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Historia de una rampa

Un militar minusválido fallece sin ver finalizada la obra que le hubiese devuelto la libertad tras dos años pidiendo la eliminación de barreras arquitectónicas en su piso.

Después de dos años recluido en su casa por un puñado de escalones, un veterano militar con una hoja de servicios intachable falleció a principios de mes sin ver terminada la obra que le hubiese devuelto la libertad de salir a tomar un café con su familia cuando le placiese o reencontrarse con las amistades que forjó durante 40 años como funcionario en el Ministerio de Defensa. A este ciudadano, de 74 años, le amputaron en agosto de 2014 una pierna y, desde entonces, no hubo forma divina ni humana de eliminar las barreras arquitectónicas en el edificio militar donde residía, en la calle Enrique el Navegante.
Ésta es la historia de una rampa y un elevador, pero también del envejecimiento de una población que, al final de su vida, y después de décadas al servicio de los intereses generales del Estado, se encuentra con un Gobierno que ni le protege ni garantiza sus derechos por “cicatería” e “incompetencia”. Su familia habla desde el dolor de la pérdida, pero también con la voluntad de que su testimonio sonroje a las autoridades competentes. No porque los parientes sientan rencor hacia estas instituciones, sino para que nadie más tenga que soportar esta macabra ironía y porque este militar lo hubiese deseado tras largos meses de paciencia y ‘portazos’ en la cara.
“Cuando la funeraria vino por mi padre, los obreros estaban trabajando en el portal. Ha fallecido y no ha podido disfrutar de aquello por lo que tanto ha luchado desde 2014”, relató su hijo deshaciendo el nudo en su garganta. La triste paradoja es que, desde su defunción, la instalación del elevador para minusválidos ha finalizado y, este mismo jueves, tan solo unos días más tarde, revisaban algunos detalles.
El inicio de la última ‘contienda’ de este militar se remonta a septiembre de 2014, cuando solicitó al Instituto de Vivienda, Infraestructura y Equipamiento de la Defensa (Invied) la “adopción de las medidas necesarias para adaptar el edificio a sus necesidades”. En abril de 2015, el Invied comunica a la Ciudad Autónoma la “necesidad de construir una rampa en el exterior del edificio para facilitar el acceso al interior del mismo a discapacitados físicos”.
En verano, tanto su mujer como familiares y amigos se dirigieron al presidente de la Ciudad, al consejero y los funcionarios de Fomento para interesarse por el estado de las actuaciones. En septiembre, Fomento les informó de la encomienda de gestión a Obimace y, a primeros de octubre, su gerente les comunicó que estaba “pendiente de una firma para que saliese a concurso la contratación de la edificación de la rampa”. Dado que el acceso se demoró, en el mes de noviembre, este veterano se ve en la tesitura de interponer una queja ante el Defensor del Pueblo porque la situación es ya “desesperante”. Aún tendría que esperar hasta febrero de 2016 para comprobar la finalización de la rampa exterior y, cerca de dos meses más,  para la ejecución de la adaptación en el interior y el establecimiento de la plataforma elevadora para la silla de ruedas.
En diciembre de 2015, él mismo escribía que se veía condenado a un “arresto domiciliario” como consecuencia de una gestión administrativa “lenta e ineficaz que se pierde en impedimentos técnicos cuando en realidad lo que han hecho es, supuestamente, incumplir la ley, no destinando partida alguna para la accesibilidad en los Presupuestos de 2015 e incumpliendo presuntamente” el artículo 34 del Real Decreto Legislativo 1/2013, de 29 de noviembre, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley General de Derechos de las Personas con Discapacidad y de Inclusión Social.

Presupuestos
A pesar de que la legislación establece que las administraciones públicas financiarán la adaptación de los inmuebles de los que ellos dependan y la fomentarán en los de titularidad privada, así como instar a la inclusión de la accesibilidad en los planes municipales de ordenación urbana, este funcionario de Defensa lamentó que, hasta los Presupuestos de 2016, éstos careciesen de esta partida.
“Claro que este año –en referencia al corriente– y tras las constantes reclamaciones realizadas, sí que ha aparecido la dichosa partida en los Presupuestos para 2016 con una dotación de 250.000 euros”, reflexionan sus seres queridos, quienes han preferido mantener esa prudencia de la que hizo gala su ser querido. “La pregunta es, ¿por qué me han estado mareando todo este tiempo? Si no había dinero, que lo hubiesen dicho, no que me han dicho una y otra vez que ya todo estaba listo y que, a la semana siguiente, iban a comenzar la obra, pues han pasado 18 semanas y la rampa... sin hacer”, lamentó este militar por escrito antes de fallecer.

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