El mundo es muy grande y es lógico no conocerlo en su totalidad. Lo mismo nos pasa con nuestro propio país y hasta con la región en la que se ha nacido o se vive durante muchos años. Algunas personas puede que no conozcan bien, con detalle, la ciudad en la que nacieron y viven en ella muchos años. Son muchas las cosas que nos pasan desapercibidas por falta de atención o, tal vez, de interés. Hoy he visto a la ligera una colección de acuarelas de Andalucía que me ha enviado - por correo electrónico - una antigua amiga. Me he dado cuenta de lo poco que conozco y de lo mucho que hay por conocer porque te llena el alma, te llena de admiración y de deseos de apropiarte de ese rincón que acabas de ver en alguna de esas acuarelas. Quizás no llegue nunca hasta ese lugar, pero su imagen siempre me acompañará.
Conocer un lugar no es sólo verlo; hay que vivirlo por medio de la sensibilidad personal. No siempre nos comportamos, en la vida, con la sensibilidad abierta a la belleza, a la delicadeza, al buen hacer, al mejor entendimiento de lo que se nos dice. No siempre está abierto nuestro corazón a recibir la pena que hay en la mirada de una persona, con la que te cruzas en la calle, que no se atreve a mostrarte su mano abierta en demanda de una limosna. No está acostumbrada a hacer ese gesto, pero su mirada sí que te habla de un mundo de dolor moral. A nuestro lado pasa algo que nos habla al corazón y lo desconocemos; nuestra mente está en otra cosa. importante tal vez, pero esa lección que debimos aprender no la hemos atendido, la hemos dejado pasar, como tantas otras cosas buenas que no conocemos.
El día - tu día y el de todos - está lleno de detalles importantes, así como de otros que son de otro estilo e importancia para tu vida - la de cualquier persona - y es fundamental estar atentos para elegir lo que verdaderamente es bueno y necesario para nuestro sentir. Esa acuarela a la que citado al principio tiene, en sí misma, una llamada a la sencillez, a la calma , a la visión amplia de un horizonte al que no acabas de alcanzar con la vista, aunque te hace suponer una prolongación de lo que estás viendo cerca de ti; es, en esencia, una invitación a la meditación de lo que será tu propia vida a lo largo del tiempo. Lo sencillo, lo que no perturba la mente, es un excelente compañero de viaje en la vida. Hay que llegar a asentarse en la sencillez y la calma para mejor entender el quehacer de la vida.
No hace falta un observatorio cuajado de medios sofisticados para detectar hasta lo más insignificante; lo que es necesario es lo que muestra esa acuarela, la sencillez de la calma de la vida abierta plenamente a la verdad. Eso lo tienes en sitios muy variados y aquí, en un lugar de Andalucía se muestra éste, el de la acuarela, que fue recogido por el sentir de quien fue capaz de reproducirlo en una tabla por medio de sus pinceles. Él hizo su labor, guiado su arte por sus sentimientos y a nosotros nos queda - a mí al menos - saber interpretar fielmente cuales fueron esos sentimientos. Toda persona tiene muchas ocasiones para recibir una impresión similar a la que produce esa acuarela. Desde la mano tendida de quien necesita algo para comer hasta esa otra mano que pide cualquier otra cosa.