Decía John Lennon “Como ya es usual, detrás de cada idiota hay una gran mujer”. No le faltaba razón a éste magnífico compositor y músico que, tiempo atrás, hizo las delicias con su música englobada en aquel grupo inolvidable como fueron “Los Beatles”. De aquellos tiempos al mundo de hoy han cambiado muchas cosas. Aquella generación anterior y los años 50, 60 y 70, tiempo de “hippies” y melenas, contracultural y pacifista, marcaron una etapa en nuestras vidas que, con toda seguridad y a no ser que se produzca una involución, no tiene visos de que vuelva a repetirse.
Sin tener que utilizar la política como arma arrojadiza, los principios, la educación, el respeto y la amistad, fluían como agua de manantial por todos los poros de la mayoría de las personas que tuvieron la suerte de vivirla. No sería justo omitir que, en esa maravilla de vida, existían gentes, gentuzas, malhechores, contrabandistas, piratas, manitas de oro y plata, ladrones, violadores y asesinos. Eran tiempos en que las cárceles estaban hacinadas y en muy malas condiciones. Los transgresores de la Ley eran detenidos y condenados, cumpliendo condenas que iban más allá de los tres cuartos de sus penosas vidas. Para ello se utilizaba la Ley de Vagos y Maleantes y posteriormente la Ley de Peligrosidad Social. Las Autoridades Judiciales aplicaban las leyes de manera consecuente porque pensaban y creían que, “No había peor justicia, que la mal impartida”. El progreso que hoy llena nuestras mentes y nuestra forma de vida, ha traído una serie de nuevos tipos de delito que hace infructuosa que la Justicia funcione como todos desearíamos. Los Juzgados se han convertido en una inmensa caja de expedientes sin aclarar, en parte debido a la imposibilidad de generar sentencias en el horario establecido, y especialmente a la falta de personal que pueda instruir en tiempo y hora todas las causas acumuladas.
De todas estas boludeces que hoy nos condicionan, sale mal parada en mayor medida “La Mujer”. No es de recibo lo que está ocurriendo con ellas y el peligro constante que les acecha, siendo vulnerados sus derechos por maléficos hombres sin escrúpulos que, de forma concurrente y asidua, las violan por manadas que, en muchos y determinados casos, son puestos en libertad, aunque sea con cargos. Estos hechos deleznables y de ser poco hombres, se están produciendo de manera continuada ante la mirada atónita de una sociedad que lo afronta con estupor y creyendo que la sociedad de España está realmente podrida. Pero es curioso que, sin temor a equivocarme, muchos medios de comunicación han decidido omitir el origen y nacionalidad de los que las producen, especialmente si son extranjeros. Cuesta entender que si son Españoles, los citados medios reproducen rapidamente fotos, profesiones y lugares de donde proceden. Así ocurrió con la manada violadora de una chica en los Sanfermines del año, creo que de 2015, donde continuamente se informaba sobre su conducta y que uno era Guardia Civil y otro Militar. Cada vez que los citados se personaban en los juzgados para citaciones o para declarar, varias cámaras de televisión les atosigaban cuando habían sido condenados pero con recurso al Tribunal Supremo. No voy a defender a estos conculcadores de la libertad de la mujer pero, si lo que se intenta promulgar es la igualdad, se debería tener en cuenta que, si todos los Españoles son iguales ante la ley, el artículo 14 de la Constitución Española quedaría materialmente en desuso. Por los hechos acaecidos, parece establecerse una distinción para las feministas que, de manera abusiva, se manifiestan cuando los violadores son Españoles y utilizan el silencio cuando el delincuente es extranjero. La ciudad de Barcelona, en especial, y Cataluña en particular, están padeciendo esta lacra por parte de MENAS, Ecuatorianos, Argelinos, Marroquíes, Magrebíes y Rumanos que, según parece, les han perdido el respeto a las Autoridades Policiales, como así demuestran por sus actitudes delincuenciales.
Este es un alegato en favor de la mujer que, sin solución de continuidad, se ve agraviada por éste especimen desolador que, como medida primaria, tendría como aplicación la Prisión Permanente Revisable y en numerosos casos, la Cadena Perpetua.