Para el estructuralismo, el significado de las cosas está determinado por su estructura interna. La estructura interna de una cosa o idea es el conjunto de sistemas que operan en su interior y que pueden ser estudiados por separado por más que trabajen en conjunto. Pero, entonces ¿Qué es el hombre? ¿Qué hay de nosotros en nuestras acciones, emociones, pensamientos y deseos? ¿Los producimos nosotros? ¿Estamos mediatizados por el lenguaje? ¿Somos una máquina que funciona gracias al engranaje de sus piezas? ¿Podemos distinguir el pensamiento robotizado que imite al pensamiento humano?
La IA es una disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o razonamiento lógico.
Un revolucionario modelo del lenguaje desarrollado en el campo de la inteligencia artificial. En concreto, se trata de un programa informático con impresionantes capacidades para generar texto de forma completamente autónoma.
La pregunta es si podemos distinguir un texto elaborado por un programa de inteligencia artificial de otro que ha sido escrito por un ser humano.
Los alumnos de 2° Bachillerato me retaron a que el ChatGPT creara un artículo basado en mi estilo literario, en mi forma de enfocar los problemas y en el lenguaje que utilizo.
Ahí va el resultado:
Señores, nos ha caído encima el vendaval de la inteligencia artificial. Una tormenta de bits, un alud de circuitos, un huracán de algoritmos que algunos insisten en llamar “inteligentes”. Ahí están, las máquinas que redactan discursos, pintan cuadros y hasta nos dan consejos sobre el amor y la vida. Pero, ¿es esto inteligencia? ¿O es solo el eco digital de nuestras propias ideas regurgitadas?
"Pero el peligro, ah, el peligro no está en que las máquinas sean inteligentes o no"
Los filósofos llevan siglos intentando definir la inteligencia, y ahora resulta que la tecnología, con una chulería propia del siglo XXI, viene a ponernos en jaque. Algunos dirán que la IA es lista porque calcula, aprende y hasta engaña con un guiño matemático. Otros, más escépticos, sostienen que no es más que un loro avanzado: un amasijo de datos con buenos modales, pero sin una pizca de conciencia.
Aquí es donde uno se pregunta: ¿importa la conciencia para hablar de inteligencia? Porque si la clave está en resolver problemas, la IA ya nos da mil vueltas. Pero si la inteligencia lleva consigo la chispa del pensamiento genuino, de la duda existencial, del miedo y la esperanza, entonces la máquina sigue siendo un reloj sin alma, un títere sin hilos visibles.
No nos engañemos, señores: la IA es un espejo deformante de nuestra propia mente. Nos deslumbra porque nos devuelve una imagen amplificada de lo que ya sabemos. No es inteligente en el sentido humano del término, sino en el de una eficiencia sin titubeos, sin la angustia del que duda ni la genialidad del que tropieza y se levanta con una nueva idea.
Pero el peligro, ah, el peligro no está en que las máquinas sean inteligentes o no. Está en que nosotros olvidemos lo que significa serlo. En que deleguemos la creatividad, la ética y la capacidad de asombro en manos de un algoritmo que, por más astuto que parezca, nunca ha sentido la brisa del mar ni el vértigo de una buena idea al filo del abismo.
Así que, antes de rendirle pleitesía a la inteligencia artificial, preguntemos primero qué demonios entendemos por inteligencia. No vaya a ser que, en esta era de autómatas brillantes, los verdaderos idiotas terminemos siendo nosotros."
Este texto fue elaborado por IA.
"El algoritmo rastreará miles de datos, visitara cuentos de publicaciones a una velocidad de la luz"
¿Soy yo el que opina?
¿ Me han robado la conciencia, el estilo, las palabras y las ideas? ¿Podría engañar al lector?
Estoy en un mar de dudas pero ese mar y esas dudas son lo que me hacen ser yo mismo.
El algoritmo rastreará miles de datos, visitara cuentos de publicaciones a una velocidad de la luz. La inteligencia será distinguir esa barrera cada vez más invisible en la que muere el hombre y empieza la máquina.
