Cuando llego a ACEFEP me fijo en los que están trabajando en las manualidades. Mientras voy entrando por el pasillo saludo con un “Buenos Días” o con un “Buenas Tardes”. Al tiempo, se me recibe con un murmullo de saludos, pero lo que más me llena es ver la sonrisa de mis compañeros. Siento su alegría al verme, y me complazco al sentirme querido por toda esta familia.
Cuando mi retina empieza a asimilar el resto de la sala, es entonces que me invade un fuerte sentimiento de impotencia. Es desalentador ver las condiciones en que se encuentra la sala.
El techo parcheado, los cables colgando, las gotas de agua que aún siguen brotando, y los cubos que tímidamente acogen con melancolía a esa gota que se deja caer sin recato con un “gluk”.
Respiro hondo y me desplazo a la zona de despachos, que es donde tenemos que dar el taller de narrativa. Sigo viendo humedades y aparatos amontonados por no poder seguir funcionando.
Según van entrando mis compañeros yo me pongo a escribir, y casi sin pensar fluyen las palabras que se transformarán en oraciones.
Hoy voy a escribir sobre la mesa informativa del pasado viernes, día 4, en este mes de 2012. La Mesa ya es conocida por mis vecinos los ceutíes, pero la novedad este año fue la recogida de firmas para conseguir un nuevo local.
Habilité una pequeña mesa para pedir firmas y, cual fue mi sorpresa, la cantidad de personas que se acercaban para apoyar la causa. Y esto sin ser invitadas, ya que conocían el problema de antemano.
En fin, que fue una jornada excelente. Recogimos más firmas de las que esperábamos, y nos quedamos casi sin artículos de nuestras manualidades.
¡ Gracias Ceuta por vuestra comprensión y apoyo! ¡Gracias vecinos por vuestro aliento! ¡Gracias caballas por contribuir a hacer realidad nuestra ilusión, que es tener un lugar digno de reunión !
PD. En el taller opinamos que la gente está deseosa de hacer gestos solidarios y generosos; sólo necesita un estímulo ambiental que active ese deseo. No sólo debemos despertar esa humanidad cuando ocurre una desgracia, sino en el día a día. Si se hacen con el corazón, ningún gesto caerá en saco roto.