El
Gobierno de Ceuta ha aprobado este viernes sendos acuerdos para impulsar dos actuaciones de calado. Por un lado ha dado su visto bueno a la transformación de la sociedad Puerta de África en un medio propio y servicio técnico de la administración local y su sector periférico, paso previo a la externalización de la gestión del
hotel municipal de la Gran Vía. Por otro, ha formalizado el encargo a Tragsa de las obras necesarias para, con una inversión de 4,06 millones, dar al parque de
Santa Catalina el aspecto que nunca ha logrado alcanzar tras el sellado del vertetedero y su posterior restauración. Según ha indicado el portavoz del Ejecutivo local en rueda de prensa, el acuerdo sobre el hotel forma parte del proceso de
transformación del objeto social de la empresa que persigue mantener a su plantilla dándole otros cometidos y sacar a concurso la gestión del inmueble de forma externa. La Ciudad preveía tener ambos asuntos liquidados durante el primer semestre de este año, algo que no ha conseguido, por lo que se ha visto obligada a dedicar otros 750.000 euros en el primer expediente de modificación del Presupuesto de 2022 para asegurar el sostenimiento de la sociedad hasta fin de año. Su relación de personal fijo está formada por un total de 45 trabajadores, aunque los últimos informes de la empresa elevan hasta 61 el total de empleados con el que cuenta en un año ordinario. En nómina dispone de un gerente, un director, nueve jefes de departamento, siete recepcionistas, tres oficiales de mantenimiento, un jefe de partida, un cocinero, dos pinches, un ayudante de cocina, cinco camareros, una subgobernanta, diez camareras de piso, un jefe de economato, un oficial contable y un auxiliar administrativo. Las retribuciones del Capítulo 1 suponen 1,58 millones de euros este año.
Santa Catalina
Por otro lado,
el Gobierno de Vivas prevé que Tragsa comience a trabajar “en otoño” con 4,06 millones de presupuesto para dar a los 60.000 metros cuadrados de superficie diana del parque de Santa Catalina “los valores ecológicos y recreativos que las actuaciones previas no lograron”. Se aportarán y extenderán suelos “para crear una capa superficial con características fisicoquímicas adecuadas y espesor suficientes para el arraigo y desarrollo de la vegetación”. A partir de ahí se añadirá tierra con enmiendas orgánicas para mejorar la fertilidad del sustrato, ya que el colocado por la adjudicataria del primer proyecto era poca y mala. Después se harán “las enmiendas orgánicas necesarias” para “incrementar la fertilidad del sustrato y mejorar sus propiedades físicas (estructura, capacidad de retención de agua, aireación…) con fertilizaciones químicas. Frente a la pérdida de suelo, principalmente en las zonas del talud, se recurrirá a técnicas de bioingeniería como mantas y mallas orgánicas y geoceldas que se utilizan fundamentalmente como protección frente a la erosión hídrica y eólica, aunque también mejoran el microclima de la superficie del terreno y lo hacen más favorable para las plantas y evitan que las semillas sean arrastradas pendiente abajo. Para terminar llegará la “revegetación” con especies que se consideren viables para ese entorno (previsiblemente, no olivos, como se apostó en primera instancia sin éxito). La intervención concluirá con la “revisión y restauración de elementos del parque que puedan encontrarse deteriorados: viales, cunetas, obras de paso, mobiliario e instalación de riego”.