Ignacio Cembrero sí sabe quién es ‘El agente oscuro’, el protagonista de las memorias anónimas que acaba de publicar Galaxia Gutenberg. Se infiltró primero para el CNI en círculos de extrema izquierda, en comunidades islámicas y en las filas de la inteligencia marroquí en España. El nombre del periodista es, sin embargo, el único que figura en su portada como autor de un prólogo en el que desmenuza la labor de los servicios secretos del país vecino y revela cuándo y por qué Marruecos interrumpió su cooperación en materia de seguridad, incluida la lucha antiterrorista, con España y con Francia.
–El verdadero ‘agente oscuro’ era su fuente, no su amigo.
– Un amigo es alguien en cuya casa hasta estado, cuya familia conoces... Yo no he estado en su casa y él no ha estado en la mía. Hemos tenido una relación muy basada en cosas que nos interesan a los dos como las comunidades musulmanas. Yo he aprendido mucho de ellas en España a través de lo que él me decía, sobre todo en algunas regiones en las que ha trabajado y especialmente del tabligh, que fue su 'especialidad', una comunidad minoritaria pero muy activa y poco deseosa de integrarse en la sociedad española.
–¿Cuándo le conoció?
– Hace doce o trece años.
–¿Algún capítulo de 'El agente oscuro' se desarrolla en Ceuta?
–Yo no sé muy bien dónde transcurren los episodios porque el autor ha cambiado los escenarios para que quienes fueron sus jefes no sepan muy bien de quién se trata. Tengo alguna duda de que no vayan a acabar descubriéndole pese a que ha cambiado nombres, coyunturas, escenarios, etcétera, aunque los hechos que narran fueron así a grandes rasgos.
–¿Qué destapa?
–Cuenta, por ejemplo, cómo se procede a la expulsión, yo diría irregular, de imames radicales o radicalizadores de los fieles. Cómo se les presiona para que se vayan... Yo sé que es así al margen de las expulsiones oficiales.
–¿Ceuta es un territorio fértil para el espionaje?
–Yo creo que hay un intento por parte de Marruecos y de sus servicios y del Ministerio de Asuntos Islámicos, que trabaja codo con codo con su Inteligencia, de controlar todo lo que se mueve en la comunidad musulmana. Como está impregnada de religiosidad lo primero que hay que controlar es todo lo que gira alrededor de las mezquitas, que como los imames y hasta algunos fieles están costeadas por Marruecos. No sé si es tierra de espías pero utiliza a sus agentes para intentar vigilar, influir y controlar a las comunidades musulmanas en las dos ciudades y también en la Península y otros lugares de Europa donde existen importantes grupos marroquíes o de origen marroquí.
–Su influencia y control de las mezquitas ha sido reconocida oficialmente.
–El ministro Ahmed Toufiq se sinceró y contó qué en Ceuta y Melilla financian casi todas. Es una información de EFE. Me sorprendió ese alarde de sinceridad aunque todos sabíamos que Marruecos intenta estar detrás de cada imam, de cada mezquita, de cada comunidad...
–¿Lo consigue?
–A medias. Lo consigue más que en la Península y prueba de ello es que el año pasado los imames de Melilla se apuntaron en el Registro para Ministros de Culto de Justicia y después se desapuntaron siguiendo consignas marroquíes, también porque pensaban que hacerlo era un poco reconocer la autoridad española en Ceuta y Melilla. A Marruecos le hubiese gustado que durante la crisis de Tarajal los imames se hubiesen manifestado de una determinada manera a favor de Marruecos y no lo logró. En la Península, sobre todo, tiene grandes adversarios como la versión española de Justicia y Caridad, que no coincide con el Islam que se intenta propagar desde Marruecos.
–Usted cita a la FEERI.
–Ellos siempre insisten en que no son Justicia y Caridad sino asociaciones u organizaciones musulmanas españolas. Yo no digo que reciban órdenes de sus clérigos en Rabat, pero su teología, su forma de actuar, se sitúa en la órbita de lo que coincide con lo que practica en Marruecos. No solo existe en España, sobre todo Murcia, sino también en otros lugares de Europa. Además hay otras afines al PJD.
–El presidente de la Comisión Islámica de España (CIE), Riay Tatary, se mostró receloso con cautela sobre el papel de Marruecos con las comunidades de Ceuta y Melilla.
–La Comisión intenta nadar y guardar la ropa. Ahí hay personas que llegaron aquí en los años sesenta o setenta, como el propio Tatary. También elementos promarroquíes y cercanos al PJD... En España y los países europeos este tema del Islam es muy complicado y está muy dividido y fragmentado, lo que resta mucha fuerza a sus reivindicaciones.
–Usted mismo anhela la aparición de “un Islam independiente con los colores de Europa”.
–Sería totalmente positiva.
–¿Resulta más cómoda la realidad tal y como está?
