Él se llama Philip, natural de la República Democrática del Congo. En 2010, con 39 años, llegó a Ceuta en una barcaza. Dejó atrás su pasado, quiso poner punto y final para dar paso a una nueva etapa. En estos momentos se encuentra en la ciudad francesa de Rennes y allí trabaja como conductor de camiones. Contento con lo que hace, “ahora trabajo para tener una vida mejor”, reconoce este congoleño para una entrevista en El Faro de Ceuta. Además, recuerda que “en los países del tercer mundo, la situación es complicada”.
Antes de llegar a suelo español, cruzó más de 5.000 kilómetros que lo separa desde su país natal hasta llegar a Marruecos. Allí permaneció varios años y durante ese tiempo estuvo ligado a Médicos Sin Fronteras, así como a otra organización que ofrecía ayuda a los migrantes. Después, su próximo destino fue cruzar el mar para llegar a España.
La música siempre ha sido una fiel amiga de Philip, la ha acompañado en todo momento. Incluso, en los complicados. En la actualidad se encuentra en la composición del segundo álbum, que verá la luz este próximo mes de noviembre.
Antes, ya hizo sus primeros pinitos. En 2018 lanzó su álbum debut, ‘Hymne à la cosncience’, una combinación de ritmos y de lenguas entre el lingala —hablada en la República Democrática del Congo—, francés y español. Cruces de cultura, voz con experiencia la de este hombre. “En esta decena de canciones, hablo de que fui un migrante que cruzó el desierto, tierras desconocidas y el mar para llegar a Europa”. Una aventura en la que se jugó, sin duda, la vida.
De entre todas ellas destaca ‘Une chanson pour eux (Ceuta, Melilla y Lampedusa)’, cuyo videoclip se grabó en la costa francesa. El nombre de esta ciudad autónoma va incrustado en este single. Durante la entrevista recuerda ese año que pasó en el Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes (CETI) ceutí. Lo recuerda bonito, su voz a través del teléfono lo delata. Su trabajo, igualmente, con Cruz Roja lo disfrutó, aprendió, hizo amigos y fue en esa época cuando se acercó a la música. Confiesa que, sin ver la luz hasta más tarde, hizo sus primeras maquetas. Él ya presuponía que lo de este arte iba en serio.
Con su trabajo quiere dirigirse a los que han pasado por su misma situación. Los que se aventuraron a cruzar el mar con una barca de material y apostaron todo a una carta para alcanzar una nueva vida.
Tras 30 minutos de conversación, quiso decir que le gustaría cantar sus canciones “para apoyar y agradecer el trabajo de Cruz Roja”. No olvida el pilar tan fundamental que fue para él durante un tiempo. Ahora, quiere agradecérselo a golpe de música para así demostrar el talento que esconde el congoleño. Incluso no descarta el venir a Ceuta para cantarle a esta asociación. Philip, en todos estos años, sigue guardando en su retina esos primeros meses en suelo español.
Tras ese año en la ciudad caballa pasó por Huelva unos meses y de ahí, rumbo a Francia donde ya lleva casi una década. El país vecino se ha convertido en su casa, donde ha creado una nueva vida. La música la lleva en el ADN, en el corazón. Ahora Philip apuesta por un nuevo trabajo, que muy pronto verá la luz, pero mientras, todo aquél que se interese puede escucharlo en la plataforma YouTube.