Opinión

Hoy te voy a hablar de Catalina

El recuerdo de mi visita al castillo inglés de Hamptom Court, me hace volver a pensar , ahora que hay tanto ignorante pensando que nuestra España es algo que surgió anteayer, sobre la  grandeza  nuestra Historia, y  en unas simples cuartillas solo se puede esbozar algunas pinceladas. El nacimiento de  España, venida de Grecia, Roma, el Cristianismo como entidad sustentadora de una gran nación, surge robusta  fundamentalmente de la unión de Isabel I de Castilla, de la dinastía de los Trastámara y Fernando I de Aragón, serían los Reyes Católicos, título con el que les honró el Papa en 1496 por la labor evangelizadora en las  Américas conquistadas,  con ellos, España pasará de la Edad Media a la modernidad política. Con el pacto de Segovia en 1475, recién casados los reyes se dibujaba, más allá de un pacto matrimonial el embrión de un estado moderno   en la medida que atribuían un indiscutible poder central al poder de los reyes, no era una simple unión dinástica, era un proyecto de unificación. Fruto del matrimonio nacieron cinco hijos: Isabel, Juan, Juana, María  y Catalina. Como hijos de reyes todos casarían con reyes, con excepción de Juan que falleció  demasiado pronto, a los 19 años.

El castillo se encuentra a unos 18 kms al Oeste de Londres en la ciudad de Richmond, atravesada por el Támesis que bordea el castillo. Llegando a la ciudad, nada más atravesar el pequeño puente ya se divisa el castillo y enseguida se adivina que aquella  mole te va a impresionar no solo por su construcción sino por lo que ella encierra. El castillo de Hampton Court, fue construido en 1515 por el Cardenal Wolsey, hombre de una gran fortuna,   como su residencia privada. Este personaje fue primer Ministro de Enrique VIII y a éste en una de sus visitas, le agradó tanto el castillo, que le pidió que se lo regalase y  teniendo en cuanta que a un Rey no se le puede negar nada y mucho menos a Enrique VIII, en 1536  estableció su residencia viviendo con  su segunda mujer, Ana Bolena, pero  esto ya es otra historia. La primera fue española.

La  protagonista de mi habla, Catalina de Aragón,(1485-1536),  a la que  tengo especial simpatía por lo cruel que le fue la vida, ya que tengo la debilidad de apreciar en grado sumo a los que no tienen suerte en la vida, sobre todo teniéndolo todo, no vivió en Hampton Court . La hija menor  de los Reyes Católicos, nacida en del Palacio Arzobispal  de Alcalá de Henares, no se pareció físicamente en nada a sus hermanas más morenas,  nació blanca y rosada, parecida a su madre, fue bautizada en la Colegiata de esa ciudad por el Cardenal Pedro González de Mendoza. De Alcalá pasó a vivir en el  Alcázar de Granada, después de que sus padres hubieran conquistado el reino nazarí, allí vivió la mayor parte de su infancia.

Catalina desde muy niña ya entraba en los juegos de las alianzas  que sus padres pactaban para defenderse de sus enemigos, esta vez era Francia. El rey inglés Eduardo VII  propuso a los reyes de Castilla y Aragón una alianza contra el enemigo común:  Catalina de 3 años debía prometerse con  Arturo, hijo de Eduardo, de 2 años de edad. El acuerdo matrimonial fue firmado en 1497, para su logro las dotes tenían gran importancia, ya que además del pacto de seguridad, las capitulaciones de contenido económico, eran importantes, las dotes de Catalina eran un patrimonio espectacular a lo que hay que añadir el coste del viaje desde Granada a La Coruña donde zarpó rumbo a Inglaterra junto con un gran séquito. Por el  otro lado,  se estipulaba que si  el príncipe Arturo  moría después de la boda su esposa, Catalina debía heredar un tercio de las recaudaciones de los condados de Chester, Cornwall y Gales, lo que la convertiría en una princesa de gran fortuna.

