U na de las muchas cosas con las que había que cumplir cuando uno se incorporaba a aquella vieja “mili” que antes casi todos los españoles teníamos que hacer, eran los toques de corneta que regían la vida cuartelera; entre los que estaban el toque de diana para levantarse, los de izado y arriado de bandera, fagina para comer, oración por la noche, retreta anunciando el final de la jornada militar, silencio para dormir, toques de instrucción, etc. Cada toque llevaba impresa una letrilla que indicaba para qué servía, y también al final una musiquilla como contraseña que identificaba cada Arma o Cuerpo. Así, para la Legión, la musiquilla es: “¡Legionarios a luchar, legionarios a morir!”. Y para el Arma de Ingenieros: “¡Los ingenieros trabajan!”.
Hace ya más de 60 años que me licencié de aquella vieja “mili” para regresar a la vida civil. Pero la elección de la musiquilla para identificar a los Ingenieros, no pudo ser más acertada, porque se corresponde, exactamente, con las numerosas faenas y trabajos que a diario había que realizar. Siempre había que hacer algo. Aparte de los servicios mecánicos y de armas propios de cualquier cuartel, también los de las numerosas especialidades que en Zapadores y Transmisiones se practican. Zapadores, por citar sólo algunas: Abrir zanjas y trincheras, conducir máquinas pesadas, operaciones de infraestructuras y mantenimiento, construir barracones, acuartelamientos, puentes; hospitales con miles de camas en sólo 72 horas, como hicieron en Ifema (Madrid) nuestros Ingenieros militares en pleno apogeo del coronavirus, que a todos nos dejaron boquiabiertos.
Días antes, nos pareció “trabajo de chinos” que en China construyeran un hospital en sólo 15 días. Y luego aquí en España terminaron el de Ifema, para 4.000 camas, en tiempo récord de sólo 3 días. Y, si es en Transmisiones, algunas de sus espacialidades son: instalar y realizar toda clase de comunicaciones telefónicas, radiotelegráficas, uso de señales acústicas y ópticas, criptografía (cifrado de textos secretos), comunicaciones telemáticas, tecnologías puntas de última generación, etc. En Ingenieros nadie se aburre, todos trabajan. Y son especialidades útiles incluso en la vida civil, que requieren de quien las practica poseer un alto nivel de cualificación técnica.
¿Y por qué escribo hoy sobre los Ingenieros militares?. Pues porque cada 30 de mayo celebran la festividad solemne de su Patrón San Fernando. Desde 1958 que llegué a Ceuta voluntario desde Mirandilla, mi querido pueblo, siempre he sentido gran admiración por San Fernando; porque creo que fue una persona perfecta que no tenía desperdicio, ni como monarca, ni como militar valiente, ni como hombre de fe, ni como persona trabajadora, austera, sufrida, honesta y sacrificada, ni como férreo defensor de sus soldados a los que siempre visitaba en el frente y acompañaba en las batallas animándoles con su propio ejemplo, ni como fiel y respetuoso hijo que siempre mostró enorme cariño y mucho respeto hacia su madre, doña Berenguela, pese a ser él el rey. Lo tengo como el arquetipo de hombre íntegro y cabal.
Y una de las cosas que de Ingenieros se conoce poco es que fue el extremeño y en su día primer ministro de España, Manuel Godoy, quien reorganizara todo el Ejército, propusiera y apoyara la creación del Arma de Ingenieros y la designación de San Fernando como Patrón. Aclaro que el Cuerpo fue ya antes creado en 1710 por Felipe V, a propuesta de Jorge Próspero Werboom. Pero su desarrollo institucional como Cuerpo esencialmente técnico y especializado, de élite, tuvo lugar por Carlos IV, a iniciativa y apoyo de Manuel Godoy.
Y no faltarán quienes se pregunten: ¿pero qué papel positivo pudo desempeñar en ello Godoy, habiendo sido tan inepto e incapaz en casi todo?. Y, no les faltaría parte de razón, porque fueron muchos los que lo denostaron, tachándole de incompetente e irresponsable. Se tenía de él la idea de ser el típico “trepa” que, desde guardia real de corp, en pocos años llegó a escalar los más altos puestos en el Ejército (almirante de la Armada, capitán general y generalísimo. Igual que en política, que enseguida fue nombrado primer ministro y príncipe de la Paz de Basilea).
