Descubrí lo incongruente que es el sistema jurídico de un estado cuando estudiaba derecho civil y supe que nuestro ordenamiento protegía los intereses del concebido y no nacido para el caso de las donaciones y las sucesiones mortis causa pero que a la vez permitía la eliminación de este mismo concebido en ciertos supuestos. Derecho a la herencia si pero no a la vida. Curiosa paradoja.
He recordado este absurdo jurídico al ver en la televisión a todas esas presentadoras y presentadores progres poner ojitos de cordero degollado al hablar del las personas con síndrome de Down a cuenta de la celebración de su día mundial. “Solo son personas con un cromosoma distinto” aseguran con un sentimentalismo impostado. El Periódico o El País lo ilustran con historias de superación dándonos lecciones de moralidad y solidaridad, porque ellos sí que son buenos y muy sensibles. Curiosamente los mismos medios y los mismos ámbitos políticos que defienden el eufemísticamente llamado “derecho al aborto” es decir, la eliminación del concebido solo por tener precisamente eso, síndrome de Down. Esta postura de eliminación del concebido por tener algún tipo de minusvalía o síndrome es natural entre la izquierda donde el objetivo final de sus propuestas es el desmantelamiento de la institución familiar, último reducto donde el individuo puede escapar a su control. Ya saben, el grupo por encima del individuo. Pero es que también los supuestamente liberales miran hacia otro lado por falta de convencimiento o como decía Thatcher, de ideas, o simplemente por hacérselo perdonar ante la maquinaria totalitaria de la progresía. El caso es que todos los días se produce el genocidio silencioso del diferente a la vez que medios y elites políticas recurren al sentimentalismo social para ocultar su profunda hipocresía. Según estudios internacionales recientes, un 30% de los concebidos con síndrome de Down son abortados voluntariamente y es una tendencia que va en aumento ¿Qué es un derecho inalienable si no tienes derecho a existir? gritaba un predicador negro en sur norteamericano de los años 50.
Las organizaciones de defensa de las personas con síndrome de Down deberían dedicar sus esfuerzos no solo a la total integración de estas personas en el mundo laboral y social, debían empezar por reclamar el derecho a ser consideradas como seres no eliminables, seres con derecho a nacer.
Una sociedad que castiga penalmente el negacionismo del holocausto a la vez que permite las prácticas eugenésicas es una sociedad esquizofrénica y esencialmente hipócrita.