Debajo de un árbol en lo más profundo del bosque de Chitrakut se encontraba meditando un anciano yogui (asceta y místico). Sentado en la postura de loto sobre una esterilla de hierba kusha y con los ojos cerrados, meditaba en ver a la Divinidad dentro de su corazón. La soledad del bosque le proporcionaba la paz que deseaba para poder llevar una vida ascetica y alcanzar la realización del Ser.
De repente, ante el yogui apareció un pequeño ratón que estaba aterrorizado, temblaba de miedo y al ver al yogui de un salto se refugió en su regazo. El ratón grito “Por favor, ayúdame Mahatma (alma grande), me persigue un terrible gato que me quiere devorar, te lo suplico ayuda o sino será mi fin”. El yogui abrió despacio los ojos y mirando al ratón le dijo: “no es asunto mío el tener que defender a ratones de gatos salvajes”. El ratón le dijo “por favor ayúdame, soy un pobre ratón indefenso”. El yogui guiado por su misericordia con todas las criaturas y los poderes misticos que había obtenido gracias a muchos años de práctica yoguica le dijo al ratón: “Esta bien, ahora vuélvete un gato” y levantando la mano derecha con la palma hacia fuera, recito un mantra y el ratón se convirtió en un gato.
El ratón convertido en gato sin decir nada más, huyo para ponerse a salvo. A los pocos días el yogui se encontraba como era su costumbre meditando bajo un árbol. Meditaba durante horas y realizaba complejas posturas para incrementar sus sidhis o poderes místicos. Entre la maleza del bosque apareció el gato que había sido ratón, maullando penosamente. “Por favor, sálvame, ayúdame por lo que más quieras, me persigue un gran perro rabioso, si me alcanza me destrozara con sus afilados colmillos.”
El yogui dijo:”Te reconozco gato, eres el ratón que convertí en gato para darte una mejor vida.” El gato le miraba con cara de pena e implorando misericordia. Así que el yogui de nuevo levanto su mano derecha, murmuro unos mantras y dijo “ahora conviértete en un perro, estarás a salvo”. El gato recién convertido en perro salió corriendo a ponerse a salvo, el anciano yogui retomo su práctica meditación exclamando “ni en el bosque puedo meditar tranquilo”.
Pasaron unos días y de nuevo apareció el perro, estaba muy asustado, temblaba de miedo, “Por gran sabio ayúdame, me persigue un feroz tigre que está muy hambriento, me quiere comer, por favor ayúdame, sino este será mi fin”.
Una vez más el yogui sintiendo perturbada su meditación y en un acto de compasión le dijo al perro: “Oh, eres una criatura muy temerosa, primero fuiste ratón, luego gato, ahora perro y sigues teniendo miedo y vienes a interrumpir mi meditación. No tengas más miedo ahora conviértete en el animal más temible del bosque en un magnifico y feroz tigre. El yogui recito los mantras apropiados y levanto de nuevo su mano en abhaya mudra (gesto que significa no temas, yo te protejo).
Pero esta vez en lugar de retirarse al bosque, el tigre se paseaba de un lado a otro delante del yogui, orgulloso de su nuevo cuerpo. El tigre admiraba su piel de rayas negras y naranjas, estaba muy contento con sus afiladas garras y sus mortíferos colmillos.
Cuando el yogui vio que el tigre le observaba atentamente y que todavía no se había adentro en el bosque, le pregunto “¿Qué quieres ahora tigre, necesitas algo más? Sino déjame por favor continuar con mi meditación.”
Con una perversa sonrisa el tigre respondió, “Te quiero comer, tengo hambre”. Dijo esto mientras se preparaba para dar un zarpazo al yogui. Este sin inmutarse y señalando con el dedo índice al tigre le dijo “Ingrato, vuélvete de nuevo un ratón” y con esto, el terrible tigre se volvió de nuevo un ratoncito, una criatura pequeña y temerosa. El yogui con una sonrisa, cerró sus ojos y comenzó de nuevo en su meditación en Paramatma, el alma suprema.
En el hinduismo existen ceremonias y rituales para obtener la expiación por multitud de acciones pecaminosas, pero no existe ningún ritual que nos absuelve de las reacciones negativas de Kritabhaga. La ingratitud en sánscrito se llama Kritabhaga y está considerado el mayor de los pecados de acuerdo a las enseñanzas védicas. En la historia podemos ver como el ratón no da las gracias cada vez que el yogui lo bendice con un “mejor” cuerpo para poder escapar de otros animales. Finalmente cuando obtiene el cuerpo del tigre, cegado por su avaricia e ingratitud no recuerda lo que el yogui hizo por él, finalmente recibió su karma negativo y volvió a lo que era por su ingratitud. Siempre debemos de ser agradecidos, dar las gracias a todas las personas que de una forma u otra han aportado algo positivo a nuestras vidas.
Este relato aparece en el nuevo libro del sacerdote hindú Juan Carlos Ramchandani (Krishna Kripa Dasa) “Historias y leyendas de la sabiduría hindú”. Un libro que transmite a través de historias y relatos cortos las enseñanzas y valores de la milenaria sabiduría hindú, valores aún vigentes y que tienen una aplicación universal. El libro tiene 112 páginas y 23 ilustraciones en blanco y negro con portada a todo color. También disponible en formato PDF para libro electrónico.
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