¿El pleno de la traición?

{jaimage crop="TL" /}La aprobación, con el único respaldo del PP, de una propuesta para pedir al Estado que escuche a Ceuta antes de permitir el voto de los marroquíes en las elecciones terminó con acusaciones de traidores, recuerdos del Perejil y hasta reminiscencias del pasado con la lucha política por ser comunidad autónoma Empezar un punto concreto del orden del día proponiendo que el Gobierno de la Nación dé audiencia a los gobiernos de Ceuta y Melilla antes de aprobar cualquier posibilidad de que los marroquíes residentes puedan votar en los comicios locales y terminarlo con acusaciones de traición y recuerdos hasta de la recuperación gloriosa de la isla de Perejil puede pasar. De hecho, por esperpéntico que parezca, sucedió ayer.
El portavoz del PP, Guillermo Martínez, comenzaba su exposición sin pensar que iba a tener que terminarla haciendo una defensa a ultranza de lo que su partido ha hecho por Ceuta. El punto trataba sobre la necesidad de conseguir un acuerdo plenario para instar al Gobierno central a que se dé audiencia previa a las ciudades de Ceuta y Melilla. El fin: que ese derecho al voto no afecte a las hermanas ya que existe “inquietud y preocupación” por lo que ese voto puede suponer para los comicios de ambos puntos. Martínez detalló a los partidos de la oposición que la Ciudad había hecho ya sus deberes. ¿Y cómo? Primero manteniendo contactos con la Delegación del Gobierno para mostrarle su inquietud por este asunto. Segundo, encargando un informe jurídico para ver la viabilidad de esta propuesta. Y tercero, buscando lo que ayer pretendía, ese respaldo de todas las fuerzas para que desde el Gobierno central se le tuviera consideración a lo que decían las dos asambleas españolas ubicadas en el norte de África.
El PP consiguió sacar adelante la propuesta pero arrastrando sólo sus votos, y llevándose un buen rapapolvo de la oposición que votó en contra. Y lo hizo no porque Caballas y PSOE piensen lo mismo sobre este asunto, más bien todo lo contrario.
Los primeros utilizaron entre sus argumentos la vena más sensible, más histórica y más molesta de las que puede haber: recordar las promesas pasadas y, de paso, molestar, con eso, al personal. Se encargó de hacerlo el concejal Juan Luis Aróstegui, quien, sin miramiento alguno, llamó “traidores a este pueblo” a todos los que estaban sentados en la bancada popular. ¿La respuesta? Mientras Francisco Márquez perdía los nervios, se llevaba las manos a la cabeza acompañado de otros colegas de partido, el presidente pedía calma con gestos de tranquilidad. Tocaba aguantar el discurso y el rechazo a la salida de Aróstegui se quedó sólo en gestos.
¿Y por qué llamaba el miembro de Caballas traidores a los populares? Ahí empezó su argumentación. Para el concejal, nada de esto se estaría debatiendo si Ceuta fuera una comunidad autónoma igual que las demás del país. Algo, que dijo, no se ha conseguido porque “ustedes son unos traidores a este pueblo, son unos mentirosos que no han dicho la verdad al pueblo de Ceuta porque el PSOE ha estado allí, pero ustedes no pueden defender una cosa y la contraria, conformarse con el Parlamento de la señorita Pepis y pedir que se acote la Ley para Ceuta, porque si España firma un acuerdo sobre voto en las municipales se aplicará en Punta Umbría y aquí, porque esto es España”. Recordó, que quedaba gente en el PP que había peleado con otros políticos de la época como él por pedir ese rango, citando expresamente a la figura de Paco Antonio González Pérez y las promesas que hiciera, como diputado, de que su partido abordaría este asunto si gobernaba. “¿Traidores?, póngale el nombre que ustedes quieran”, enfatizó, recordando a los indignados de bancada que ellos no eran de ese Partido Popular que había luchado por la Transitoria Quinta y que habían incumplido ese compromiso.
Metido en la arena política, Aróstegui acusó al Partido Popular de pretender lavar su “conciencia” y de “blanquearla” con propuestas como ésta. Les pidió que aclararan en se momento qué es lo que pretendían aprobar en ese pleno ordinario y con qué argumentos, detallados, iban a defender que un acuerdo nacional no se aplicara en Ceuta y Melilla. “No se puede engañar, quieren aparecer como adalides de no sé qué... aquí no se puede venir a pedir el voto sin saber qué se quiere decir”, espetó.