En Inglaterra, Catalina  la princesa vivió rodeada de una importante corte que viajó con ella desde España. Ya tenemos a Catalina con dieciséis años en  Inglaterra, donde llegó después de un largo viaje al puerto de Plymouth, corría el año 1501 y el mes de Octubre. Su apariencia física parecida a la de su bisabuela Catalina de Lancaster enseguida consiguió la aceptación de los cortesanos ingleses y entusiásticamente la del  príncipe y prometido Arturo. Sir Thomas Moro, autor de “Utopia” que se burlaba irónicamente de los españoles que formaban parte del cortejo de Catalina señaló : ¡ Ah pero la dama, creed en mi palabra, encantó el corazón de todos, posee todas las cualidades que constituyen la belleza   de una jovencita encantadora. En todas partes recibe alabanzas!. El casamiento. se produce enseguida, solo un mes después de llegar con solo 16 años, el 14 de Noviembre de 1501, en la catedral londinense Old Saint Paul. El esposo dice “nunca he sentido mayor alegría en la vida que cuando contemplo el dulce rostro de mi esposa… ninguna mujer en el mundo podría resultarle más agradable” En los esponsales, Arturo ha sido escoltado por su hermano menor,  Enrique. El que sería Enrique VIII.

El matrimonio se va a vivir a Gales, lo que era una tradición de los príncipes primogénitos al tener el título de Príncipe de Gales. La vida de casada con Arturo duró poco. Una peste que asolaba todas las regiones atacó a ambos cónyuges, pero Catalina fuerte y sana sobrevivió a la enfermedad, mientras  Arturo Tudor murió a los cuatro meses del matrimonio. Catalina con 16 años era viuda. Al día siguiente de la muerte de Arturo, su padre Enrique VII pensó en casar a  Catalina, ya que  la muerte de Arturo le sumía en un grave interrogante pues se  debatía entre dejar partir a la princesa o mantenerla a su lado con la promesa de un nuevo matrimonio y así no tener que devolver la dote, por ello propuso a los reyes castellanos un nuevo casamiento. En principio pensó en él mismo como marido, pero la reina católica no lo aceptó, por lo que consideró que  fuese su  hijo menor ya heredero,  Enrique. que entonces tenía 11 años.

Había que solucionar un problema al casarla con la viuda de su hermano. Los teólogos de la corte comenzaron a oponerse basándose en las Sagradas Escrituras “no desnudarás a la mujer de tu hermano” (Levítico). Catalina testificó  que el matrimonio no había  sido consumado debido a la débil salud de Arturo. Pero tanto Inglaterra como España querían tener las cosas claras y más con el nombramiento  papal titulando a los reyes españoles como “Católicos”. Los Reyes Católicos deciden pedir una dispensa papal, que se la concede.

De nuevo Catalina se va a casar, esta vez  con el hermano de su difunto marido del que, a sus 23  años, se enamoró perdidamente de ese  mozo inglés de  18 años, que era la antítesis de Arturo,  jugador, juerguista, cazador, luchador, componía música, todo un torrente de vida. Catalina por el contrario su contrapunto, era serena, juiciosa , y le gustaba la política guiada siempre por la razón. Un nuevo tratado entre los padres de los novios ha de firmarse, Fernando e Isabel deberían enviar cien mil coronas de plata y oro como regalo de boda pero ya  no aportarían  sino el ajuar que había llevado ocho años antes. Su padre, Fernando el Católico, se encargó de pagar la parte de la dote que aún estaba sin cumplir, para lo que se vio obligado a empeñar la corona y el collar de las flechas,  que pertenecían  a Isabel la Católica. Pero el matrimonio con el futuro Enrique VIII se demoraba demasiado, y Catalina hace acopio de patrimonio por si el  esperado matrimonio  no se consuma, a la búsqueda en su caso de un nuevo pretendiente.  Muere la reina católica en 1504 llenando de pena a Catalina que no puede acudir a su entierro.  Catalina, solo se casará a  la muerte de Enrique VII, lo que sucede en Richmond, donde se encuentra nuestro castillo, el 21 de Abril de 1509. Ya Enrique sería Enrique VIII.

