Con la visita girada ayer al Banco de España por el número 3 del Ministerio de Justicia se confirma que la apuesta por este edificio como futura sede judicial es algo más que una idea. Otra cosa es que termine siendo definitiva y, al final, nos topemos con una acción política con respaldo suficiente como para que, de una vez por todas, el sector judicial disponga de una sede única y digna. Porque en este pueblo se ha jugado mucho con el ámbito judicial. Demasiado, para que al final no se hayan logrado resultados. Eso en mi pueblo se llama cachondeo, aquí se rebaja a eso de imprevistos. Ustedes llámenlo como quieran, pero estarán conmigo en que algo de pitorreo ha existido desde que se aceleró aquella expropiación versus engaño de los terrenos del Cine África para hacer el Palacio de Justicia hasta que se nos llegó a confirmar que ya se contaba en Madrid con el apoyo de hacer la ciudad de la Justicia en Maestranza.
Yo creo que en la clase judicial se han convertido en escépticos que reciben anuncios de proyectos, visitas, compromisos y demás, sabiendo que, después, seguirán topándose con la cruda realidad de salas viejas, arquitecturas obsoletas, sedes dispersas y sistemas que fallan.
Ahora tenemos la propuesta del Banco de España encima de la mesa. La verdad es que tener esa infraestructura cerrada a cal y canto en pleno centro resulta insultante. La opción barajada como posible sede es aplaudida incluso por los peces gordos de justicia. Solo queda por saber que esa promesa política se traduzca en un claro interés institucional para que por fin la ciudad tenga una sede en condiciones que garantice una buena atención a los ciudadanos pero también a sus profesionales para que puedan trabajar en condiciones.
Las goteras, las plagas de pulgas, la deficiencia estructural... han copado noticias sobre un sistema que tiempo ha debería haber contado con ese apoyo que se ha acostumbrado, demasiado, a darle esquinazo al ámbito judicial. Los hombres de negro son escépticos. Yo me quedo con el detalle de haber escrito ya la quinta promesa de sede única en los 15 años que llevo en esta tierra, que no es poco.