Namasté. Hace ya la friolera de 31 años que viajé al viejo y enigmático país, India. Yo tenía una tía, llamada Mariposa, que siempre me decía que no viajara nunca a la INDIA por la pobreza allí existente y por lo desagradable que sería que viviera ciertas circunstancias. Pero yo, ni corta ni perezosa, en el mes de agosto de 1992, viajé a este precioso país junto 5 amigos/as más junto a un número más de turistas.
india es un país único; he viajado mucho, pero considero que éste es especial, por lo que ves, por lo que oyes, por lo que sientes. Es el “país de las sensaciones, olores y colorido”, aparte de que su gente es hospitalaria, alegre y desprendida.
Ahora en la Comunidad Hindú de Ceuta y en el mundo entero, se está celebrando el nacimiento del “Señor Ganesha, una deidad muy apreciada entre los hindúes. En la India quedé prendada de esta imagen y desde entonces me acompaña siempre, en mi vida diaria, en estampas, en la cabecera de mi cama…, en el corazón. Se dice que “Ganesh”, con cuerpo humano y cabeza de elefante, hijo de los dioses Shiva y Parvati, es removedor de los obstáculos, patrono de las artes, de las ciencias y señor de la abundancia y sabiduría. Podemos disfrutar de varios días de fiesta en honor “Ganesha”.
No quiero extenderme más hablando de esta deidad de todos conocidas. Si quiere contar algo curioso y anecdótico que me ocurrió en Jaipur, conocida también como “la ciudad rosa”; una linda ciudad hindú en el estado de Rajastán. Su famoso “Palacio de los vientos”, es una maravilla y fue frente a este lugar lo que me ocurrió según ya lo he comentado.
Pero antes “viajaré en el tiempo” a Ceuta, un caluroso día de verano del año 1992. MI madre María Luisa, mi tía Mariposa, mi tía Satu y yo, después de comer, cierto domingo, nos fuimos en coche a dar la vuelta a García Aldave, llegamos al fuerte Aranguren y allí había como 3 familias hindúes almorzando. Nos invitaron a comer pero les dijimos que ya lo habíamos hecho, siguieron insistiendo pero esta vez nos ofrecieron típico dulces que aceptamos con total gratitud. En nuestras conversaciones nos llegaron a decir que ellos tenían familia en INDIA y yo les dije que en pocos días viajaría con unos pocos amigos allá. Yo era la primera vez que iba, pero me hacía ilusión conocer este enigmático y lindo país. La tarde transcurrió muy divertida y lo pasamos muy bien, hablando de este país y de sus costumbres.
Pero vuelvo a la India. Después de haber visitado varias ciudades y disfrutar del Taj Mahal (impresionante), Bombay, Nueva Delhi, Agra, Benarés, paseo al amanecer por río Ganges, etc., nos dirigimos a la preciosa y colorida ciudad de Jaipur. Íbamos paseando por una avenida muy larga con infinidad de café y tiendas (cerca del “palacio de los vientos”) cuando un chico muy guapo y bien moreno de unos 27 ó 27 años, a la voz de “Bueno, bonito, barato”, nos ofrecía mercancía de todo tipo de cosas. Yo me acerqué a él y en un correcto castellano el chico me preguntó de dónde era; yo, a mi manera le respondí que era inglesa, pero él no se quedó conforme y siguió insistiendo en mi nacionalidad. Después de un rato bromas, le comenté que yo era de Ceuta, a lo que él se quedó muy sorprendido; me dijo que él tenía en nuestra “perla del mediterráneo” familia y que habían tenido comercio. Yo me quedé asombrada, pero más me asombré cuando el chico dijo que fuéramos a ver su padre que tenía un negocio al que había que llegar subiendo una gran escalera. Mis amigos también subieron. El señor, que estaba trabajando en manualidades, dijo que tomáramos asiento y nos ofreció algo de bebida. Aquella casualidad parecía increíble. El señor hindú nos contaba que era de Ceuta y había regentado un negocio hacía años atrás en la Calle Real al que iba mucha gente a comprar. Yo les conté sobre la tarde que mi familia y yo pasamos en García Aldave y por como nos iba contando él y su familia, tenían familiares en Ceuta, quienes por supuesto eran los mismo de aquella calurosa tarde de agosto de 1992. También me decía que una tal Anita (española) y su marido hindú, eran familiares de él y regentaban un negocio en el Paseo de las Palmeras, cuyo nombre no recuerdo.
Todo esto será pura “casualidad”, pero lo que si está claro es que “el mundo es un pañuelo” y en cualquier momento te puedes encontrar con algo inesperado.
Mis amigas se quedaron sorprendidas de esta casualidad, y resulta gracioso cunado lo recordamos.
Me encantó la India, su gente, sus ciudades, sus costumbres, su olor, su sonido. Tenemos la suerte de contar entre nosotros con una “Comunidad hindú” que cada cierto tiempo celebra una fiesta que hace las delicias de los ceutíes. A ellos va dedicado este artículo, por ser tan festivos, alegres y hospitalarios. Un recuerdo cariñoso para los que fueron mis amigos Guitu, Keachin e hija, quienes ya se encuentran en el “Universo de las estrellas”; también, al que fuera excelente Persona y Amigo, Juan Parwani, quien tenía un bazar llamado “Noelia”, cerca de los Remedios.
Namasté.
P.D. Mil gracias a la Comunidad Hindú de Ceuta, por las actividades organizadas por la fiesta de la deidad Ganesh, celebrada durante varios días y a la que muchos hemos asistido.