Salió en 2015 de su país de origen: Gambia. Solo tenía 16 años y una meta clara en su mente, alcanzar Europa y cumplir todos sus sueños. Unos sueños que en su país eran poco menos que imposible. El pasado viernes Abdelaziz Baldé alcanzó su objetivo y llegó a España saltando el muro de ‘Tarajal II’. Su padre fue el motor de esta decisión. “En mi país no podía estudiar porque mi familia no tiene recursos económicos. En 2013 mi padre me dijo que tenía que irme y tres años después lo hice”, explicó a El Faro.
Tomó una dura decisión en busca de una vida mejor y con tan solo 16 años comenzó un periplo a través de Senegal, Mali y Argelia, país este último en el que permaneció un tiempo trabajando en un restaurante, antes de reiniciar camino hacia Marruecos y, de ahí, a España.
En el país vecino permaneció durante seis meses y hasta en tres ocasiones intentó el pase sin éxito. El pasado viernes, y después de tres semanas en un campamento en tierra marroquí junto a unos 300 inmigrantes, logró su objetivo. “A las 6 de la mañana del viernes estábamos durmiendo, aparecieron los gendarmes marroquíes y nos atacaron. Muchos de mis amigos regresaron hacia el interior, pero 50 personas corrimos hacia la valla”.
Abdelaziz sabía lo que quería y corrió con todas sus fuerzas hacia su nueva vida. “Me caí al suelo, pero me levanté y seguí corriendo. Había gente que me decía corre, corre y no paré hasta que llegué a la valla”.
“No tuve miedo porque saltar era la única forma de dejar atrás todo lo sufrido en África”
Al joven le empujaba el deseo de dejar atrás una vida de miseria en su país de origen, pero también los últimos meses vividos en Marruecos, donde el hambre y el frío fueron una constante. “Había días que no comía, otros tal vez podíamos comer algo cuando la gente nos ayudaba”, recordó.
Ante él se encontraba ahora el último obstáculo que le separaba de sus sueños: un muro de siete metros y medio de altura que el joven no dudó en escalar mientras detrás suyo escuchaba las carreras de otros inmigrantes y de los gendarmes marroquíes. “No tuve miedo porque saltar era la única forma de dejar atrás todo lo que había sufrido en África”.
Abdelaziz logró escalar los más de siete metros que aún le separaban de su meta cruzando el ‘Tarajal II’, un imposible que nadie había logrado hasta el momento: “Pude pasar y cuando lo hice me quité la ropa y me sentí muy feliz porque siempre había querido venir a Europa”.
Un ciudadano que pasó en una moto lo recogió y alertó a la Cruz Roja de la presencia del joven. Otras personas también le ayudaron proporcionándole ropa e incluso dinero.
Ahora su objetivo es estudiar el idioma y por qué no, una carrera universitaria. Mientras, Abdelaziz sabe que lo más difícil ya ha pasado y sonríe feliz a su futura nueva vida.
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