Todo ello, no por ser Godoy gracioso, sino por haberle caído su figura varonil en gracia a la reina Mª Luisa de Borbón Parma, esposa de Carlos IV, que mientras el rey se dedicaba casi por completo a la caza y los relojes, ella se aficionó a la equitación, ayudada por su paje Godoy. Un día el caballo embridado que montaba les hizo un extraño a Godoy y la reina y casi la tiró al suelo; pero allí estaba providencialmente el apuesto galán y proverbial jinete que, tan dechado él de excelentes facultades físicas, saltó con proverbial destreza y habilidad, logrando el mozo extremeño que la reina quedara indemne y extasiada en sus brazos, en vez de estrellarse contra el suelo. Desde entonces, Godoy pasó a ser su valido, a la vez que la regia dama se convirtió en la estrella fulgurante de su meteórica carrera.
A Godoy se le imputan muchas cosas: su culpabilidad por la firma con Francia del engañoso tratado de Foteinebleau el 27-10-1807, el desastre naval de Trafalgar, la firma de la paz de Basilea por la que Carlos IV lo nombró Príncipe de la Paz. El primer tratado, fue una jugada inteligente y maestra de Napoleón como pretexto para invadir ilegalmente España y Portugal en 1808; también haber provocado con su torpe política el motín de Aranjuez. Todo el pueblo se le echó encima y tuvo que huir hacia Francia hasta que lo detuvieron, encarcelaron y requisaron todos sus bienes y títulos, como su “heredero universal” que lo instituyera la reina Mª Luisa.
Sin embargo, últimamente, se está abriendo paso una corriente de opinión de prestigiosos historiadores, escritores y otras personalidades relevantes, que coinciden en señalar que Godoy debe ser rehabilitado, abogando también por la traída de sus restos a su Badajoz natal, porque desde que falleció está enterrado en el cementerio de París “Père Lachaise”. Argumentan sus defensores que, en una Europa que tenía como monstruo al imparable emperador Napoleón, nadie hubiera podido hacerlo mejor que Godoy lo hizo, porque era lo único que entonces se podía hacer.
Entre los que se alinean de su parte están los historiadores, escritores, militares y otras profesiones relevantes como: Carlos Seco Serrano, Emilio Laparra, Luis Limpo, Alberto González Rodríguez, José María Blanco, E. Segura, T. Rafanal Brito, Fernando Pérez Marqués, J. Cienfuegos, Lino Duarte, Muñoz Sampedro, Enrique Rúspoli, Jean-Luc Chapplos, los militares Gómez Arteche y Pardo González. Escritores José Luis Gil Soto y Arcadio Guerra. Todos ellos argumentan en su favor otras cualidades que vendrían a paliar su nefasto gobierno, alegando que, en general, le tocó lidiar una España dentro de una Europa muy convulsa y agitada, que ante la estrella dominante y triunfadora del emperador Bonaparte, todos claudicaban.
El mismo Napoleón, dijo una de las veces a Godoy en París: “Vuelva a España e intente pacificar ese pueblo tan rebelde que su país tiene”. Y el mismo rey Carlos IV, pidió al emperador: “Le suplico que interceda respecto de Murat por Godoy. Quieren matar al Príncipe de la Paz, y su único crimen es haberme sido leal toda su vida. Su muerte, será la mía”. Y Godoy, si bien en principio fue sumiso y servil con Napoleón, luego fue el único que le plantó cara en Europa, declarando la guerra a Francia en 1793. Y cuando tarde se percató de que en Fonteineblauo Napoleón lo engañó, se atrevió a amenazarle con que si no retiraba los 80.000 franceses que habían entrado ilegalmente en España, se aliaría con Inglaterra, como después hizo. Más Godoy promovió y protegió la Cultura y las Artes.
Pero es poco conocido que fue Godoy quien, precisamente, propusiera la creación del Arma de Ingenieros y que San Fernando fuera su Santo Patrón. Y se dice de él que, entre las cualidades que se le atribuyen está su reconocida habilidad para rodearse de profesionales muy competentes y de gran valía. Y esta aseveración vendrían a confirmarla, en lo referente al Arma de Ingenieros, dos hombres que hay que situarlos en el tiempo en que sus puestos oficiales y trabajos fueron esenciales para el Cuerpo y el Arma: Don José Urrutia de las Casas (1728-1803), teniente general e Ingeniero militar con título obtenido en la Academia de Matemáticas y Fortificación de Barcelona, aunque no llegó a integrarse en el Cuerpo. Siempre actuó como un gran profesional que inculcó igual sentido a los hombres bajo su mando que preparó, de oficial a general.
