Tras casi seis años controlando el gasto público en Ceuta, Víctor Rodríguez anuncia su marcha de la ciudad. El responsable de la Intervención General de la Administración del Estado y delegado de Economía y Hacienda se despide de una tierra que, asegura, “ha marcado su vida profesional y personalmente”.
El anuncio de su marcha coincidió con la celebración del 150 aniversario del organismo y, previsiblemente, se hará efectiva el 1 de julio. En su lugar, quedará Miriam Berruezo, que será la nueva interventora del Estado en Ceuta.
Será entonces cuando Rodríguez cruce el Estrecho para retornar a la capital de España. Allí, le aguarda un nuevo reto: trabajar en aras de la lucha contra la corrupción en asuntos como ayudas, subvenciones, contratos públicos o cualquier otro uso del dinero publico que se considere irregular.
Un trabajo que para el responsable IGAE es “un ejercicio democrático que demuestra que somos maduros como país y que hay organismos que velan porque las cosas se hagan bien”.
Madrileño de pura Cepa, Ceuta fue el primer destino de Rodríguez al aprobar la oposición. Hasta entonces, su vida fueron los libros, e ‘hincar los codos’ para lograr un puesto que pocos obtienen y, menos, sin cumplir los treinta años.
A pesar del puesto desempeñado, Rodríguez es una persona cercana y de una alta calidad humana. No duda en reconocer que otra de las cosas que le han empujado a marcharse de Ceuta es que “quiere formar familia y en tierra caballa no he encontrado con quién”.
A todo ello se suma que, hace unos meses, comenzó a plantearme qué cosas había hecho en Ceuta y qué no le estaba permitiendo hacer esta ciudad. Profesionalmente, había alcanzado el tope y no podía ascender más al ser ya el interventor y delegado de Hacienda por lo que la balanza pesaba más a favor de su partida.
Durante sus años en la Perla del Mediterráneo, el delegado de Hacienda en Ceuta asegura que “ha hecho de todo”, desde rutas senderistas, hasta acudir a clases de baile o viajar a conocer Marruecos o la provincia de Cádiz. Una actitud abierta, que le ha hecho conocer a gente de todos los ámbitos y edades con la que ha forjado amistades que se lleva en la maleta de recuerdos con la que se marcha de la ciudad.
Francisco Jesús Cuesta, María del Mar Caballero, Rosa Hernández, Margarita Ariza, Isabel Pérez, Manuel Guerrero, Alberto Cubell, Marco Marañés, José Miguel Parejo, Manuel Sempere o Francisco Anaya son algunos de los compañero y amigos a los que destaca “por haberme dado ese refugio familiar que me faltaba al tener a los míos lejos”.
Fuera del despacho, también cuenta con un puñado de buenos amigos, aunque, de entre todos, hay uno al que se refiere con especial cariño: Jesús Alonso, más conocido como DJ Poyo: “Cuando lo conocí, pensé que no encajaríamos, porque éramos muy distintos. Me sacó de mi entorno de confort y he de decir que para mi es de las personas con más valía que he conocido. A él, a su mujer y a su hija me los llevo en el corazón”, expresa.
Al pedirle un balance de su tiempo en Ceuta, Rodríguez no tiene duda: “Ceuta me ha aportado mucho a nivel laboral, social, vital y personal”.
En el plano profesional, vivir en Ceuta le ha permitido, por ejemplo, controlar competencias que el Estado tiene en las ciudades autónomas, como la Educación.
Ser una ciudad con una frontera terrestre también le ha sumado experiencia: “Tener una frontera terrestre implica una responsabilidad doble. En primer lugar en materia de seguridad y luego por la cantidad de inversiones que se han controlado en el ámbito de la frontera. El primer año que llegué llevamos el control de la construcción de la primera fase de la carretera de la frontera que se llevó a cabo con fondos europeos. Fue enriquecedor”, asevera.
En sus años como interventor asegura que ha trabajado por hacer muchas cosas: “Al principio intenté mejorar el funcionamiento de la Administración y cuando me nombraron delegado de Economía y Hacienda se me abrió la posibilidad de aportar y promover más iniciativas. He intentado implicarme al máximo, porque, si te nombran para un cargo cobrarlo es fácil, pero hay que trabajarlo”, concluye.
“Nunca me olvidaré de Ceuta” es la frase de despedida elegida por este enamorado de una tierra, la caballa, que se convirtió en su casa durante unos años y de la que ahora se marcha con el corazón lleno de vivencias, recuerdos y buenos amigos.
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