Impulso al salazón

La Ciudad promete darle vida a una de las joyas de la identidad gastronómica ceutí. Hoy el consejero de Turismo se reúne con los maestros del salazón para acordar las pautas

“Ahora no hay volaores. Hace ya dos años. Lo que vendemos es bonito”, aclara uno de los maestros salazoneros que pasa en su puesto de la explanada de Juan XXIII de sol a sol. Hace ya más de un año que Juan Vivas  prometió recibir a los ocho ceutíes que mantienen la tradición gastronómica más arraigada de la ciudad con su único esfuerzo y luchando contra los elementos. Promesa incumplida. Como la de adecentar la zona de la explanada y poner en marcha un proyecto que ayudaría a dar valor a la labor artesanal y a un producto que incrementa la demanda a pasos agigantados. Al menos así lo expone Rafael Pérez dedicado al negocio desde casi un cuarto de siglo. Dice que le enseñó la necesidad. Dedicó 36 años de su vida a la pesca y ahora el salazón le ayuda.
Dispuestos a colaborar “en lo que haga falta”, reciben con ilusión la noticia de que el consejero de Turismo, Fernando Ramos, trabaja en hacer realidad un proyecto que llega tarde pero que siempre será bien recibido: adecentar la explanada y los puestos de venta y dar empuje a una tradición que forma parte de la identidad ceutí. “Reconozco que se ha atrasado pero es nuestra intención que en la próxima temporada, en mayo de 2018, todo esté listo”, afirmó Ramos consciente de la importancia de poner en valor una riqueza reconocida por todos. Hoy mismo se reunirá con los salazoneros durante la mañana para exponer los pasos a seguir y dejar clara la intención del Gobierno de cumplir su palabra.
Que las ventas se han incrementado es una realidad que los salazoneros comprueban cada día. “No sólo hablamos de los clientes que viven en Ceuta. De hecho ellos son los que menos compran en relación al volumen que nos piden los que vienen de fuera y quieren llevarse”. Algunos tienen sus propias máquinas de envasar al vacío para que no haya problemas con su transporte.
Esperan la visita del consejero pero sobre todo esperan que se les tenga en cuenta. “Este año ni siquiera nos han  puesto servicios y al menos un contenedor para la basura... o unas barandillas para que los coches respeten el mínimo espacio de seguridad... estamos mal, eso hay que decirlo”, apunta el conocido como Fai. Ellos están dispuestos a seguir luchando por la tradición pero piden un poco de colaboración de una Administración que les ha olvidado y hoy esperan sacar cosas en claro y progresar en la lucha por la defensa de salazón ceutí. Escuela salazonera
Una idea que proponen los maestros. Saben que no es fácil estar de sol a sol elaborando el manjar pero también saben que al menos ayudará a los que decidan dedicarse a ello para salir adelante seis meses al año que es lo que dura la temporada. “Luego el pescado viene muy graso y cuesta mucho salarlo. Se requiere mayor inversión y no merece la pena por lo que a mediados de septiembre se termina la temporada”, explican. Están dispuestos a desvelar todos los secretos de su labor con el objetivo de dar continuidad a la tradición y apuestan por ser incluidos en los Planes de Empleo porque el negocio tiene futuro. “Es una realidad que no damos a basto con las ventas”, explica Fai. Y por eso, proponen que los aprendices les acompañen unas horas por la mañana. “No es necesario pasar aquí todo el día como nosotros, que vengan de 8:00 a 11:00 que es cuando hay más labor y van aprendiendo los pasos para elaborar el salazón”. Temen que se pierda a pesar de que las ventas cada año que pasa van a más. “Se han disparado, nos hacen pedidos, mucho se va para afuera, la mayor parte”, reconocen. Rafael pérez domínguez, ‘el fai la del camarón’
La necesidad fue la que enseñó a este maestro salazonero a aprender a hacer la delicia que expone orgulloso en su caseta sobre la explanada. “¿El truco para que te queden bien? Gastarse dinero en la sal, no escatimar gasto en eso que es lo más importante”. Cuando la pesca se vino abajo él necesitaba salir a flote y apostó por los salazones. Tras 36 años embarcado, desde que tenía 12, ahora aguanta el tipo y da de comer a su familia a duras penas acomodándose sobre unos ingresos que le dan unas ventas que cada año que pasa van a más. Eso sí, asegura que el gremio se ahoga sin ayudas de la Administración. “El propio Vivas nos prometió no pagar agua y este mes he pagado 41,65 euros mientras en el Mercado no se paga”. Ejemplos como ese tiene muchos, por eso, da la bienvenida a las aportaciones que se quieran hacer desde el Gobierno pero espera que se hagan realidad. “Nosotros vamos a colaborar con todo. Lo importante es que la tradición siga adelante. Que no se pierda”. De la playa a la explanada
Hace ya quince años que los salazoneros se trasladaron de la zona de playa frente a las viviendas de Juan XXIII a la explanada. La tierra se fue pavimentando poco a poco evitando así que el polvo afectara a la mercancía. “Entonces éramos cinco y las casetas estaban hechas con cuatro cañas. Ahora están mejor pero hacen falta muchas cosas, empezando simplemente por unos contenedores de basura”, reclaman.

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