Sociedad

“Huir a Europa era la única salida para volver a casa”

En estos días son muchas las historias que estamos escuchando de españoles a los que se les torcieron sus vacaciones y se quedaron durante días atrapados en el país vecino, Marruecos. Compatriotas a los que la decisión unilateral del reino alauita de cerrar todas sus fronteras les sorprendió de vacaciones. Unas vacaciones que se vieron truncadas por la incertidumbre y el miedo ante la pandemia mundial provocada por el COVID-19 y por la “ausencia total de información” por parte de la Embajada.

Según esta le dijo a algunos de los turistas, eran unos 15.000 los españoles que estaban en la misma situación: perdidos, abandonados a su suerte, sin saber qué hacer, a dónde llamar o a quién pedir ayuda.

Muchos corrieron a la que parecía la solución más rápida: atravesar la frontera y volver a la Península por Ceuta, pero ante el anuncio de Marruecos de cerrar sus fronteras a cal y canto, muchos optaron por otra opción: volar desde Marruecos a otros países de Europa con los que aún había conexiones y, desde ahí, “buscarse la vida para regresar a España”. Esa fue la única respuesta que muchos obtuvieron por parte de la Embajada y el Consulado.

Ese es el nexo de unión entre la historia de Lara y de Belén, dos españolas que viajaban de vacaciones con sus parejas cuando se decretó el estado de alarma y que tuvieron que volver a España desde otros puntos de Europa con viajes “interminables”. Aunque, eso sí, se sienten afortunadas “por haber podido volver y estar ya en casa”. Eso Belén, porque en realidad Lara aún no ha llegado a su casa.

Lara y David son una pareja de barceloneses que desde hace un par de años vive en Florencia y que decidieron programar unas vacaciones a Marrakech. Así, el día 3 cogieron su vuelo desde Pisa, dispuestos a pasar “algo más de una semana” por la antigua capital marroquí. “Aunque en Italia la cosa estaba fea, no pensamos que fuera tan grave y teníamos todo reservado desde hacía muchísimo tiempo”.

Pero su “odisea” comenzó el pasado 11 de marzo cuando en una excursión organizada por la ciudad se enteraron gracias a unos italianos de que habían cerrado todas las fronteras y cancelado los vuelos, algo que Lara pudo confirmar al llegar al hotel y conectar su móvil al wifi. “¿Y ahora qué hacemos?”, recordó Lara ya que su vuelo de vuelta a Pisa salía el día 12.

Con los nervios en el cuerpo, llamaron a la aerolínea, que les envió un email con la cancelación de su vuelo y “nos dijo que teníamos la opción de llevarnos a otro país sin coste alguno, era lo único que nos podían ofrecer”, aunque “con más suerte que otros españoles nos devolvieron el dinero íntegro de nuestro vuelo”.

También llamaron a todos los Consulados de España en Marruecos, pero la respuesta era la misma: “No nos podían ayudar, que nos fuéramos cuanto antes por nuestros propios medios a otros países europeos porque Ceuta estaba cerrado y no nos podían asegurar si se abriría de nuevo o no”, destacó Lara, tras lo que explicó que “no ayudaron en nada y nos dijeron que nos buscáramos la vida”.

Por eso,el mismo día 12 decidieron comprar un vuelo de vuelta a Barcelona, donde reside la familia de ambos, pues “en Italia ya era imposible entrar y también teníamos miedo”, pero esa misma tarde se enteraron por las redes sociales y por mensajes de amigos de que se había cerrado el espacio aéreo entre Marruecos y España.

El día 13 a las 5:00 horas eran de los primeros en la cola de la aerolínea reclamando una solución. “Había mucha gente, mucho estrés, gente pagando dinerales por volver, gente pegándole al personal de atención al público, gritos, llantos, todos estábamos muy nerviosos pues el miedo de todo el mundo era quedarnos allí atrapados con el coronavirus ya que el sistema sanitario de Marruecos está a años luz del europeo”, recordó Lara.

Pero finalmente, encontraron la solución: volar ese mismo día de Marrakech a Stuttgart (Alemania) y de allí a Málaga al día siguiente. Al llegar a Alemania, Lara y David compraron un vuelo directo para el sábado por la mañana a Barcelona, donde están desde ese día “sin intenciones de volver a Italia de momento”. Pero “en nuestro caso, aún tuvimos suerte y llegamos rápido a España”, concluyó Lara.

Una historia parecida a la de Belén y Juan, un matrimonio que viajó desde Santander, su tierra, a la antigua capital de Marruecos el día 9 y al siguiente se fueron a una excursión de tres días por el desierto de Merzouga. “Menos mal que como mis padres son mayores compré una tarjeta con llamadas y wifi para poder estar comunicada”, recordó Belén.

Así, el día que volvían del desierto, el 12 de este mes, se enteró del cierre de las fronteras por un WhatsApp de una amiga que “pensaba que se estaba quedando conmigo, pero de camino al hotel vi que no, que era verdad”, continuó, y su vuelta estaba programada para el 13. En el hotel, llamó al consulado para ver qué hacían y la respuesta fue que “éramos unos 15.000 turistas en Marruecos, que nos buscáramos la vida, pero que por Ceuta no se podía salir”.

Desesperados, buscaron vuelos de Marrakech a Burdeos (Francia) y a Oporto (Portugal), que resultó vencedora. La nueva ruta de vuelta sería de Marrakech a Casablanca y de ahí a la ciudad portuguesa, por lo que pasaron una noche más en Marrakech y al día siguiente pondrían rumbo a Oporto, pero faltaba ver “cómo volvíamos de Oporto a Santander”.

“Además, al llegar a Oporto llamamos al Consulado allí y nos dijeron que en veinte minutos desde el mismo aeropuerto salía un autobús a Vigo y corrimos para cogerlo”, recordó Belén ya entre risas. Por lo que su vuelo de Oporto a Bilbao lo perdieron “con la idea de llegar antes a Santander desde Vigo”. Pero “al llegar a Vigo otra odisea, era tarde y en ningún hotel u hostal nos dejaban quedarnos porque el Gobierno ya lo había prohibido”, pero al final encontraron uno cerca en el que pasar la noche y al día siguiente recorrer en un coche de alquiler los 600 kilómetros o 7 horas de viaje que les separaban de su casa. “Al final hasta tuvimos suerte porque nosotros disfrutamos del viaje no como otros españoles que les pilló nada más llegar”, concluyó Belén, en la narración de esta odisea.

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