Situaciones desesperadas llevan a tomar medidas desesperadas. O así lo ve el protagonista de esta historia. Abdelkader es un ceutí que lleva mucho tiempo en la calle, “desde que se fue mi madre”, comenta. De esto ya hace muchos años y, desde entonces, ha estado viviendo en barracas que él mismo construía en cualquier lugar que encontraba.
Este hombre, conocido como ‘el veterano’, asegura que ha ido a muchos sitios a pedir ayuda y que siempre le han dado la espalda. “Por eso me hice la barraca y como me la tiraron tres veces, ya se me fue la cabeza. Prefiero morir que estar vivo aquí”, confiesa. Y
así lo demostró el pasado miércoles a primera hora de la mañana cuando intentó quemarse a lo bonzo en la
Almadraba.
Tras este suceso, este vecino de Ceuta fue realojado en una pensión de la ciudad, en la que se encuentra actualmente, por
Asuntos Sociales. De esta forma, mientras espera que llegue una solución, no está en la calle. Vive con la esperanza de que ese día llegue, porque “me dijeron que me lo iban a arreglar. Yo ya no sé qué hacer. Yo solo pido cobijo y comida”, indica.
Abdelkader se encuentra en una situación desesperada. Tanto es así que no ha dudado en asegurar que “puedo hacer cualquier otra locura”. Actualmente, se encuentra apoyado por algunos vecinos que le están dando de comer. Este hombre no tiene a nadie, no tiene a un familiar o amigo al que acudir para poder salir de esta situación. “Solo tengo a Dios. Si tuviese familiares y amigos no acudiría a nadie para pedir ayuda”, explica.
Este ceutí “era drogadicto y alcohólico, pero gracias a Dios me he quitado de todo”, cuenta, “yo ahora necesito un cobijo”. Abdelkader, además, fue operado en dos ocasiones: de la cadera y de un brazo. “Tengo mi informe médico. Estoy operado de la cadera, tengo hierros. Y también estoy operado del brazo, porque se me partió un tendón y me lo sacaron de la pierna para ponérmelo en el brazo”, apunta.
Abdelkader solo quiere no verse más en la calle, que alguien le ayude. Asegura que está enfermo y que no puede trabajar. “No tengo fuerzas para nada”, afirma. Ahora sigue esperando a que llegue esa solución que le prometieron que le darían. “Tengo una carta escrita, que la tiene un amigo, por si algún día cometo una locura. Para que sepa la gente quiénes son los culpables”, concluye.
Este hombre, de unos 60 años, estuvo alojado en el pabellón de La Libertad durante el estado de alarma y, antes de este incidente, estuvo en la nave del Tarajal. El caso fue derivado al Centro del Mayor para que se pudiera preparar la documentación y realojarlo en un centro de estancia nocturna o en una residencia. Mientras, seguirá en la pensión en la que se encuentra desde el incidente.