No habían dado las dos de la madrugada cuando los vecinos de Calamocarro y Benzú eran alertados de la existencia de un incendio con, al menos, dos focos de origen. Un incendio que iba cobrando dimensiones importantes avivado por el fuerte viento de Poniente y que se extendía devorando todo lo que encontraba a su paso. La intensidad de las llamas y el humo hicieron un peligroso cóctel molotov que llevó a que se ordenara el desalojo de las personas y animales de las viviendas próximas al lugar. Mientras que el Parque de Bomberos era activado en su totalidad e incluso se llamaba a agentes que estaban de vacaciones, la Policía Local y la Guardia Civil se repartían sus funciones: corte de los accesos a vehículos ajenos al dispositivo y ayuda en el desalojo de todas las casas.
Los vecinos, asustados, salían con lo puesto, cogían sus vehículos y se desplazaban a la carretera, al lado de la playa de Calamocarro. Los animales eran metidos en coches y furgonetas: perros, gatos, gallinas, corderos... Todo en un escenario de llamas, con un viento que movía cenizas que quemaban en su golpear con los rostros de las personas, en un cielo anaranjado que hacía revivir una nueva desgracia en materia medioambiental en nuestra ciudad.
“Quién habrá sido el sinvergüenza que habrá hecho esto”, se lamentaba un vecino. “Lo veníamos avisando... aquí hay muchas cañas, ¿no escuchas ruidos como tiros? Hay por todos lados”, añadía otro. Los vecinos que pudieron acudieron a casas de familiares, pero dentro de los coches podían verse ancianas, niños de corta edad y padres desesperados porque no sabían las consecuencias de este siniestro forestal.
El ir y venir de los camiones de Bomberos era una constante. Todos los agentes (47 en total) se entregaban con profesionalidad a la lucha contra esas llamas que crecían, que iban devorando hectáreas hasta más de 60, con un alto valor ecológico. Había que traer agua porque esta se gastaba en nada. Los bomberos, desesperados, hacían todo lo posible por contener un lugar convertido en un horno. En datos se emplearon más de 200.000 litros usándose 9 vehículos con carga de agua y otros 7 para transporte de personal.
Las patrullas de la Guardia Civil recorrían la zona, al igual que las de la Local. Había que atender a todos los desalojados y evitar situaciones de riesgo. “Está descontrolado”, lamentaba un bombero a FaroTV a las cinco de la madrugada. Su rostro lo decía todo, el monte formaba un anillo de llamas, los árboles se quemaban, los camiones iban y venían rápido... pero era de noche y los medios aéreos, tan necesarios, no podían actuar. Se les esperaba como agua de mayo en el marco de una desesperación que había que vivirla y sentirla.
También se echaba de menos a los políticos que se encontraban ya en el puesto de mando. Los vecinos tenían miedo y requerían apoyo y calor, pero estaban a pie de carretera, solos, sin saber si las llamas se acercarían hasta sus casas. “Es que en momentos podemos perder todo, ¿y entonces qué?”, se lamentaban. Hacía frío, en los coches se buscaba el calor mientras se calmaba a los animales. Los ladridos de los perros asustados, las gallinas que querían escapar de las furgonetas y la incertidumbre de todos los que, en ese momento, se habían convertido en una piña marcaban el escenario de los hechos.
La Ciudad declaraba a las seis de la mañana el nivel de alerta 2 de su Plan de Incendios Forestales solicitando tanto la intervención de medios aéreos como de la Unidad Militar de Emergencias (UME), cumpliendo el protocolo en vigor. A las 7.30 horas se comunicaba que la evolución del incendio era favorable pero no fue hasta las 12.30 cuando se informó de que quedaba “controlado”.
No obstante hubo situaciones de riesgo, como cuando se sopesó el desalojo de una parte de Benzú, ya que las fuertes rachas de viento amenazaban con que las llamas saltaran la carretera. Sin embargo, los bomberos pudieron actuar controlando el desarrollo del fuego y acotando las llamas.
A las 10.00 horas se incorporaban los medios aéreos. El primero en llegar fue el hidroavión, aunque solo llegó a hacer un par de pases retirándose debido a las fuertes turbulencias en la zona. Después llegarían los demás medios con el helicóptero del Ministerio de Agricultura KZ 53 Almoraima con helibalde de 4.500 litros, un aparato muy valorado en extinción de incendios por su capacidad de descarga, maniobrabilidad y potencia.
