Infravivienda en el Príncipe Alfonso: Cien viviendas del siglo X en la Ceuta del siglo XXI

La asociación de vecinos se reunió ayer con el responsable del área técnica del Príncipe Alfonso para entregarle un informe sobre la infravivienda para lograr su certificación oficial.

El responsable de la Oficina Técnica de Obras del Príncipe Alfonso, Javier Arnáiz, recibió ayer a Ahmed Enfedal e Ishma Mohamed, vicepresidente y secretaria de la asociación de vecinos de Príncipe Alfonso respectivamente, que le entregaron el informe que han realizado durante los últimos meses sobre la infravivienda en la zona. El motivo de este encuentro es que los vecinos quieren que el responsable técnico del barrio certifique lo expuesto en ese trabajo para poder entregarlo de forma oficial a la Consejería de Fomento para que tengan constancia, más allá de las denuncias en los medios, de la situación de las infraviviendas en el Príncipe.
En el informe se recoge que son aproximadamente 72 las casas calificadas por la asociación como chabolas o infravivienda, aunque este medio pudo corroborar durante su visita por las zonas afectadas que la cifra podría ser bastante más cercana a la centena  dado el panorama.
Una definición urbanística del Príncipe podría decir que se trata de un barrio lleno de chabolas, con calles serpenteantes y estrechas en el que la mezcla de cemento, chapas, óxido y piedras sobre los tejados dibuja un entorno incómodo en el que resulta difícil imaginarse la vida humana como la concibe cualquier ciudadano del siglo XXI.
La gran mayoría de las viviendas consideradas en el informe de la asociación de vecinos cuentan con instalaciones de luz y agua de forma legal, ya que tienen contadores, aunque los cables suelen estar por los tejados y al aire.
Al hablar de infravivienda, los vecinos hacen referencia a aquellas ‘casas’ que están situadas en lugares no adecuados para habitar, como pueden ser garajes, locales comerciales o naves para la industria. La falta de medios económicos y la actual situación de crisis económica han acentuado la proliferación de este tipo de situaciones, lo que ha levantado la voz de alarma de la asociación.
Los vecinos están cansados de que los políticos sólo se acerquen al barrio “para las elecciones”, de que “hagan promesas y más promesas pero nunca las cumlpan” y de que “el Príncipe esté igual de marginado que siempre”. Una sensación generalizada que se agrava al comprobar que el Ejecutivo “no se da por enterado y dice no tener constancia oficial de nada”. Por ello los vecinos han puesto en marcha esta iniciativa con el informe sobre infravivienda. “Queremos que se trate de un documento homologado por un técnico de la Ciudad para que dejen de utilizar esa excusa tan recurrente de que ellos no saben de qué estamos hablando. Ahora tendrán que agudizar su ingenio”, aseguran fuentes de la asociación con la esperanza de que algo cambie en el barrio.

Familias que viven entre la miseria y el engaño

La mayoría de las familias que viven en infraviviendas en el Príncipe Alfonso han denunciado su situación en multitud de ocasiones y tanto de forma privada como pública a través de los medios de comunicación. Su intención no es que les de una cada nueva ‘por la cara’, simplemente piden ayuda para poder adecentar sus viviendas y que se conviertan en unos lugares que reúnen, al menos, las mínimas garantías para que una persona pueda vivir en ellas. Se trata de familias sin ningún tipo de poder adquisitivo, en su mayoría personas mayores, que llevan en esas casa desde hace más de 40 años.
Muchos recuerdan que las visitas de los políticos han sido varias y que las promesas también. “Nosotros hemos conocido a cuatro alcaldes y un ministro de Fomento que nos han prometido que nos ayudarían, pero la cosa no pasó de la mera fotografía para venderse”, aseguran.

Colores, ingenio y contrastes continuos

Resulta muy llamativo que la mayoría de estas construcciones precarias destacan por su colorido y el ingenio que sus dueños han aplicado para levantarlas y mantenerlas. La gama de sorpresas va desde el amarillo chillón hasta el celeste de ‘Chaouen’ pasando por el turquesa y el verde claro. De esta forma se trata de ocultar la chapa con la que se han formado las paredes que evitan, a duras penas, que las inclemencias climatológicas causen estragos en sus casas. Cuando las construcciones son de mampostería, normalmente el color predominante es el del cemento o los ladrillos.
La mayoría de estas chabolas tienen refuerzos en las chapas y placas utilizadas para el tejado, ya que al no disponer de una sujeción adecuada se vuelan cuando corre un poco de viento. Por ello es muy común encontrar piedras y otros elementos sobre las chapas oxidadas y carcomidas.

Un urbanismo descontrolado durante muchos años

Uno de los mayores problemas que ha llenado de contrastes y lugares imposibles todas las zonas del barrio es el descontrol urbanístico que ha reinado -y sigue reinando- en el Príncipe Alfonso. Las personas que han podido han ido reconstruyendo sus viviendas y añadiendo habitaciones aprovechando el espacio existente. El problema es que la falta de vigilancia ha creado un ambiente de libertad por el que las casas han ido comiéndose algunas calles hasta convertirlas en auténticas ratoneras y callejones por los que resulta complicado el paso de una persona. Si bien no es habitual que la estrechez sea extrema, sí lo es que la anchura y el recorrido no hayan sido pensados para que pase algún tipo de vehículo. De hecho, según fuentes vecinales, los servicios de emergencia no pueden adentrarse en el corazón de los sectores de la barriada y tienen que actuar a pie. Por otro lado, la falta de una planificación urbanística adecuada ha facilitado el surgimiento de grandes contrastes en las calles, donde puedes encontrar una chabola de chapa encajada entre dos viviendas de varias plantas y con azulejos en sus fachadas. El crecimiento descontrolado también crea diversos problemas, ya que cuando llueve no existe unas vías de evacuación del agua adecuadas y la lluvia corre por los callejones estancándose en cualquier punto y afectando a unas viviendas.

Construcciones con escombros

Algunos vecinos han decidido aprovechar las chapas, bidones e incluso otros elementos de escombros, como bañeras, para crear muros de contención para los terrenos e incluso para sostener las paredes de algunas calles. La frase que los vecinos utilizan para definir la situación de estos puntos de la barriada es: “Aquí no ocurren más desgracias porque Dios no quiere”. Los vertederos descontrolados unidos a las lluvias y a los pequeños corrimientos de tierra hacen necesario extremar la precaución en algunos puntos, especialmente de la agrupación Fuerte y Este. La concurrencia del abandono de los terrenos por parte de algunos dueños y de la falta de implicación política traducida en dejadez genera una sensación de impunidad que se traduce en taludes hechos con chapa y barro y muretes con bidones y piedras.

Chabolismo integrado

La asociación de vecinos distingue cuatro zonas en la barriada. En todas ellas hay un importante número de chabolas que se encuentran completamente integradas en el paisaje del barrio, más parecido al de una ciudad marroquí de hace algunos años que al de la Ceuta de la actualidad. Se trata de construcciones de chapa o mampostería de 25 ó 30 metros cuadrados que cuentan con electricidad y agua de forma legal, ya que tienen sus propios contadores.