El huérfano (VII)

Antes que se me olvide. Ya sabes que los viejos tenemos esa costumbre de perder el hilo de la conversación. Unas veces por estar dando circunloquios sobre algún tema que nos hace salirnos de madre y otras por puro olvido. Esos lapsus que nos tienen colgados pensando un rato en ¿qué quería decir?

Quiero poner un inciso en una persona que desde que la conocí fue el timón de mi quebrada vida. La verdad que esta Perla del Mediterráneo cautiva a todo el mundo por dos razones elementales. La primera y más evidente por cobrar más que en ningún sitio y a la vez haciendo menos trabajo que en los diferentes lugares de nuestra extensa geografía española. Luego tenemos la belleza de esta ciudad. Pero yo tuve un extra. Una ayuda especial de una persona muy buena que entró en el carro de mi desdicha justo en un momento muy delicado y gracias a ella, a sus buenos consejos, a la forma de ser de ella y el saber llevarme al huerto constantemente salí de una rutina de soledad que la verdad me estaba mellando poco a poco. Muchos me lo decían. Debes de cambiar el chip. Abre la mentalidad. No todo es el trabajo.

Y un día que salí la verdad de fiesta, en una célebre discoteca de Ceuta, cuando existían estos lugares tan especiales que hoy en día ya no se estilan. ¿ Yo no se el por qué? Pues estuve bailando con una mujer madura como yo. Tendría unos 48 años. La verdad que era guapa y sexi. Venía de una mala relación con varios novios y marido. Su forma de bailar y de pensar era muy característica. Me atrajo desde el principio. Ella quería vivir la vida. Todo lo que había perdido lo quería recuperar. Aquella misma noche nos fuimos a mi casa y estuvimos hablando hasta las 2 de la tarde que me invitó a comer a la suya. Yo no me di cuenta del paso de las horas. Era una estupenda relatora y a la vez dejaba de hablar. Escuchaba y no perdía comba de la conversación. Vivía sola. Tenía dos hijas independientes de 28 y 25 años. Casadas y ya era abuela de un niño de 8 y otro de 6 años. Me invitó a seguir allí con ella. Yo al principio quise ir despacio. El fracaso con mi único gran amor era muy reciente y no lo tenía todavía asumido. Pero ella me fue abriendo los ojos poco a poco. Instantes a instantes. Gota a gota. Y fue cuando llegó una cosa que yo ya tenía aparcado en mi mente. No me lo creía.  Pero ya sabes el amor entra fuerte y no puedes pararlo.

Yo le conté mi vida completa y ella también la suya. Y decidimos irnos por la tangente. Vivir nosotros lo que nos quedaba de nuestra trillada vida. Que éramos jóvenes y debíamos disfrutar. Era muy duro lo que decidimos pero muy elemental. Cada dos por tres nos íbamos de viaje de aquí para acá.  Cuando podíamos coincidir en tener días en los trabajos. Ella tenía una buena remuneración y un buen  puesto de trabajo que nos hacía la vida mas bollante. Y mis hijos se quedaron hasta extrañados de que no les dijera que les iba a ver. Sólo cuando me tocaba por la custodia. Pero ya se iban haciendo grandes e independientes y sólo me quedo el consuelo de mi pobre María que estuve con ella hasta hace dos años y tres meses. Fue un gran palo. Ella siempre era la que estaba haciendo proyectos. Yo la verdad no sabía lo que hacer.

Actualmente estoy conviviendo con un amigo del Cuerpo que tenemos los mismos defectos de estar solos y nos complementamos. Nos vamos todos los días a andar y comemos por ahí. Ahora vamos mucho al Casino Militar ponen buenos menús y así nos evitamos de fregar los platos. Luego dormimos la siesta y nos vamos otra vez por allí y echamos las partidas del domino. Y así un día y otro. Hasta que Dios nos recoja. Pero mientras que estemos bien no pienso ir a una residencia. Aunque muchas veces mis hijos me lo hayan planteado. Yo tengo una salud de hierro y de momento sólo voy al médico por medicinas. Las clásicas. Y para charlar con el aunque la verdad lo veo también en las tardes donde nuestras mentes quieren ser más lúcidas que los contrincantes que tenemos que enfrentarnos contra ellos.