Porque es necesario conocer la naturaleza para entendernos como seres humanos, el profesor titular del departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo, Ignacio Loy Madera, presenta hoy la ponencia ‘El origen de la inteligencia: psicología animal y psicología humana’, en la que abordará todas esas relaciones existentes entre la psicología humana y la animal, lo que nos acerca y lo que nos separa del resto de seres vivos.
En ella se podrán zanjar falsas creencias como que el humano se diferencia del resto de seres vivos por ser inteligente, cuando la realidad es que el ser humano es inteligente porque es una animal. Está enfocada, además de para el público en general, para biólogos, psicólogos, filósofos y también a los desarrolladores que trabajan en inteligencia artificial o robótica, ya que los modelos simples de comportamiento son para ellos muy importantes para programar modelos de simulación de la inteligencia.
Explicar el papel que tiene todavía una de las fundaciones de la psicología, que el la psicología comparada. Ya Darwin empezó a llamar la atención sobre la necesidad de estudiar el comportamiento, la inteligencia en todos los animales.
Esa forma de abordar el estudio comparado de una inteligencias con otras adoptó dos estrategias. Una es partir de las capacidades humanas e ir a ver hasta donde las tienen los animales y otra es, tomar un criterio e actividad psicológica y rastrearlo desde el ser vivo más complejo, hasta las formas más evolucionadas.
Lo que yo voy a defender es que lo que hay que hacer son las dos cosas, porque es la mejor manera de construir una visión correcta de nuestra conciencia. El problema es que nosotros no sabemos qué es nuestra conciencia si no es por un estudio evolutivo y no podemos hacer un estudio evolutivo sin tomar una decisión sobre qué es la conciencia.
Si nosotros partimos de que la conciencia es la conciencia del ser humano con lenguaje, con pensamiento complejo, etc. Eso a lo mejor lo tienen algunas especies de primates, pero es muy difícil que lo tenga un lagarto.
Pero claro, quién dijo que la conciencia era eso, por qué va a ser eso la conciencia. A lo mejor esa es una visión centrada en nosotros mismos que nos creemos muy listos, es mejor estrategia tomar un concepto y ver hasta dónde se puede llegar y llegando hasta allí volver y ver si nos permite reconstruir hasta arriba y si no nos permite hacer la reconstrucción, es que no es el concepto correcto.
Últimamente lo que se está dando es un avance mayor hacia el reconocimiento de capacidades de pensamiento, e inteligencia complejas en más y más animales. Por ejemplo, durante los último 10 o 15 años aumentó mucho el conocimiento sobre la inteligencia de las aves. Los biólogos se encontraron con la necesidad de suponer que en los inicios mismos de la vida, con las primeras células complejas eucariotas, en esas células ya se dan ciertos procesos de memoria de aprendizaje.
Entonces estamos llegando a una definición de lo que se llama mínima conciencia que se puede atribuir incluso a seres unicelulares y rastrear desde allí el avance de los procesos inteligentes hasta completar una visión de los seres vivos como seres inteligentes.
Por supuesto. El conocimiento humano no es algo que esté al margen de los procesos de la naturaleza. El conocimiento humano, que se pensó durante mucho tiempo que era poco menos que una participación del conocimiento divino, pues ahora al complicar el funcionamiento de los seres aparentemente más simples, estamos situando el surgimiento del conocimiento mucho más lejos de lo que creímos y de una manera evolutiva de desarrollo, no súbita o brusca.
Decir que el ser humano tiene una característica determinada que le hace ser humano y luego todos los demás animales tomados en su conjunto carecen de eso es absurdo, no tienen ningún sentido desde el punto de vista evolutivo. Nuestra forma de pensar, de ser, de comportarnos se parece mucho más a un chimpancé que cualquier comportamiento del chimpancé a un escarabajo. Sin embargo, todos esos son animales.
Tenemos que entender que la inteligencia, lejos de ser lo que nos hace humanos, es una característica de todos los animales y nosotros tenemos la nuestra porque somos animales. No somos humanos porque somos inteligentes, somos inteligentes porque somos animales.
La inteligencia es una característica de los animales y esto que no ha sido asimilado en general por la visión del mundo que se tiene hoy en día, la mayoría de la gente se comporta como si nosotros fuéramos unos animales especiales que podemos hacer lo que nos dé la gana con el resto de animales y eso nos está llevando a tomar decisiones erróneas con respecto a cómo nos relacionamos con el esto de animales y con la naturaleza.
Lo que tenemos que entender es que el registro evolutivo es discontinuo. De nuestro grupo de bichos sólo quedamos cuatro: chimpancés, gorilas, orangutanes, bonobos y nosotros. Evidentemente el ser humano es peculiar, es el único ser que vive como vive, que ha conseguido dominar la naturaleza en muchísimos ámbitos y que ha conseguido despegarse de la naturaleza mucho más que otros.
Pero eso no es una diferencia esencial. Si vivieran nuestros antepasados más cercanos veríamos que somos muy parecidos los unos a los otros y nosotros mismos nos pasamos la mayor parte de nuestra vida siendo cazadores recolectores. Estamos aquí desde hace 300.000 años, pero no vivíamos como vivimos ahora, éramos cazadores recolectores y lo seguimos siendo hasta hace 10.000 años.
De los 300.000 años que llevamos en el planeta, 290.000 fuimos una especie que se dedicaba a cazar y recolectar frutos como hacen los chimpancé, los gorilas o los orangutanes. Estamos muy cerca de ellos, en realidad, si pensamos en nuestra manera de vivir la mayor parte del tiempo.
Hay muchas diferencias. Lo que tenemos que entender es que la inteligencia está siempre vinculada a la manera de vivir. Hay determinados aspectos en los que algunos animales son más inteligentes que nosotros.
Por ejemplo, hay una especie de córvido que es capaz de recordar miles de lugares donde depositó semillas, las esconde durante el invierno y luego las encuentra con una tasa de más del 80%. En memoria espacial tienen una inteligencia mayor que la nuestra y hoy en día se sabe que la inteligencia no es una cosa, son muchas.
Nosotros lo que mejor se nos da es organizarnos para hacer cosas juntos. Los seres humanos se nos da muy bien organizarnos, repartir roles, aunque parezca mentira. Lo que caracteriza al ser humano es su capacidad de organización.
Eso también se ha dado en los animales, en las hormigas, las abejas, que construyen un superorganismo que se puede ver como una sociedad, donde hay un reparto de papeles, pero son por razones distintas.
Nosotros lo somos porque de manera inteligente, propositiva, somos capaces de detectar qué es mejor repartirse las tareas de esta forma o la otra.
Depende de lo que llamemos inteligencia. Si podemos hacer una comparación con la riqueza, qué es mejor, acumular riqueza toda tu vida y morir teniendo miles de millones que no podrás usar o ganar lo suficiente para vivir feliz y no cambiar nada más.
Aquí pasa igual. Quién es más inteligente, una forma que aparece millones de años antes que la extinción de los dinosaurios, como son los reptiles, por ejemplo los cocodrilos y sigue habiendo cocodrilos, porque es una forma de vida inteligente, lo suficientemente inteligente como para mantenerse viva durante millones y millones de años.
Ellos llevan millones de años, nuestra especie lleva 300.000 años y si mañana un dirigente un poco desquiciado le da por enfadarse más de la cuenta y aprieta el botón y nos destroza a todos, nuestra especie será una de las que menos tiempo pasó por esta tierra. Entonces, supuestamente los más inteligentes no me parece a mí que estén haciendo bien las cosas. A lo mejor no somos tan inteligentes como nos creemos.
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