La postura de Caballas provocó que Martínez cumpliera su papel de portavoz pidiendo, de entrada, que mostrara disculpas y retirara la acusación de traidores que Aróstegui había fundamentado en hechos históricos. Y además, le acusó de desviar el debate. Insistió en más de una ocasión en que el asunto era sencillo de entender: nada más se trataba de aprobar que se escuche a las asambleas y advirtió a Aróstegui que el hecho de ser comunidad nada cambiaría el asunto a tratar. De hecho la propuesta, se esforzó en explicar Martínez, rodea a la consideración que se da a las elecciones que se celebran en Ceuta, consideradas como  comicios “en entes territoriales con Estatuto de Autonomía”, lo que debería provocar que se abordará este asunto de distinta manera que en el resto del país.
Con la postura ya debatida, y sabiendo que tanto Caballas como PSOE iban a votar en contra de la propuesta popular, empezó la fase sentimental del asunto, al hacerse alusión a momentos en que el PP se había implicado en la soberanía española. El espíritu Perejil volvió a aparecer, lo que motivó que el diputado José Antonio Carracao reclamara mayor seriedad lamentando que los populares echaran mano de un “discurso del miedo” buscando “reeditar un nuevo Perejil” ya que, dijo, “quieren rememorarlo con un interés mediático”.
Carracao pidió que en asuntos como el de marras no se echara mano de un discurso de “asustaviejas”, reclamando del PP una contribución a la calma. “No tiene sentido esta propuesta”, espetó, recordando que lo que había que asegurar es que la celebración de las elecciones en Ceuta sean consideradas como autonómicas, buscando además una valoración de la Junta Electoral de Zona a favor de las tesis que se defiendan por los partidos, ya que en la actualidad maneja y defiende criterios bien distintos a los que presentaba ayer el PP.
Con las posturas ya aclaradas llegó el momento clave: ¿hay inquietud sobre el voto posible de marroquíes en Ceuta y Melilla?
Para el PP, por boca de su portavoz Guillermo Martínez, está claro que sí, de ahí que llevaran a debate este asunto. Para Caballas, no. Y esta negativa la fundamentó en el hecho de que hasta la fecha no se ha producido, más allá del ámbito puramente local, manifestaciones de miembros del PP a nivel nacional sobre este asunto. Ni tampoco, dijo Aróstegui, se ha visto esa inquietud en medios afines el PP como “la batería mediática filofascista” mentando expresamente a Intereconomía.
Para Caballas detrás de esa inquietud en la que se apoya el PP está “un problema político de fondo que incomoda”, como es el hecho de no ser comunidad autónoma, y una necesidad de “lavar conciencias”. Raro en el concejal Aróstegui, llegó a tener buenas palabras hacia el PSOE del que, dijo, había hecho más por Ceuta y su españolidad que el PP al traer al Rey y al presidente del Gobierno, lo que le sirvió para menospreciar la visita que hiciera José María Aznar como candidato del PP burlándose de que lo bajaran por una escalerilla desde un helicóptero.
Así las cosas que con acusaciones de soberbia absoluta, parida de la boca de Carracao, y con otras de propuestas confusas, procedentes de Caballas, el PP pudo en solitario sacar su propuesta adelante. ¿Qué pasará ahora? Que este acuerdo plenario, aun careciendo de la unanimidad de las distintas fuerzas de seguridad, se trasladará al Gobierno de la Nación para que la Ciudad pueda poner su ideario ante la tramitación de tratados internacionales que vayan a permitir el voto de marroquíes después de la reforma constitucional llevada a cabo por el vecino país. Márquez y Vivas
El diputado Márquez fue sin duda uno de los populares más molestos con las intervenciones específicas hechas por Aróstegui, hasta el punto de que el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, tuvo que llamarle la atención haciéndole gestos para que se tranquilizara. Hubo una clara indignación entre los populares cuando se les llamó traidores, mientras que entre los populares que se encontraban de público en la sesión plenaria había gestos contrariados por la situación. Fue uno de los momentos de mayor tensión de los registrados en la sesión plenaria de ayer. Repartidas
Mientras que el PP mantuvo casi de forma ininterrumpida -salvo excepciones- a Martínez como portavoz para defender los distintos puntos, en el caso del PSOE siempre lo hizo Carracao mientras que en Caballas hubo reparto de varios turnos, como viene siendo ya habitual entre los miembros de la Coalición. La españolidad
El debate prometía y al final con el punto incluido en el orden del día hubo sus más y sus menos. Los debates terminaron en el asunto de la españolidad y si bien no se mentó a la figura de Trillo y los legionarios, sí que se recurrió al mítico Perejil. Los portavoces volvieron a sacar pecho sobre quién defiende más o menos la bandera hasta que Martínez terminó zanjando el asunto con el deber que se le presupone a los 25 miembros de la Asamblea de defender, precisamente, esa españolidad. El PP en solitario
Los diputados de la oposición, siete en total, no dieron el apoyo a la defensa popular aunque por distintos motivos. Al final los populares se quedaron en solitario con su mensaje.