Ahí continua la desgracia, Catalina tiene  muchos hijos , hasta seis, pero cinco mueren antes de nacer, o al nacer. Solamente una hija, María Tudor sobrevivirá y llegará a ser reina de Inglaterra. Enrique  estaba obsesionado con tener un hijo varón,  ella  ya se había habituado a sus infidelidades entre sus embarazos frustrados, pero nunca sospechó que fuera a acabar encerrada y soportando calamidades.  Catalina se ganó el desdén del rey y el respeto del pueblo,. Enrique, ya no quiere a Catalina, los deseos de separarse de Catalina eran motivados por la bella  Ana Bolena, con la que deseaba casarse. Enrique se enamoró de ella y ella no consintió, en  principio,  en hacer el amor en tanto no fuera reina. Sin sucesión masculina ya que no se fiaba de los cónyuges, solicitó el divorcio de Catalina con el pretexto de la ilicitud del matrimonio celebrado entre cuñados. De nuevo ”No debes descubrir la desnudez de la mujer de tu hermanoLos mismos argumentos que rechazó para su casamiento con la viuda de su hermano ahora los emplea en caso contrario para divorciarse de Catalina. Catalina , cuyo sobrino era Carlos V, acudió a él  para que Roma inclinase la balanza en su favor. Carlos saqueó Roma y puso al Papa a sus pies. Enrique no era tan poderoso y por entonces reculó. El Papa Clemente VII inicialmente de acuerdo pero después por la presión de Carlos I, designó a los cardenales Campeggio y Wolsey  para estudiar el problema.. La declaración de ambos prelados contraria a la voluntad del Rey  Enrique hizo que Wolsey cayera en desgracia, igual que Tomás Moro . Enrique traslada a Catalina, cada vez más lejos al castillo de Quinbolton . No vería a su hija nunca más.

En 1533 Ana Bolena estaba embarazada y queda  recluida durante el embarazo. Catalina debía de renunciar al título de reina y tener el de Princesa de Dowager of Wales, a lo que se opuso.  El rey tenía que satisfacer sus necesidades y Ana   dio a luz a una hija, Isabel . Ya tenía Enrique a María, de Catalina  y a Isabel de Ana Bolena. Enrique solicitó la opinión de diversas Universidades europeas favorables al divorcio. El Papa ordenó a Enrique acudir a Roma, pero aconsejado por Cromwell y Cranmer  (Arzobispo de Canterbury) no lo hizo, negando autoridad al Papa. Enrique rompió con Catalina en 1531 casándose con la ya embarazada Ana Bolena,  la futura reina. En 1533  Cranmer anuló el matrimonio del rey con Catalina; en 1534 se separó de la obediencia de la Iglesia Católica y se hizo reconocer como jefe de la nueva Iglesia nacional anglicana, aprobada por el parlamento. Catalina fue confinada primero en   Buckden y después   en el castillo de Kimbolton . Catalina escribe una última carta al Rey manifestándole su amor y diciéndole que le perdona y que él también le perdone si algo ha hecho  mal, ayudada por su fiel María de Salinas , a quien el rey había dado permiso para visitar a la reina Catalina. No hubo respuesta de Enrique Se dice que en  el lecho de muerte musitaba “Dios mío perdona tú a Enrique porque yo no puedo” Shakespeare dijo de ella “Reina de todas las reinas y modelo de majestad femenina. Tras años de sufrimiento ,en Enero de 1536, moriría ,  previsiblemente envenenada, , en el castillo de Kimbolton a los cincuenta años, en los brazos de su amiga María de Salinas,  en tierras que le fueron  tan inhóspitas y en las que sería enterrada, pero dejando constancia hasta el momento final de que ella era la única y verdadera reina de ese  país y su hija, la real  heredera, que no asistió al funeral. Había estado en Inglaterra desde los 16 hasta los 50 en que murió.”. Enterrada. como princesa de Dowager y no a la debida a su posición como reina den Inglaterra, en el altar mayor de  la catedral gótica de Peterborough, que  fue elegida por Enrique por mantenerla alejada de la pompa de Londres y una de las pocas abadías que sobrevivieron a la ira anticatólica de este pendenciero animal.  . En su tumba siempre hay granadas, como símbolo de su escudo y de su tierra.

Catalina nunca renunció al título de reina de Inglaterra Los ramos de flores  ante ”Katharine Queen of England” nunca faltan. Todos los años se celebra una ceremonia en esa catedral a modo de desquite.  Es la protagonista de mi habla.

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