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Inmóvil física y burocráticamente

Harafa se cayó hace ocho meses en las escaleras del Tarajal y se lesionó su médula. Nació hace 43 años en Ceuta pero por un error no puede recibir el tratamiento aconsejado en un centro de recuperación y paga sus medicinas

Prefiere estar en penumbra, impasible, con las manos cruzadas y esperando simplemente a que siga pasando el tiempo. El suyo se detuvo el pasado 20 de febrero cuando una caída en las cercanías de la frontera del Tarajal, muy cerca de su casa, le dejó postrado en una cama con una lesión en la médula irreversible. Ya no sale a la calle y eso que sus hermanas pueden levantarle y sentarle en una silla a la entrada de su casa. El panorama que observa, aún así, es desolador. Montañas de basura y de fondo el minarete de la mezquita de Las Caracolas. Harafa Mohamed vive en Príncipe Alfonso desde hace 43 años. Allí nació, en una familia formada por un tetuaní que llegó a Ceuta con siete años y una ceutí cuyo padre servía en las fuerzas de Regulares. De los ocho hermanos, todos tienen nacionalidad española, sus rebeldías de adolescente le pusieron trabas para obtenerla pero es ahora cuando aquellos expedientes pesan de verdad en su vida. “Hace 30 años podías cometer una pequeña fechoría y pasaba ésto. Ahora apedrean a las fuerzas de seguridad, tienen pistolas y también tienen documentación”, lamentan tres de sus hermanas que están pendientes de él continuamente. Las barreras burocráticas se hicieron más patentes que nunca cuando tras ser trasladado a la península para ser operado de urgencia como consecuencia de la caída, se le caducó el permiso de residencia mientras permanecía en un hospital gaditano. “A primeros de julio le dieron el alta pero siempre con la intención de que regresara al Centro de Recuperación de Personas con Discapacidad Física en septiembre para que le enseñaran a valerse al menos algo por sí mismo y a encarar lo mejor posible su inmovilidad”, explica una de sus hermanas. Cuando fueron a renovar el permiso de residencia justificando que se les había pasado la fecha porque Harafa estaba ingresado en el hospital y ser una causa mayor, no hubo manera.
Ahora se encuentran con lo que consideran “una injusticia y comprendemos las leyes, pero ¿y los derechos humanos?”, se preguntan sus familiares mientras le observan y lamentan el estado incluso anímico en el que se encuentra. “¿Dónde está la Ley de Dependencia? Entre medicinas y pañales se requiere un gasto de unos 40 euros semanales y ni siquiera podemos arreglar la tarjeta sanitaria por no poder arreglar los papeles del padrón”, explican amontonando papeles y papeles que al final, siguen sin darles una solución a lo que tanto preocupa en esa familia. “No importa que todos tengamos que salir adelante con 400 euros, nos apañamos como buenamente podemos, pero que él pueda acudir a ese centro y tenga esperanzas de mejorar un poco y no pueda hacerlo por esto es algo muy injusto”.
Harafa apenas habla. Quiere ir al centro de recuperación para aprender a sentirse todo lo independiente que su lesión medular le permite, que no es mucho pero será algo. Sabe que hay dos ceutíes allí con los que ha hablado y eso es lo único que puede animar sus días. Además, cuando llegue a la barriada de nuevo, teme quedarse condenado a no salir de la puerta de su casa. Casi una docena de vecinos con discapacidad solicitaron hace tiempo que mejoraran el acceso desde Las Caracolas a esa zona de la barriada. Esa demanda nunca fue escuchada o al menos atendida. Incluso un vecino que ya falleció, sentía que solo pudiera ver los cambios de Ceuta a través del televisor ya que las barreras arquitectónicas no le habían dejado salir de su casa en 18 años que llevaba impedido. Harafa apenas recuerda la caída que ahora le obliga a estar inmóvil. Inmóvil y, si nadie lo remedia, sin posibilidades de mejorar su calidad de vida.

Al Ámbar pide a los políticos que resuelvan problemas y no los creen

Se lo han denegado por ‘falta de integración’ cuando él es ceutí, habla el castellano, estudió en el Reina Sofía... Hace ya tiempo solicitaron un cierre de expedientes del que no saben nada y ahora no le dan de alta en el padrón porque no renovó la tarjeta por estar ingresado... Desde la Asociación Al Ambar, que trabaja en la barriada de Príncipe Alfonso por ayudar a muchas personas que se encuentran en situaciones de desamparo tanto administrativo como de recursos, luchan por encontrar solución a este problema. El voluntario Reduan Alí apunta que se trata de un caso especial y deben solventarlo los responsables. “Los ciudadanos han votado a los políticos para que agilicen la resolución de problemas, no para que los incrementen. Para eso cobran de nuestros impuestos y si este caso es a todas luces injusto, deben procurar que haya justicia”, apunta. Aboga por el cumplimiento de los derechos humanos por encima de todo porque “no es normal la situación en que se encuentra”.

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