Fue en el Sábado Legionario donde ante los pies del Cristo de la Buena Muerte le recordé la gesta de los Primeros Jefes de la Legión mientras le decía: “Si ves ondear la Bandera de España/ ahí viene un Soldado ahí viene un Guerrero, son la gloria de España”. A mi nieto le cuento que cien años se van a cumplir de la gesta del Teniente Coronel Valenzuela: “¿Abuelo, quién era Valenzuela?”...
La historia decía así :
“Caballeros Legionarios, mañana salvaremos a nuestros compañeros de Tizzi-Azza. Mañana entrará el convoy o moriremos todos. Mañana ejecutaremos esta hazaña porque nuestra raza no ha muerto aún.”
Con estas profundas palabras, el teniente coronel Rafael de Valenzuela y Urzaiz anticipaba el peor de los presagios mientras sus hombres de la I, II y IV Banderas del Tercio escuchaban con atención y respeto lo que sería la última arenga de su superior.
Una batalla entre la vida y la muerte, en el barranco de Iguermisén, Valenzuela Caballero Santiaguista un “hombre alto y fuerte, de recia fisonomía, formado en la heroica oficialidad africana y con el corazón prendado en el Rif."
Había sido nombrado jefe de la Legión en sustitución de su fundador, el teniente coronel Millán-Astray, en noviembre de 1922, y con escasos siete meses en el cargo, era un hombre fiel y tremendamente respetado por los que, bajo su mando, le acompañaban por las áridas tierras del continente africano.
Con su heroica muerte a la temprana edad de 42 años, se convertía en el único Jefe de La Legión muerto al frente de sus legionarios.
A comienzos de junio el Teniente Coronel Valenzuela se encontraba en Madrid para recoger la primera Enseña Nacional que recibe La Legión, de manos de su costurera nada menos que la Reina Victoria Eugenia, la Bandera de La Legión que estará teñida con la sangre de sus legionarios, ya tenía la sangre derramada de su majestad la reina al pincharse con la aguja durante el bordado con sus doncellas.
La grave situación que, desde el 28 de mayo, alcanzaba la posición asediada de Tizzi-Azza donde unos dos mil harqueños asediaban y amenazaban la vida de las tropas desplegadas por España con un continuo e intenso hostigamiento.
Iniciados los preparativos, el plan principal consistía en proteger los convoyes de aprovisionamiento, acción que se había convertido en una auténtica pesadilla, en una batalla entre la vida y la muerte a la hora de socorrer a los compatriotas que se encontraban cercados.
En la zona oriental del Protectorado de Marruecos comprendido entre Tifaruin y Tizzi Azza, están destacadas fuerzas del Tercio de Extranjeros, en esta posición dependen algunos denominados puestos avanzados
El Teniente Coronel Valenzuela regresa urgente de Madrid y se pone al frente de sus legionarios, en unos de los barrancos entre Buhafira y Tizzi Azza se encuentran la I, II y IV Banderas.
La columna del General Agustín Gómez Morato: se ordena a los Regulares de Melilla carguen para ocupar posiciones rifeñas, lo hacen en dos ocasiones sufriendo pérdidas y sin alcanzar el objetivo, a lo que el general Gómez Morato envía a las dos Banderas Legionarias que le acompañan, durante el asalto el Jefe del Tercio, el Teniente Coronel Valenzuela cae de un disparo en la cabeza y le sustituye en el mando el Comandante Canella.
Nuestra raza no ha muerto aún:
Dando ánimos a sus hombres y en primera línea de combate, Valenzuela lideró el asalto a la bayoneta.
En la mano izquierda, su gorrillo legionario, y en la derecha, su pistola, mientras avanzaba al ensordecedor grito de “¡A mí los valientes! ¡Viva la Legión!”.
Lo importante era demostrar qué pueblo era el más valiente ante aquella dura y arriesgada prueba de fuego.
La Legión ese día sufre 200 bajas, su Jefe, un Capitán, Un Teniente, dos Alféreces y 53 miembros de tropa muertos, así como once oficiales y 129 de tropa heridos, sumado a las bajas de los Regulares, se habla de una operación de alto coste en vidas, finalmente los Legionarios llegan hasta la cima, donde huyen los rifeños y finalmente el convoy llega a su destino.
Un año antes en Tazarut, fallecía de manera heroica el Jefe de los Regulares, don Santiago González Tablas con la ayuda de los Legionarios, un año después en Tizzi Azza fallecía de igual manera el Jefe del Tercio don Rafael Valenzuela y Urzaiz con la ayuda de los Regulares.
Morir en vida: se dice que Valenzuela “llegó muerto” de Madrid tuvo discusiones de palacio con aquel desgobierno que no permitió que la Bandera de La Legión, ganada y teñida con la sangre de los Legionarios fuera entregada con todos los honores en el Paseo del Retiro de la capital de España
El Espíritu de Compañerismo: con el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos.
Finalmente el día siete de junio fue encontrado el cadáver de Valenzuela en el barranco de Iguermisen, a quinientos metros a retaguardia del barranco de La muerte, rodeado de los restos de cinco sargentos de la 2ª compañía de la I Bandera y ocho Legionarios .
¡Querida madre, me han conferido el mando del Tercio! Así recibió la noticia doña Joaquina Urzaiz Cavero madre de Rafael Valenzuela Urzaiz a lo que su madre le contestó: “Hijo mío deberás prevalecer tu honor sobre tu vida, el defender hasta el último aliento a tus legionarios con sus oficiales y el cumplimiento del Credo Legionario”.
El funeral por su alma se celebró con honores siendo recibido por toda una multitud de autoridades civiles y militares así como toda la población zaragozana que acompañó a los legionarios que escoltaron el féretro junto al armón de artillería estaba todavía convaleciente de una herida su Capitán Joaquín Ortiz de Zárate quien recordó la gesta hasta el último aliento del Jefe del Tercio.
Doña Joaquina agradeció que su hijo fuera enterrado bajo la Basílica del Pilar dejando una nota que decía “ a su heroico hijo, su madre “
Dando ánimos a sus hombres y en primera línea de combate, Valenzuela lideró el asalto a la bayoneta. En la mano izquierda, su gorrillo legionario, y en la derecha, su pistola, mientras avanzaba al ensordecedor grito de “¡A mí los valientes! ¡Viva la Legión!”.
Abuelo, no sé quien era el Teniente Coronel Valenzuela, pero que historia más bonita
A mi nieto Jesús, cuenta lo que fueron si alguna vez yo falto:
Lo importante era demostrar qué pueblo era el más valiente ante aquella dura y arriesgada prueba de fuego.
¿Te acuerdas de la Bandera que no se entregó?
Cuatro años después la recibió La Legión con el honor y respeto que se merece y teñida con la sangre de sus legionarios.