Poco tiempo después de conmemorar los doscientos años del nacimiento de Eduardo Benot (Cádiz, 1822 – Madrid, 1907), el Diario de Cádiz se hacía eco de las pésimas condiciones y el lamentable abandono que sufría la tumba del sabio gaditano en el Cementerio Civil de Madrid. La voz de alarma la había dado Rafael Jiménez Gámez, estudioso de Benot y autor del reportaje que había publicado el citado periódico.
Afortunadamente hubo respuestas inmediatas y eficaces: Josefina Junquera (que había sido concejal de Cultura en el primer ayuntamiento democrático de la ciudad), junto con los descendientes de Benot y con la colaboración del Ayuntamiento de Cádiz, lograron que los restos mortales del insigne gaditano regresaran a su ciudad natal para ser inhumados dignamente: así es como, desde principios de este mismo año, Benot reposa ya en la tierra que lo vio nacer y que tanto amó. A raíz de este traslado, se están celebrando en Cádiz una serie de actos que pretenden honrar a este sabio gaditano cuya intensa vida e interesante trayectoria habían permanecido en el olvido durante mucho tiempo.
Rafael Ángel Jiménez Gámez Eduardo Benot. Vida y obra del sabio gaditano (Prólogo de Josefina Junquera) Cádiz, Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Cádiz, 2024
Creo que esta introducción era necesaria para comentar este libro: me refería antes al injusto olvido que soportó Eduardo Benot durante mucho -demasiado- tiempo. La obra que nos ocupa es de Rafael Ángel Jiménez Gámez, uno de sus estudiosos más cualificados (ya en 1984 había publicado un ensayo sobre La cuestión educativa en Eduardo Benot) y pretende, sobre todo, poner de manifiesto tanto el polifacetismo como la intachable trayectoria moral del “sabio gaditano”.
Porque asombra la cantidad y la diversidad de tareas que desempeñó a lo largo de su vida, era necesaria una publicación que diera a conocer sus múltiples facetas: filólogo y matemático; pedagogo y político; periodista, ensayista, autor de varias obras literarias (cultivó el teatro y la poesía) y de crítica literaria; profesor de materias tan variadas como Lengua, Lógica, Astronomía, Geodesia…Toda una vida dedicada al servicio de las personas que se hace patente en esta publicación a lo largo de seis amplios capítulos: en primer lugar, Benot aparece contextualizado en su época y en su ciudad, para continuar con los diferentes avatares que conforman su existencia. A continuación, se nos da cuenta de las distintas facetas en las que destacó: en el ámbito de la educación, como lingüista y escritor, como físico y matemático y, finalmente, en su corta pero intensa trayectoria política.
Consciente de la práctica imposibilidad de resumir en una publicación la ingente obra del polígrafo gaditano, Jiménez Gámez ha preferido que este libro tenga un carácter eminentemente divulgativo para paliar, en la medida de lo posible, ese olvido que ha planeado sobre la figura y la obra de Benot durante más de un siglo. Pero también es cierto que este libro es un punto de partida para numerosas y variadas investigaciones: como confiesa Jiménez Gámez, “he descubierto el valor del trabajo y la sabiduría de D. Eduardo y, sobre todo, me he dado cuenta de las inmensas posibilidades que ofrece a investigadores de distintas ramas de profundizar en los hallazgos que sitúan a Benot como un adelantado a su época”.
Un hombre de extraordinaria talla moral e intelectual; en suma, un verdadero humanista: todos sus conocimientos, sus empresas como político, como escritor, como científico y como pedagogo tienen como origen y como destinatario al ser humano. Por eso, utiliza a menudo como lema una frase atribuida al comediógrafo latino Terencio: Homo sum; humani mihil a me alienum puto ("Soy un hombre, nada humano puede serme ajeno"). Como indica acertadamente en su prólogo Josefina Junquera (Comisaria de este Año Benot), "Eduardo Benot es un ejemplo para todos y un espejo en el que mirarnos".