La Junta de Andalucía desplazó dos helicópteros a Ceuta con una brigada ligera (uno de ellos es un Kamov, con una capacidad de 5.000 litros de agua y que es muy valorado por sus labores en distintos puntos de nuestro país para sofocar los incendios. Y el otro un Bel 412 con una capacidad de 1.500 litros) mientras que el INFOCA desvió a las 11.30 un helicóptero junto a la UME con 58 militares y 20 vehículos de la base de Morón de la Frontera. Su misión era sustituir a los Bomberos que fueron quienes realmente se hicieron cargo de hacer frente a las llamas, al ser los primeros que estaban a pie de terreno. La empresa ceutí Hélity se ofreció para suministrar combustible a todos estos aparatos, al igual que al Super Puma de la UME. Desde la dirección de la empresa de helicópteros se hizo llegar su labor para cualquier otra necesidad que pudieran necesitar en el tiempo en que iban a trabajar en Ceuta.
La consejera de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, Carmen Crespo, puso a disposición del presidente Juan Vivas todos los medios que necesite para ayudar a Ceuta, mostrando su “solidaridad” con los ceutíes, comentó que esperaba que “todo fuera bien en la mañana” y explicó que el verano actual es “complicado” respecto a los incendios, que “por ahora se sofocan rápidamente y esperamos que este también sea así”. La consejera de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía aprovechó para recordar que “estamos al lado de esta ciudad hermana”.
A la luz del día se veía lo que habían arrasado las llamas de madrugada. La tristeza y el pesar marcaban unas imágenes de destrozos, de muerte, de las consecuencias de un incendio provocado que empezó con dos focos bien distintos, pero que de noche se extendió hasta ofrecer un panorama desolador.
Ceuta solo piensa ahora en terminar esta pesadilla, en que todo quede controlado con el temor de que el fuego pueda reavivarse con fuerza y genere un mal mayor del que ya ha causado. Y es que los próximos días serán determinantes para garantizar que ya no se reavivan las llamas y que todo permanece bajo control, garantizando la vuelta a la normalidad y trabajando en la recuperación y valoración de todo lo que se ha perdido. El presidente Juan Vivas lamentó lo sucedido considerando la situación de “lamentable y dolorosa”. La labor inicial de los Bomberos fue valorada por todos, puesto que fueron ellos los que se enfrentaron a las llamas incluso en casi una escenificación de lucha cuerpo a cuerpo en mitad de un monte con abandonos y carencias.
A las 18.30 se desactivó el recurso del tercer helicóptero del INFOCA mientras la UME seguía trabajando en la zona con el incendio mantenido controlado.
“Es la crónica de una muerte anunciada”
Las familias desalojadas pasaron la noche en sus coches, asustadas porque no sabían ni a qué hora iban a regresar a sus casas, sin información y sin apoyo. Denunciaron que el incendio era la “crónica de una muerte anunciada” puesto que ya habían dado sus quejas al Ayuntamiento de la basura que hay en la zona y, sobre todo, de la acumulación de cañas. Además denunciaron que allí arrojan las algas de la playa, el estiércol y restos de palmeras.
Cruz Roja no fue activada: las familias estuvieron sin atención
Las más de 30 personas, todas familias, que fueron desalojadas de madrugada de sus viviendas en Calamocarro y el Arroyo quedaron desamparadas durante toda la noche. Nadie les llevó agua, ni comida, ni un café. Tampoco mantas, ni mascarillas. Tuvieron que guarecerse dentro de sus propios coches, tapándose con lo que llevaban puesto. No podían entender cómo nadie acudía al lugar a pesar de haber informado a Protección Civil y al 112 de la situación en la que se encontraban. Incluso los policías o guardias civiles que pasaban por la zona, que iban y venían de servicio, les daban consuelo. A ellos les están muy agradecidos por ese calor prestado en una noche en la que estuvieron desamparados. A primera hora de la mañana apareció Cruz Roja. Y lo hizo porque fue en ese momento cuando se les activó y se les informó. Fue entonces, pasadas las siete de la mañana, cuando repartieron mantas. No tenían ni idea de la situación. Nadie les alertó de lo que estaba pasando.
Los animales quedaron en furgonetas, tanto los de Marzok como la residencia canina
En plena madrugada, Marzok tuvo que desalojar su ganadería sacando a los corderos y gallinas ante el riesgo de que se vieran afectadas por las llamas y el humo. Fueron momentos de tensión ante la cercanía del fuego y, sobre todo, el fuerte humo que podía causar la muerte de los animales. En furgonetas permanecieron desde pasadas las tres de la madrugada hasta que a los vecinos se les permitió volver a sus hogares. Fueron momentos de mucha incertidumbre, de miedo y de nervios para garantizar que ninguno de los animales resultara afectado por un incendio que, de madrugada, no se sabía las consecuencias que podía tener. Junto a la Ganadería Marzok fue desalojada la residencia canina en donde había unos 30 ejemplares.