A las órdenes del virrey de Méjico, levantó planos, construyó presidios en todo Méjico y América del Norte, actuando brillantemente en la metrópoli, Menorca, Gibraltar, guerra del Rosellón. Ya como ingeniero general (1797-1803) fue el creador del primer Regimiento de Ingenieros, también de la Academia de Ingenieros. Y otro Ingeniero con gran prestigio, mérito y capacidad, fue el teniente General Agustín Quesada Gómez, primer Ingeniero General, que inculcó a los Ingenieros militares el espíritu de trabajo, sacrificio e inquebrantable disciplina. La Academia, inaugurada el 1-09-1803, con detalladas instrucciones dictadas por el general Samper proporcionó el medio de que en adelante la instrucción de los ingenieros militares fuese uniforme, extensa, sólidamente cimentada y adecuada a los servicios y cometidos que les estaban confiados.
San Fernando fue proclamado el 16/01/1804 Patrón del Regimiento por Carlos IV en despacho tramitado por Godoy. Este patronazgo, por escrito autorizado por el Rey, se hizo extensivo a todo el Cuerpo y luego al Arma el 2-05-1805. La ubicación inicial del Real Regimiento de Ingenieros fue en Alcalá de Henares, en el Convento de los Jesuitas. La de la Academia, como apéndice más importante del Real Regimiento, lo fue en el Convento de San Basilio y el de la Merced. El coronel Heredia fue el primer jefe de dicho Cuerpo, que a su prematura muerte fue sustituido por el coronel Manuel Pueyo. Como jefe de estudios de la Academia y responsable de la misma, lo fue el coronel Carlos Cabrer. Inicialmente la organización del Real Regimiento fue de dos batallones de zapadores-minadores a cinco compañías cada uno, cuatro de zapadores y una de minadores. Otros destacados Ingenieros militares fueron Urrutia, Zarco del Valle, La Llave, etc.
Aquel primer Regimiento Real de Zapadores-Minadores, establecido por Real Decreto de 05/09/1802, dotó al Cuerpo/Arma de las tropas que necesitaba para realizar su cometido en campaña, y ayudando a destacar el carácter militar de los oficiales, contribuyó fuertemente al prestigio de la corporación, que tuvo más oportunidades de dar muestras de su ingente trabajo y valor, apenas empezaba a confirmarse dando sus primeros frutos la nueva constitución del Cuerpo/Arma. Cuando la invasión francesa de 1808 suspendió la vida normal de los Ingenieros y perturbó profundamente su organización. Con anterioridad a la caída de Godoy, presionado éste por las fuerzas francesas, había distribuido las del Real Regimiento, quedando en Alcalá la plana mayor y dos compañías del primer batallón. Las compañías, tanto de zapadores como minadores, distribuidas en Portugal, Mahón, Badajoz, Cádiz, Ceuta y Campo de Gibraltar.
El 24-05-1808 (hace unos días se cumplió el 212 aniversario de la creación del Regimiento), ante la indecisión de sus jefes, que no quieren ver destruidos el Regimiento y la Academia, las dos compañías del Regimiento, mandadas por el sargento mayor Veguer, emprenden camino a Valencia, a Uniforme del Regimiento Real de Zapadores Minadores en la que llegarían el 7-05-1808.
Durante esos 212 años de historia este hecho heroico ha sido conocido como “La Fuga de los Zapadores”; habiendo sido la primera Unidad del Ejército español que se alzó contra la invasión francesa. Pues bien, el sucesor histórico de aquel meritísimo primer Regimiento de Ingenieros, de sus banderas, condecoraciones y todo su historial militar, es hoy el actual Regimiento nº 7 de Ceuta, al que hace más de 60 años me cupo el honor y la íntima satisfacción de pertenecer. Me honra que así fuera.
¡Muchas felicidades a todos/todas los Ingenieros militares, en la celebración de vuestro Santo Patrón!.
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