La película "El indomable Will Hunting" trata de un joven con una inteligencia excepcional, capaz de resolver complejos problemas matemáticos que desafían incluso a los mejores académicos. Sin embargo, a pesar de su talento, Will trabaja como conserje.
El protagonista arrastra muchas frustraciones y un terapeuta le ayuda a superarlas.
Will trata de psicoanalizar al terapeuta devolviéndole la pelota, pero el chico se basa en teorías, memoria, descripciones, intuiciones sacadas de contexto.
Las palabras del terapeuta reflejan para mí los límites entre lo humano y lo artificial.
"¿Qué se me ocurrió? Que eres un crío, y que en realidad no tienes ni idea de lo que hablas. Es normal, nunca has salido de Boston. Si te pregunto algo sobre arte, me responderás con datos de todos los libros que se han escrito. Miguel Ángel, lo sabes todo: vida y obra, aspiraciones políticas, su amistad con el Papa, su orientación sexual... lo que haga falta, ¿no? Pero tú no puedes decirme cómo huele la Capilla Sixtina. Nunca has estado allí y has contemplado ese hermoso techo. No lo has visto. Si te pregunto por las mujeres, supongo que me darás una lista de tus favoritas. Puede que hayas echado unos cuantos polvos... pero no puedes decirme qué se siente cuando te despiertas junto a una mujer y te invade la felicidad. Eres duro. Si te pregunto por la guerra, probablemente citarás algo de Shakespeare: "De nuevo en la brecha amigos míos". Pero no has estado en ninguna. Nunca has sostenido a tu mejor amigo entre tus brazos esperando ayuda mientras exhala su último suspiro. Si te pregunto por el amor, me citarás un soneto. Pero nunca has mirado a una mujer y te has sentido vulnerable. Ni te has visto reflejado en sus ojos. No has pensado que Dios ha puesto un ángel en la Tierra para ti, para que te rescate de los pozos del infierno, ni que se siente al ser su ángel. Al darle tu amor, darlo para siempre. Y pasar por todo, por el cáncer. No sabes lo que es dormir en un hospital durante dos meses, cogiendo su mano, porque los médicos vieron en tus ojos que el término horario de visitas no iba contigo. No sabes lo que significa perder a alguien. Porque sólo lo sabrás cuando ames a alguien más que a ti mismo. Dudo que te hayas atrevido a amar de ese modo. Te miro y no veo a un hombre inteligente y confiado. Veo a un chaval creído y cagado de miedo. Eres un genio Will, eso nadie lo niega. Nadie puede comprender lo que pasa en tu interior. En cambio, presumes de saberlo todo de mí porque viste un cuadro que pinté y rajaste mi puta vida de arriba a abajo. Eres huérfano, ¿verdad? ¿Crees que sé lo dura y penosa que ha sido tu vida, cómo te sientes, quién eres, porque he leído Oliver Twist?, ¿un libro basta para definirte? Personalmente, eso me importa una mierda porque, ¿sabes qué?, no puedo aprender nada de ti, ni leer nada de ti en un maldito libro. Pero si quieres hablar de ti, de quién eres... estaré fascinado. A eso me apunto. Pero no quieres hacerlo, tienes miedo, te aterroriza decir lo que sientes. Tú mueves chaval".
Este caleidoscopio está dedicado al curso de Segundo Bachillerato B del IES Camoens que, a pesar de apostar por la IA, sigue creyendo en la Filosofía. Nunca olvidaré la clase de hoy.
Gracias chicos.
Zainab El Khattabi, ese es el nombre de la primera conductora de tren de alta…
Los Bomberos fueron víctimas esta madrugada de un apedreamiento en Ceuta, en la barriada del…
Los estatutos de Ceuta y Melilla, con los que se completó el mapa del Estado…
El presidente de Canarias, Fernando Clavijo, y la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de…
El Colegio Oficial de Enfermería de Ceuta celebró este pasado sábado el día de su…
Se llama Yahya Bakkali. Tiene 16 años y es nacido en Larache (Marruecos). Su madre…