–Hay una cierta dejadez. No se trata de ‘que me lo controle Marruecos’, pero mientras no me perjudique lo que haga con sus nacionales, con sus inmigrantes en España o Europa... Dejo actuar. Es un poco lo que sucede en España. Creo que las autoridades españoles siempre intentarán evitar que un marroquí esté al frente de la CIE y no por xenofobia o racismo sino por temor a que pueda ser sensible a las indicaciones de Marruecos. Aquí se obstaculiza la labor de sus Servicios Secretos salvo que se pasen tres pueblos, como sucedió con Ziani en Barcelona en 2013. Se cree que su labor no es perjudicial para España y que en ámbitos como la colaboración antiterrorista es incluso clave, también, aunque menos, para la inmigración. Puede haber roces y en Francia hemos visto uno muy espectacular que se remonta a 2014-2015 aunque nos hemos enterado ahora. Aquí Ziani, que era un hombre destacado de los servicios marroquíes en Barcelona fue expulsado en mayo.
–¿Marruecos no consigue más porque no pisa el acelerador?
–Consigue mucho. Que los imames de Melilla se den media vuelta, que si hay expulsiones de agentes no trasciendan salvo el caso de Ziani, que nunca se haya sentado un espía marroquí en el banquillo a diferencia de Alemania o Bélgica... Se le cortó la cabeza al comandante general de la Guardia Civil de Ceuta tras el incidente del 7 de agosto de 2014 cuando la lancha real fue interceptada.
–A veces da la impresión de que se suscitan rabietas un tanto infantiles como esa o la de atribuir a Aznar la paternidad de un bebé.
–Para ellos no hay ningún infantilismo en esos temas. Con el primero consideraron que se había ofendido al rey y que había que dar una réplica que consistió en eso, en obligar a España a excusarse varias veces: el ministro viajó para pedir disculpas, se elaboró un informe asumiendo todas las culpas y anunciando la destitución del jefe de la Comandancia de la Guardia Civil... Con Aznar el tipo de venganza sí fue algo absolutamente infantil y conmigo también aunque pueda ser desagradable que me usurpan la identidad en Facebook. Cuando se trata del rey no porque ellos insistieron en que habían comunicado a las autoridades españolas que la lancha real pasaría camino de Tánger. Se buscó y nunca se encontró ninguna comunicación marroquí.
–¿Con este libro ha cambiado su imagen de los espías?
–Hace 30 años quienes trabajaban para los servicios secretos que yo he conocido mantenían conversaciones de barra de bar. A lo largo de mi vida he podido leer telegramas de embajadas al Ministerio de Asuntos Exteriores de países del tercer mundo y con regímenes dictatoriales y he podido sobrevolar o me han contado informes de servicios que me ha parecido siempre que atinan mucho más porque hacen lo mismo que los buenos periodistas, patear la calle y respirar el ambiente real. los diplomáticos siguen teniendo una visión bastante deformada de la realidad porque en el fondo no pisan la calle: viven en un mundo aparte de mucho cóctel, despacho y periódico oficialista.
Cembrero desvela en ‘El agente oscuro’ que Marruecos suspendió la colaboración antiterrorista por la crisis con el yate real en aguas ceutíes
Marruecos se tomó como una afrenta casi imperdonable el incidente que, en agosto de 2014, involucró a una embarcación del Servicio Marítimo de la Guardia Civil que dio el alto en aguas jurisdiccionales de la ciudad autónoma al yate en el que Mohamed VI se dirigía hacia Tánger. Durante los días siguientes se registró una salida de pateras con inmigrantes sin precedentes ni aparente coacción por parte de las Fuerzas de Seguridad del Reino alauita, pero el malestar del país vecino fue en realidad mucho más lejos.
Según desvela Cembrero en el prólogo de ‘El agente oscuro’, los españoles también fueron “castigados con la supresión temporal de la cooperación en materia de seguridad” como lo fue Francia del 20 de febrero de 2014 al 31 de enero de 2015, periodo durante el que “el CNI y el Cuerpo Nacional de Policía sirvieron a veces de enlace para hacer llegar a París informaciones relevantes suministradas por Rabat”.
“Así se lo comunicó el ministro del Interior marroquí, Mohamed Hasad, al secretario de Estado de Seguridad español, Francisco Martínez, poco después de que el 7 de agosto de 2014 la Guardia Civil diera el alto por error, en aguas de Ceuta, a la lujosa lancha de recreo en la que navegaba el rey Mohamed VI rumbo a Tánger”, detalla el periodista, que recuerda que “después, el 11 y el 12 de agosto, Rabat se vengó también de aquella interceptación relajando el control de sus costas septentrionales”. En esos dos días “llegaron a las costas andaluzas unos 1.400 ‘sin papeles”.
"El propio Fernández Díaz se trasladó a Tetuán para excusarse por tercera vez”
España tuvo que hacer casi de todo y más para volver a contar con la complicidad de los marroquíes. “El Ministerio del Interior se disculpó por aquella metedura de pata del Instituto Armado. El jefe de gabinete del ministro, Javier Conde, y el teniente general de la Guardia Civil Pablo Martínez Alonso, que estaba entonces al frente del Mando de Operaciones, viajaron enseguida a Rabat”, explica Cembrero.
En la capital marroquí entregaron “un exhaustivo informe entonando un mea culpa y anunciando la destitución del jefe de la Comandancia de Ceuta, el teniente coronel Andrés López”, que el 15 de agosto fue enviado a Sevilla.
El propio Jorge Fernández Díaz, ex ministro del Interior se trasladó a Tetuán “para excusarse por tercera vez”. Sólo entonces Hasad “le levantó el castigo”.
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