Soy profundamente sincero y plenamente convencido, aún salvando la emoción propia del caso, que Ceuta ha perdido a uno de los mejores valedores de su historia más reciente. Pienso que muy pocas personas como él han podido demostrar su cariño y entrega por la ciudad que le vio nacer, por encima de intereses y ambiciones personales o políticas, como mi querido y admirado Paco Olivencia desde las trincheras de su vida profesional, política o personal. ¡Cuántas figuras de su talla precisaría la degradada vida política española actual, cuántas!
Licenciado en Derecho siguiendo la tradición familiar, ejerció la política y la abogacía. Concluida su etapa de edil en el anterior régimen, fue presidente de la Federación Norteafricana. Diputado por la UCD, le tocó vivir el 23-F en primera línea de fuego en el Congreso. Senador por el PP durante dos legislaturas, fue un incansable defensor de Ceuta a lo largo de toda su trayectoria parlamentaria, y ya por fin, concluida su carrera política, asesor durante un tiempo del presidente Vivas.
Hijo de un prestigioso abogado y alcalde constitucionalista en 1931, hermano de Manuel, figura de relieve en el ámbito universitario y judicial, y comisario de la Expo-92, curiosamente fallecido también a comienzos de enero del pasado año, Francisco Olivencia nació en el número 34 de la calle Real y siguiendo la tradición familiar, cursó también la carrera de Derecho. Concluida su licenciatura, regresó a Ceuta para incorporarse al bufete de su padre, donde ambos trabajaron juntos durante un lustro, hasta el fallecimiento de éste. “Hice todo lo posible por parecerme al gran abogado que fue mi padre y creo no haber defraudado a mis clientes”, me dijo en más de una ocasión.
Recién llegado de la Complutense, se incorporó a la vida política compaginándola con su actividad como letrado, tras presentarse a unas elecciones municipales, animado por su tío, Francisco Ruiz Sánchez, que había sido alcalde de la ciudad en dos ocasiones.
Concluida su etapa como edil, el fútbol, una de sus pasiones, ocupó cada vez más importancia en su vida, hasta que la transición le permitió entrar en el auténtico ruedo político. Directivo del Ceuta en 2ª División con Julio Parres, relevó a Epifanio Hernández como presidente de la Federación Norteafricana al ganar las elecciones a la misma en una reñida campaña con Juan Manuel Bruzón. El estadio ‘José Benoliel’ fue su principal logro.
Su gran salto a la política
Ya en 1976, decidió saltar de lleno a la arena política desde los tendidos del partido de Pío Cabanillas, integrado después en UCD, formación de la que le llegó un nombramiento para las elecciones de 1977, renunciando en favor de Lería, Becerra y Domínguez, que ganarían con el respaldo de 8.807 votos. Pero fue una vez aprobada la Constitución, cuando decidió dar su gran paso al frente al ganar el escaño de diputado por Ceuta, momento en el que dejó la presidencia de la Federación de Fútbol.
A Olivencia le tocó vivir el 23-F en primera línea de fuego en el Congreso. “No tuve miedo a la actuación de la Guardia Civil. Ellos decían que no querían sangre, pero que como fuera a por ellos, aquello iba a ser un campo de batalla. Fue algo que no olvidaré en mi vida, especialmente en el momento trágico de los tiros porque no sabíamos hacia donde iban dirigidos”, me dijo por entonces, a su regreso, en una entrevista para ‘Radio Ceuta’.
Bastantes años después y para este diario decano le preguntaba yo que cuánto costaría introducir hoy a Ceuta y Melilla en la Constitución. “No lo sé, pero en el periplo de aquellos catorce años que ya dejamos atrás, muchísimo. No se pudo conseguir que se hablara de las ciudades de Ceuta y Melilla. Se citó a las ‘poblaciones’, que puede decir lo mismo, pero que no quería expresar lo mismo cuando las nombraban. Luego, cuando llegó la disposición Transitoria Quinta ya se habló de ‘ciudades’. Una fórmula un poco extraña, pero ahí quedó”.
Senador por el PP en dos legislaturas, fue para él un día inolvidable, decía, cuando, en 1995 vio ondear por primera vez la bandera de Ceuta ante la fachada del Senado. Olivencia tuvo siempre a gala haberse batido al máximo en el tema económico y fiscal de la ciudad, destacando lo que se logró en materia del IRPF.
Como un profundo enamorado de Ceuta al igual que toda su familia, fue por ese cariño precisamente por el que dio siempre por bien empleados sus muchos años dedicados a la política: seis de concejal, diez de parlamentario, e intercalado entre ambos, otros cuatro más de edil con Francisco Fraiz y Aurelio Puya como alcaldes. “Lo que menos me gustaba de la política democrática es la vida interna de los partidos. Prefería tener una confrontación con un socialista en la Cámara, antes que con un compañero en la sede del partido”.
Faro de Oro
Francisco Olivencia Ruiz (1934), también miembro fundador del Instituto de Estudios Ceutíes, ha sido, hasta hace pocos días antes de su fallecimiento, un fiel y prolijo veterano colaborador de este diario, del que decía sentirse orgulloso de ser coetáneo y entusiasta lector desde la infancia. Tendría unos veinte años cuando vio publicado en él su primer artículo en el que denunciaba los pobres resultados de nuestros atletas en una olimpiada. Lo firmó como ‘Fortius’, que significa más fuerte, y cuyas tres primeras letras coincidían con las iniciales de su nombre y apellidos. Sus posteriores publicaciones de entonces las rubricó con el seudónimo ‘Francolí’, el nombre de un río, por la coincidencia de primera sílaba de esa palabra también con esas iniciales suyas.
Desde entonces, centenares de colaboraciones enriquecen esa auténtica joya que constituye nuestra hemeroteca, camino de sus 85 años de existencia, los mismos que en este 2019 habría cumplido nuestro protagonista.
“Sin duda alguna mi tema esencial ha sido y sigue siendo Ceuta, mi tierra. Lo he tratado desde muy distintas perspectivas: la nostálgica, la económica, la histórica, la mitológica y hasta, en algún caso, la sentimental o lírica. También, como es lógico, he escrito sobre cuestiones de alcance nacional e internacional a los que, por su trascendencia, creo no debemos ser ajenos”.
Y como diría el sabio y viejo refranero español, a tal señor, tal honor. Así lo entendió el presidente del Consejo de Administración de este diario, cuando el siete de junio de 2002 le imponía el ‘Faro de Oro’, junto con el general Fernando López de Olmedo, gran amigo suyo por cierto quien, como los componentes de la familia del periódico, tan profundamente hemos sentido su fallecimiento.
Hasta siempre, Paco. La Ceuta de tus amores no debería olvidarte, recordándonos de alguna forma tu figura, tal y como sucede con la de tu padre, cuyo nombre rotula una calle de la ciudad.