Es evidente que ya no envío casi ningún artículo de opinión a los medios escritos de Ceuta. Único motivo: mi holgazanería. Tranquilos, no se preocupen que no pretendo darles mucho la chapa, anunciar ninguna fantástica inversión bien subvencionada, ni destapar nada que ya no estemos tan acostumbrado a ver o sufrir que no les hace falta ya ni disimularlo. Después de treinta y tantos años vividos allí, todavía tengo algún buen amigo que me pone al día de lo que pasa y de lo que, por supuesto, no sale en los medios de comunicación. Conociendo el paisaje, conociendo a algunos de los endogámicos personajes, adictos a esto de mandar en la cosa pública y sus secuaces -salvo algunas pequeñas incorporaciones, jubilaciones y bajas biológicas-, ¡todo sigue controlado!
Desde el otro lado del charco, alguna visita, alguna llamada telefónica, internet y las redes sociales me sirven para seguir las noticias de allí. Es triste para mí ver a los grandes medios hacerse eco de las malas noticias de lo que está pasando actualmente. Pero siempre he tenido muy claro que la realidad debería ser siempre incompatible con el maquillaje periodístico, aunque sean malos tiempos -cómo siempre- para ello.
El pasado viernes escuchaba -cómo suelo hacer cuando no es incompatible con mi trabajo- el debate que modera el periodista Antonio Martín en la SER de Ceuta. Otro caso más de lo que suele ser ya lo más habitual en este tipo de formato: demasiada portavocía -no oficial- de los partidos en los medios. Pese a la gran profesionalidad de Antonio hay algún día que las salidas de tono de alguno/os me hace sentir vergüenza ajena. En esta ocasión se trataron, como siempre, temas de actualidad de la ciudad. Uno de ellos fue la elevadísima tasa de desempleo en la ciudad. Muy educadamente, el señor Juan Carlos Trujillo -que manifestó que él llevaba treinta años trabajando en la ciudad- invitaba a los desempleados ceutíes a hacer con total normalidad lo que se hace en el resto de la península donde hay que trasladarse fuera de la localidad de residencia para encontrar trabajo. Se quedó tan tranquilo, me dio la impresión de que después se fumaría tres puros para celebrar su brillante reflexión.
Hay veces que lo obvio, por muy obvio que resulte algo para la mayoría, alguno debería abstenerse de hacer comentarios en determinadas circunstancias. Me preocupó profundamente, ¿qué pasa, ya no le queda al señor Vivas en su Ayuntamiento autónomo y su gigantesco planetario laboral más puestos para colocar gente? Aunque quedó patente que fue una opinión que la expresó independiente y libremente, sin ningún tipo de condicionamiento personal, que diera lugar a pensar que trasladaba la idea de un Gobierno y un partido manifestando eso de: "El que no quepa aquí, que se pire". Yo tengo también mi punto de vista, en nombre y representación de -cómo en el anuncio de IKEA-: "La república independiente de mi casa".
A ver que luego me sube la tensión arterial. Éste que firma lo tuvo que hacer -dentro de no mucho hará ya dos décadas-, eso que predica cómo la gran solución para el futuro laboral de la juventud de Ceuta. Supongo que fue en mi caso por falta de talento, capacidad, iniciativa y alguna que otra chorrada de esas de manual u otras que prefiero no escribir, y que la mayoría conoce. ¿Sabe usted lo frustrante que es que te denominen `ausente´? Que encima te vengan con una limosnita del descuento para tres míseros viajes de vuelta cómo un turista de tu propia casa. Gestionada políticamente de una forma totalmente opaca, insuficiente, incompetente e ineficaz, por muy fantásticos que se pongan en FITUR -con o sin foto con el rey incluida-
Lo plantea usted cómo -a algunos de mis compañeros de trabajo no les queda otro remedio- el que es de Jaén y tiene que venirse a trabajar al Campo de Gibraltar. Y no, no tiene usted ni puta idea (lamento no ser tan educado a la hora de expresarme), no ha vivido la experiencia.
Así que siga opinando libre e imparcialmente, o cómo le dé la gana, pero no insulte a la inteligencia. No sólo a la mía, sino a la de muchos caballas que hemos tenido que salir de nuestra querida tierra porque no nos ha quedado otra opción laboral.
Ya que hace usted tan alegremente apología de la diáspora de un pueblo a ver si en la próxima tertulia radiofónica le escucho plantear en la misma cadena qué está pasando con la iniciativa de los `ausentes´. Preocuparse un poco por sus paisanos, los que tuvimos que irnos de nuestras casas. Tanta loa popular suya me empalaga