Dicen que lo más probable es que fuera un argelino. Pero lo dicen en base a las hipótesis manejadas por un
Instituto Armado que se mueve por su experiencia. Son tantos los cadáveres recogidos en el mar que hasta esto se intuye. Pero realmente nadie sabe quién es ese joven cuyo cuerpo sin vida fue escupido por el mar en la playa del Tarajal. Ese joven en el que se fijaron cámaras de televisión, fotógrafos y decenas de porteadores que seguían la ruta Marruecos-Ceuta en busca del sustento diario. Este sábado su cuerpo ha recibido sepultura en el cementerio de
Sidi Embarek. Hasta allí ha sido trasladado con orden judicial después de agotarse un tiempo máximo para intentar ponerle nombre y apellidos sin éxito. La funeraria Al-Qadr se ha encargado de los trámites, de nuevo, repitiendo un proceso mecánico pero siempre igual de penoso. Al menos estas personas cuyos cuerpos sin vida paran en la estación de Ceuta tienen una despedida digna, se les da un último adiós con el respeto y presencia de unos pocos.
Ni fichado ni nadie ha reclamado el cuerpo
La Policía Judicial de la Guardia Civil intentó averiguar algo sobre su pasado. No estaba fichado ni nadie se ha presentado reclamando su cuerpo. No es tampoco el argelino con un tatuaje en el brazo al que sus compañeros siguen buscando. Sus datos personales se los tragó el mismo mar que debía haberle servido de traslado al mundo de sus oportunidades pero que terminó siendo su tumba. Ya descansa bajo tierra. Como tantos otros jóvenes fallecidos de la misma manera. Se pone el punto y final a una nueva crónica de la inmigración en Ceuta con destino trágico. Una nueva crónica en la que se recogen los dramas de esas personas que son capaces de todo, de arriesgar sus propias vidas solo por dejar el otro lado. Como lo hizo este joven. El que ahora queda registrado en el juzgado como varón sin identificar y en Sidi Embarek con un número. Otro caso más de los sin nombre.