El último boletín de coyuntura laboral de septiembre del primer sindicato del país, Comisiones Obreras, resume perfectamente la situación respecto al mercado laboral en estos momentos: “Crece la población afiliada y uno de cada dos contratos es indefinido”. En concreto, la afiliación crece en 29 mil personas (51 mil en términos desestacionalizados); aunque el paro registrado sube ligeramente en 17 mil personas (466 en términos desestacionalizados).
Si nos vamos a los datos publicados de paro, a pesar de este pequeño repunte mensual en septiembre, algo que no era habitual, la caída interanual es del 9,7%, lo que significa que hay 315 mil personas paradas menos que hace un año. Y en cifras globales, seguimos en 2,9 41 mil parados, es decir, por debajo de los 3 millones. Analizando la serie histórica, observamos que estamos en una cifra muy inferior a marzo de 2020, cuando comenzó el aislamiento por la pandemia. También encontramos cifras similares en 2008, al comienzo de la crisis financiera. En términos de predicciones econométricas, los modelos que venimos desarrollando desde el comienzo de la pandemia nos daban unas cifras para el mes de septiembre situadas en un intervalo de confianza de entre 2,281 mil y 2,992 mil parados. Es decir, nada que no estuviera previsto.
Pero, lo realmente interesante es que el 47% de los contratos firmados, es decir, casi 1 de cada 2, han sido contratos indefinidos. Esto nos lleva a que en el mes de septiembre se hayan firmado ya 5,3 millones de contratos indefinidos, mientras que en todo 2021 solo se firmaron 2,1 millones. Y esto ocurre pese a la subida de la inflación y a la incertidumbre de la coyuntura internacional y el precio de la energía.
Días atrás escribía un artículo en el que explicaba el sentido de las medidas fiscales que tratan de impulsar los conservadores, de nuestro país y de otros, rebajando los impuestos a los más ricos. Concluía el mismo diciendo: “…Estamos, por tanto, ante dos modelos y dos formas de entender el Estado de Bienestar. Una, la de los conservadores, que pretende adelgazar el mismo y privatizar todo lo que se pueda. La otra, que pretende incrementar nuestras prestaciones, situando nuestra presión fiscal lo más cercana posible a la media europea, o incluso más allá, a nivel de los países escandinavos más avanzados. Ambas son legítimas. Que cada uno decida la que más le conviene”.
De la misma forma, el mercado laboral también hay diversas formas de verlo y entenderlo. Unos creen que la precariedad ayuda a que haya más oportunidades de empleo y a que haya menos paro, mientras que otros consideramos todo lo contrario. También hay teorías para relacionar las altas tasas de inflación con bajas tasas de paro. Lo expliqué en algún otro artículo. Pero de lo que no hay ninguna duda es de la realidad de las cifras de paro en nuestro país, y del crecimiento económico que sigue habiendo, pese a la crisis internacional.
Sin embargo, algunos pretenden seguir negando la evidencia. Es el caso de un alcalde de una pequeña localidad granadina, concretamente donde yo vivo, que se quejaba amargamente del problema que había ocasionado la reforma laboral del gobierno de España, que ya no permitía que hubiese bolsas de contratación rotatorias. Es decir, lo que este alcalde pretendía era que se siguiera repartiendo el poco trabajo que había (limpieza, ayuda a domicilio, obras….) en forma de contratos precarios de días o algunos meses. De esta forma, decía, se ayudaba a muchas familias necesitadas. Lo que le decíamos los partidarios de la reforma laboral era que lo mejor era hacer contratos más dignos y formar a la gente, para que no tuvieran que vivir de la “caridad”. ¿Recuerdan la parábola del pescador? Pero él insistió y hasta preparó una iniciativa, en la creencia de que firmarían cientos, o incluso miles, de alcaldes afectados, que forzarían al Gobierno a que cambiara la norma. Es más, llegó a vaticinar que en septiembre habría un gran colapso en el mercado laboral, que llevaría a un replanteamiento de toda la reforma laboral. Supongo que en sus delirantes sueños, se vería como un ídolo aclamado por las multitudes, que sería llevado en volandas por sus seguidores hasta la Moncloa, donde sería recibido por el presidente del Gobierno, que acabaría reconociendo su error. Claro, esto le supondría un ascenso “meteórico” en su partido, después de bastantes años ocupando solo puestos mediocres.
Días atrás hemos asistido a un espectáculo similar en el Congreso de los Diputados, en el que un Diputado ultraconservador afirmaba que no conocía a ningún español que se hubiese beneficiado por alguna medida del Gobierno. La respuesta de la Vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño, que es una señora muy comedida, no se hizo esperar, preguntándole si Su Señoría no conocía a ningún español que se hubiese beneficiado con el Salario Mínimo Interprofesional, o con las becas, o con los contratos indefinidos, o con las ayudas a los autónomos, o con el Ingreso Mínimo Vital…..La nada radical Ministra de Economía, fue sacada de sus casillas por tanta ignorancia. Le aconsejó que si no conocía a nadie de la España real que se hubiera beneficiado por todas estas acciones, que se cambiara de amigos.
Se puede entender que mientras que las encuestas sigan dando mayoría en las próximas elecciones a estos partidos conservadores, su preocupación no sea usar los datos económicos con rigor. Pero, tanta ignorancia, creo que es perjudicial para las personas que no se preocupan mínimamente por contrastar lo que dicen y, consecuentemente, para la misma democracia. Habrá que aguantar y seguir trabajando por los ciudadanos. Y para ello, nada mejor que pensar en positivo, apoyando y proponiendo aquellas medidas que beneficien a la mayoría.