Ideología sectaria y política insolidaria

En el anterior legado, cuyo título era “Despolitizar el patrimonio”, comentábamos nuestra preocupación ante el siempre delicado asunto de utilizar el patrimonio histórico con fines políticos e ideológicos. Los posicionamientos de nuestros políticos nos están ofreciendo un panorama nada bueno en lontananza, haciendo aflorar la peor parte de ellos en la defensa de lo que siempre han sentido como legítimo (lo nuestro frente a lo de ellos y viceversa), regodeándose en la imposición sobre el otro sin el más mínimo deseo de trascender a tanta simpleza y mediocridad de ideas.
Nunca debimos aceptar que el día de Ceuta fuera el de la conquista portuguesa. Siempre hemos defendido la institución de un día neutral que no comprometiera ideológicamente y dejara a los muertos del pasado en paz y a salvo bajo el escrutinio de eruditos independientes de la historia.
Este día de Ceuta conmemora un hecho trascendente para nuestra historia, pero es también una celebración claramente desunificadora y excluyente en la Ceuta de hoy, que invita a los juicios morales sobre el pasado. Siempre nos ha parecido una torpeza política auspiciada por anteriores gobiernos y que se mantiene con el actual. Celebrar la conquista portuguesa ahonda en la diferenciación religiosa y, por extensión, también procura un guiño simpático a la expulsión de los musulmanes de la península y de Ceuta. En aquellos tiempos convulsos se produjeron grandes enfrentamientos entre españoles con distinto credo que tuvieron enormes consecuencias para la evolución social de toda la región. Las tesis de Gozalbes Busto sostienen que el corso, tan temido en el Estrecho, fue mantenido principalmente por los “Muyaidines del bahar”, que no eran sino españoles de credo musulmán desposeídos y expulsados que no se resistían a renunciar a su patria por cuestiones de índole religiosa. A partir de aquí existen ríos de tinta sobre la historia ceutí de asedios y privaciones en las que las ciudades de Tetuán y Chefchauen fueron relevantes.
Todavía sin la recuperación oportuna de la celebración del día de Ceuta, nos vuelven a sobresaltar con la creación de una fundación para la conmemoración de la conquista portuguesa de nuestra ciudad. Otro gesto inapropiado que trata de afianzar la decidida apuesta por el periodo histórico que más refrenda el ideal político que se quiere fomentar entre la población: cristianismo católico y desarrollo económico de la mano de la subvención. Todo este intento de consolidar no se sabe bien qué es inquietante en su concepto y mensaje oculto pero, por otra parte, imposible de asumir en tanto en cuanto que la mitad de la población de Ceuta es de religión musulmana.
La implicación del IEC (Instituto de Estudios Ceutíes) es aun más inquietante ya que se ha pronunciado sin ambages hacia la participación en este proyecto político-ideológico. La coherencia en el funcionamiento de una institución es importante, y creemos que debería celebrarse al menos un pleno local especial para tratar este delicado asunto antes de seguir adelante. La decisión de estar integrados como institución en esta fundación para la conquista portuguesa debe recaer en los miembros. Otra cosa es la adscripción individual de miembros del IEC al proyecto.
El modo de funcionamiento de un partido político es profundamente sectario y muy cerrado, como un ensimismamiento delirante que obnubila. Mucho más en el caso de Ceuta donde parece que habrá gobierno del partido popular para muy largo. Estos procedimientos partidistas no deberían aplicarse a la creación de instituciones de esta índole y, desde luego, no deberían participar las instituciones culturales y científicas como el IEC, actuando de voceros académicos del evento. El IEC no es una institución para glorificar el periodo portugués ni ningún otro periodo histórico y lo que mejor hace, además de producir conocimiento y organizar jornadas, es asesorar cuando se le consulta a través de sus expertos. La votación reiterada de la misma junta rectora del IEC solo explica la desilusión y el conformismo de la mayoría y no la excelencia en la gestión. Por su puesto no legitima a tomar decisiones que dañen a la larga la independencia y autonomía de la institución académica.
Quisiéramos comentar también una intervención desde nuestro punto de vista desafortunada de la actual senadora del partido popular en representación de nuestra ciudad. Parece que la caja de Pandora que comentábamos en el anterior artículo está abierta de verdad. Con el día de Ceuta y la fundación para la gloria portuguesa ahora también se producen declaraciones políticas algo sorprendentes por el contexto en el que se dicen. Hace unas semanas el periódico el Faro se hacía eco sobre comentarios de la senadora en contra de que se beneficiaran los marroquíes fronterizos de la asistencia sanitaria en Ceuta. No queremos hacer demagogia de este delicado asunto y estamos seguros que no se refería a la atención de personas en urgencia o en peligro de muerte pero sí a otro tipo de atenciones que incrementan como no podía ser de otra manera la cuenta del gasto público. Reconociendo que se cometen abusos, tampoco es menos cierto que nuestra ciudad cumple algunas misiones interesantes en relación a la educación, la acogida de niños y la sanidad. Lo cual sirve para equilibrar moralmente nuestro beneficio en relación a los servicios mucho más baratos que encontramos en los trabajadores marroquíes o de los productos que compramos a mucho menor precio en Marruecos. La solidaridad y el alivio del sufrimiento podría ser uno de los argumentos que España debiera argumentar ante Marruecos siempre que se produzcan las sempiternas reivindicaciones sobre nuestras ciudades. Sensibilidad inteligente frente a argumentos con la única lógica de la proximidad geográfica. Obviamente, las declaraciones de la representante en el senado pretenden desgastar al adversario político con las armas legítimas que se tienen al alcance, pero quizá hay asuntos que simplemente no deben comentarse sin caer en la rudeza del argumento y en la apariencia de ausencia de sensibilidad social. Aliviar el sufrimiento de muchas personas, aunque estas sean de otro país, y eximirles de los desembolsos abusivos que piden en su país, no creemos que deba perseguirse a pesar de que se cometan abusos.
En otras ocasiones hemos indicado que estábamos asistiendo a una religionización de la política y creemos que toda esta reivindicación de la historia portuguesa de Ceuta es, en cierta medida, algo cercano a esta idea. Incluso puede que los impulsores no lo hayan pensado de esta manera pero el resultado es el que es. También habrá que indicar que hay muchos indiferentes, tanto de una confesión religiosa como de otra, a pesar de la maquinación política. En definitiva, no nos parece bien conmemorar un día de lucha entre diferentes credos monoteístas, ni creemos que sea el mejor camino para incluir a una población musulmana que no cesa de llegar a nuestra ciudad y que proviene en su mayor parte de ciudades y zonas del norte marroquí.
El papel de las ciudades de Ceuta y Melilla en el devenir histórico está desembocando en una acción solidaria con el vecino y este es un aspecto que debe potenciarse de cara a un futuro entendimiento con Marruecos. Por todo lo expuesto, continuar insistiendo en una visión sesgada de la historia es poco inteligente.