El guía canino más antiguo de España trabaja en Ceuta y se llama Pedro. Lleva ocho años y medio en la ciudad como parte de la Unidad Especial de Guías Caninos del Cuerpo Nacional de Policía, ahora en compañía de su inseparable Atila, que tiene cinco años de servicio.
“Empecé en la policía en el año 1980, en agosto, y estuve destinado en principio en lo que en aquel entonces se llamaba la Bandera de Protección, que es lo que dábamos a las personalidades. Posteriormente entré en la Unidad de Guías Caninos en el año 85, en febrero concretamente”, explica a FaroTV. Pedro suma 41 años de servicio, de los cuales 36 han sido en la Unidad de Guías Caninos.
Lo que más recuerda de sus inicios es a su perro Igor, que tenía 10 años cuando se lo entregaron. “Una anécdota curiosa y graciosa al mismo tiempo es que cuando se me dio el perro, me dijeron que por la edad que tenía y la experiencia de trabajo, era el que me iba a enseñar a mí a trabajar”. Esto le llamó la atención “en cuanto a que somos nosotros los que preparamos a los perros, no los perros nos van a enseñar a nosotros”.
Para Pedro trabajar con los animales siempre ha sido un placer y lo describe como algo que simplemente no tiene precio. “Para mí trabajar en los guías caninos ha sido lo más importante de mi vida profesional”.
Aunque en ocasiones esto puede llegar a ser un reto porque lo que puede funcionar con uno, no lo hace con otro, pero con esfuerzo y dedicación se van logrando los objetivos. “Se nos pide que o se nos exige a nivel de trabajo que los animales realicen una función, entonces lo que me gusta es conseguir que el perro ejecute esa función, y para eso tienes que darle vueltitas a la cabeza y buscar la forma de que el perro haga lo que tú quieres. No siempre funcionan las mismas cosas, puede uno leer un libro o tener una experiencia, pero cada perro es un mundo”.
Durante sus más de tres décadas como guía canino, Pedro ha tenido varios compañeros a los que recuerda con especial cariño y se conmueve al pensar, sobre todo, en aquellos que ya no están. “Yo he tenido 14 perros y sí es cierto que algunos te dejan más huella que otros, les coges mucho cariño, y duele cuando se van, pero bueno, es la vida”.
El día a día de Pedro como guía canino en Ceuta comienza muy temprano. “Yo me levanto todos los días a las seis de la mañana porque nosotros empezamos a trabajar sobre las siete y treinta, pero yo entro con mi perro a seis menos cuarto aproximadamente para que cuando entre al servicio, mis perros estén aliviados físicamente y sus necesidades estén ya cubiertas”.
Una vez que esto ha pasado, entonces se inician en la dinámica de las búsquedas preventivas para luego dedicarse al trabajo diario de practicar “para tener el perro en las mejores condiciones posibles de cara a que suceda algo que no está previsto”.
Para esto buscan lugares muy dispares, de manera que el animal no se sienta cohibido en un momento determinado llegando a un sitio donde no ha estado nunca, pues la idea es que esté acostumbrado a ese espacio donde va a trabajar. “Hay una máxima del entrenamiento que es que el perro busca donde encuentra, entonces si nos vamos a un sitio donde nunca ha trabajado y nunca ha encontrado, hay animales que por su carácter o temperamento, no echan tanto en falta que ese sitio es nuevo”.
Algo que agradece mucho Pedro es la respuesta positiva de la gente al valioso trabajo que realizan diariamente en la unidad. “Afortunadamente aquí en Ceuta la gente colabora muchísimo con nosotros, estamos encantados con todo el mundo, porque todo el mundo colabora en todos los niveles y hasta ahora no tenemos ningún problema”.
Durante toda su trayectoria, han sido muchas las experiencias que ha acumulado, pero recuerda un episodio en particular que, a pesar de los años, sigue rondando en su cabeza. Sucedió con su perra Creta en Sevilla, donde estuvo destinado durante unos años. “Este concretamente fue un coche bomba que preparó ETA, en el cual había 165 kilos de goma-2 francesa. Yo tenía a mi perra Creta, que estaba acostumbrada a trabajar muy bien y a ir al foco donde se encontraba la sustancia explosiva”.
Explicó que al ser más de 100 kilos, a Creta le costó mucho ubicar ese foco y no pudo señalarlo porque era un vehículo y todo el vehículo era el foco, algo a lo que no estaba acostumbrada. “Entonces la perra no señalizó como estaba enseñada a señalizar, lo hizo de otra manera distinta y yo lo di por bueno porque sí marcó el hecho de que ahí había algo”.
