Cada jornada en el puerto se repite la misma película: inmigrantes que intentan colarse en los camiones desesperando a los transportistas -que ya han pedido la mediación del delegado del Gobierno- y jugándose la vida.
Algunos de ellos acaban de llegar en balsas, y vienen conociéndose la historia de que allá en esa ciudad llamada Ceuta hay camiones que salen todos los días y te llevan a la península. Para los más fuertes esa historia se hace realidad. Ellos son los que consiguen asaltar los camiones, los que pueden aferrarse a sus bajos para ocultarse y emprender un camino que tendrá alguna parada en la península. Ellos son en definitiva los que ponen rostro a esas estadísticas que cifran en más de 200 el número de subsaharianos que en 2010 consiguió escapar del CETI siguiendo esta válvula de escape. ¿Pero pueden hacerlo todos? Para las familias, para los enfermos, para aquellos que forman el grupo de los vulnerables no hay posibilidad. Carecen de esa capacidad y se quedan en un CETI esperando que algún día se desbloqueen las salidas a la península que llevan paradas desde marzo. Llevan ya tiempo en el CETI, algunos arrastran problemas de salud y los hay que integran núcleos familiares. Todos ellos son víctimas de un bloqueo migratorio que consideran injusto y constituyen la otra cara de una historia que hoy percibirá la secretaria de Estado, Anna Terrón, de visita en la ciudad.
A la búsqueda del camión
Colándose en los bajos de uno: Los inmigrantes aprovechan los descuidos de los camioneros para hacer lo que ven en la imagen, intentar aferrarse a los bajos del vehículo. Antes comprueban si hay huecos para poder hacerlo y también comprueban la carga que lleva el vehículo ante la posibilidad existente de introducirse sin ser visto. Saben que hay inmigrantes que han muerto así, pero también saben que otros han llegado a la península.
Comprobando dónde está el mejor hueco
Según qué vehículo, elegirán una u otra forma de pase: En este caso el inmigrante comprueba por dónde puede colarse. Si hay piezas que le molestan las quitará. Por eso la asociación de transportistas ya ha denunciado públicamente los daños que sufren en los vehículos, ya que les quitan manguitos y tubos para poder hacerse su propio hueco sin ser vistos por la Guardia Civil. A pesar de los controles, sigue habiendo fugas. Y éstas son las que constituyen el auténtico efecto llamada. Sólo el pasado junio 22 subsaharianos se marcharon a la península de esta manera y eso que las fuerzas de seguridad rechazan, de media, entre uno y dos subsaharianos cada día. ¿Por vía oficial? Nadie salió.
Análisis de los modelos
Apostados, en grupo, analizan la mejor escapada:Los camiones de basura que circulan sólo cubiertos por una malla además de otros que se cubren sólo con lonas son los preferidos para estos asaltos. Los subsaharianos pasan el día en el puerto viendo el ir y venir de camiones. Los observan porque saben que en algunos no les conviene arriesgarse. Así, los que están cerrados herméticamente son imposibles de asaltar. Al menos que esas entradas se produzcan en la zona portuaria, cuando los transportistas carguen las mercancías. Dicen que a diario suelen interceptar al menos a un inmigrante al que instan a abandonar el vehículo.
Celebran las hazañas de los compañeros que consiguen escapar
Las comunicaciones son inmediatas:¿Que cómo saben los inmigrantes que la escapada en camiones resulta exitosa? Porque son los propios protagonistas de estos pases los que llaman después a sus compatriotas para indicarles que se encuentran en la península. Y los compañeros que se han quedado en Ceuta lo celebran. Festejan con reuniones y risas que otros compañeros se hayan colado en el camión. Ahora sólo les queda esperar a recibir la llamada. El efecto llamada es tal que este medio ha comprobado como subsaharianos que llegaron en las últimas balsas interceptadas por la Benemérita ya están en la zona portuaria intentando escapar. Es decir, no han intentado siquiera integrarse ni aprovechar los cursos de formación que se imparten en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes.