pérez

No sé muy bien como comenzar a escribir estas líneas…en este momento son demasiados los sentimientos que confluyen dentro de mí. La rabia da paso a la indignación y ésta cede terreno a la impotencia. Mi denuncia pública va dirigida al Gobierno de nuestra ciudad, a esa parte del ejecutivo local implicado en el área de educación que desde la posición que ocupan, siempre alejada de la realidad, desoyen nuestras peticiones, capeando nuestras reivindicaciones. También va dirigida a nuestro diputado del partido popular por Ceuta, porque no alcanzo a entender que defienda públicamente desde Madrid que los centros educativos de nuestra ciudad cuentan con una infraestructura adecuada. El curso escolar pasado se puso en conocimiento de la ciudad el malestar de algunos miembros de la comunidad educativa del Colegio Público José Ortega y Gasset por el estado a nivel de infraestructura, en el que se encuentra dicho centro educativo. Basta con darse una vuelta por las inmediaciones exteriores del mismo para darse cuenta del estado de decadencia que soporta. Sus paredes enmohecidas, absorben el óxido que desprende la alambrada superior. El interior del colegio presenta aseos en los patios donde se realiza el recreo cuyos lavabos están quebrados y en condiciones que aunque higiénicamente son las adecuadas, son aseos nada dignos ni meritorios para cualquiera de nuestros hijos e hijas. Por cierto, por si esto no fuera suficiente, están a falta de puertas que les permita cierto grado de intimidad. También les recuerdo que el rocódromo al que la ciudad no ha sabido darle uso, se alberga en uno de los patios de este mismo centro, con vallas a modo fronterizo para delimitarlo de la zona de juego del alumnado. Es habitual y ya familiar que los días en los que la lluvia abunda, los pasillos, los accesos a las aulas e incluso las mismas clases acojan infinidad de cubos que recogen el agua que a modo de goteo cae del techo, un techo que está recubierto por una superficie de amianto de 1331,68 metros cuadrados. Mi profesión es la docencia, mis conocimientos sobre arquitectura son muy reducidos, pero lo suficientes como para determinar que esa superficie de fibrocemento que habita sobre las cabezas de nuestros hijos e hijas está lo bastante deteriorada para entrañar riesgos para la salud de lo cual, son ustedes, señores del Gobierno, pleno conocedores. Hace días, nuestro consejero de Educación manifestó ante los medios de comunicación que harían una valoración económica para estudiar si tras la finalización de este curso escolar, podrán afrontar los gastos que ello se derivan. Si me lo permiten, teniendo en cuenta el amplio recorrido de promesas incumplidas, me tomo la libertad de no creer ni tan siquiera en la remota posibilidad de que realmente tengan la intención de acometer con esta gestión que tan poco les preocupa. Es insultante que conociendo los efectos perniciosos y altamente nocivos del amianto se planteen a estas alturas si la partida presupuestaria con la que ustedes cuentan, será suficiente para su retirada. Es tan indignante para mí y para los muchos padres y madres que exigimos su inmediata retirada, recibir este tipo de respuesta en la que queda implícito que anteponen sus intereses a los de nuestros hij@s. Pues bien, voy a ser muy clara y no enmascarar la realidad tal y como ustedes acostumbran a hacer, le expondré los riesgos que corren los niños y niñas que asisten a este centro. Está demostrado que las fibras del amianto son cancerígenas, pudiendo originar diversos tipos de cánceres de pulmón y pleura así como un tipo de fibrosis pulmonar conocida como asbetosis. Cuando este material se deteriora libera esas fibras, esporas que se esparcen en el aire que respiran nuestros hijos. Estos efectos podrán ser comprobados a largo plazo, en cuyo caso podrán ustedes escurrir el bulto y achacarlo a fatalidades del destino. Entenderán mi preocupación, mi hija entró en este centro cuando aún no había cumplido los tres años y este año terminará su etapa escolar. Casi nueve años acudiendo a un centro escolar que no me garantiza su total seguridad. Espero y deseo con todas mis fuerzas, que estos nocivos efectos no recaigan nunca sobre la persona de mi pequeña porque desde estas líneas que les dedico, les advierto que el peso y la contundencia de la Ley recaerá sobre los que hoy eludís vuestra responsabilidad. A nuestro diputado de referencia, el mismo que desmentía el hecho de que algunos de los centros educativos ceutíes se encontrasen en condiciones calamitosas, el mismo que desde Madrid tiene a bien desmentir que los espacios físicos de nuestros centros educativos son obsoletos, con insuficientes instalaciones y en definitiva en condiciones poco óptimas para el normal desarrollo de la vida escolar de nuestros escolares, decirle, que su trabajo como servidor público le obliga, cuanto menos, a estar informado de cuestiones que atañen a nuestra ciudad, y ésta es, sin lugar a dudas, una de ellas. Como usted bien defendió en su argumentación, no desea estas condiciones para ninguno de sus tres hijos, cuestión que por supuesto comparto con usted, con la salvedad de que son las que ustedes mantienen para mi hija y para el más de medio centenar de alumnos que acuden a este colegio. Es por ello, que emplazo tanto a nuestro diputado de referencia como a los senadores a que en su particular “tour” por los diferentes centros de la ciudad, en la que tienen previsto acercar su particular y espero que objetiva visión de la constitución, tengan la decencia de abrir los ojos y ser capaces de apreciar la realidad que sufrimos los docentes de la ciudad. No se trata únicamente de una problemática de infraestructura sino que a ésta ser le añaden otras cuestiones como las elevadas ratios, el altísimo índice de fracaso escolar, la violencia desmesurada en nuestras aulas, la escasez de recursos personales y materiales... y un larguísimo etcétera que parece no importarles lo suficiente… ¡Ya va siendo hora de que empiecen a gobernar para tod@s. Menos farolas cuyos precios ronda la indecencia y más inversión en un pilar básico como es la Educación. Si hay algo de lo que verdaderamente me sienta orgullosa es de ser madre y asegurar el bienestar de mi hija forma parte ineludible de mis obligaciones y responsabilidades y desde el respeto, espero que lo comprendan.

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