Como aquello sí fue real y pudo evitarse un hecho catastrófico, a todos los que trabajaron en ese procedimiento la Dirección General los propuso para la Medalla Blanca, “pero yo renuncié a ella porque mi perra no hizo lo que debía de hacer. Eso es lo que tengo en mi cabeza”.
Señala que lo más difícil de trabajar como guía canino, quizás puede llegar a compararse con cualquier otra dificultad en la vida, aunque en su experiencia con los animales hace referencia a dos cosas en particular. “Pues que te toque un perro que te muerda o que te toque un perro con muy poco espíritu, al que muerde tienes que enseñarle a que no muerda y al que no tiene espíritu tienes que levantarlo lo que puedas”.
Recuerda que a él lo han mordido algunos, afortunadamente no muchos, “pero sí he visto a compañeros con mordeduras de perro muy graves”. También le han tocado perros con poco espíritu, pero han sido precisamente los que le han enseñado mucho más, “porque me han hecho esforzarme para levantarles ese espíritu y a mí me ha hecho crecer en mi trabajo, he aprendido”.
Recorrido un largo camino de más de 30 años como guía canino, Pedro se siente muy satisfecho, pues tiene la suerte de hacer un trabajo que realmente disfruta y del que se está sumamente orgulloso. “Mi mayor recompensa en mi trabajo no son medallas, no es dinero, sino ver a mis perros trabajar. ¿Que se pueden equivocar?, normal, no son máquinas, son perros, son seres vivos, pero esa es mi mayor satisfacción y yo me quedo con eso”.
La Unidad Especial de Guías Caninos de Ceuta, creada en 2012, está integrada por un subinspector, un oficial y cuatro policías, acompañados de 11 perros, y entre sus funciones están las requisas de seguridad en edificios oficiales, el Plan Comercio Seguro, patrullas peatonales, búsquedas en la frontera del Tarajal y también en el puerto, tanto en la zona peatonal como en los barcos.
El subinspector Miguel Verde, jefe de la Unidad Especial de Guías Caninos de Ceuta, explica que lo primero que hacen en la mañana es verificar que los perros estén bien, los sacan para que hagan sus necesidades fisiológicas, para luego comenzar a trabajar. “Hacemos varias requisas de seguridad, en edificios oficiales y a partir de ahí realizamos varios entrenamientos que son para preparar a los perros en diferentes entornos y en diferentes lugares, para el día que sean necesarios”.
Dice que cada requisa de seguridad se hace como una práctica real: “Escondemos sustancias, muestras, y el perro va buscando como si fuera real, para acostumbrarse y el día que tenga que hacer frente a una amenaza, sepa lo que tiene que hacer”.
Las prácticas siguen un calendario y van en dificultad creciente, para cada vez tener mejores perros. “Mejorar el entrenamiento es un reto diario y a nosotros nos motiva superarnos”.
Resalta que son una unidad muy unida, “aparte de trabajar somos muy buenos amigos y nos gusta mejorar el nivel, hay una competencia muy sana, entonces intentamos tener a todos los perros lo mejor posible y nos ayudamos unos a otros, compartimos nuestras experiencias”.
También acuden con regularidad a Madrid a la Sección Operativa Central de Guías Caninos, para seguir la formación. “Es un trabajo muy bonito e intentamos mantenernos muy activos”.
Verde explica que en Ceuta colaboran con el Plan Director, van a los colegios y ya comenzaron nuevamente a hacer sus exhibiciones: “Para acercar el trabajo de la Policía y del perro al ciudadano, nosotros estamos para ayudarles y muchas veces nos aportan información”.
Asimismo, comenta que todas las semanas hacen varias patrullas peatonales en diferentes sitios. “Dentro de lo que podemos con nuestro trabajo, los entrenamientos, en los servicios, nos gusta estar en la calle y que nos vean, ofrecer un servicio de calidad porque trabajamos para el ciudadano”.
En la ciudad la respuesta hacia la unidad es muy positiva. “En esta ciudad hay un gran censo de perros y los perros están muy bien valorados, a la gente le gusta cuando hacemos el Plan Comercio Seguro, cuando vamos a las tiendas, ya nos conocen, nos comentan y la verdad es que la gente valora mucho el trabajo, nos dan las gracias y valoran mucho nuestra presencia en las calles”.
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