Las operaciones de esta campaña en modo alguno deben quedar a dormir en un legajo. Por el contrario, es importante que las nuevas generaciones conozcan unos recuerdos de jornadas difíciles en aquellas tierras africanas de Ifni y Sáhara, de unos soldados que supieron hacer frente con valentía a un enemigo difícil, escurridizo y que casi siempre suele atacar por la espalda.
De nuestro ejército su ejemplar labor suele ser ignorada y poco reconocida, pero afortunadamente siempre hay algún político que sabe reconocer la labor silenciosa y callada, como así expresaban: “el ejército no es una selección de fortuna ni de privilegios, es selección de méritos. Es la única aristocracia aceptable, aquella que se funde en el deber y se manifiesta en el sacrificio”, Niceto Alcalá Zamora.
300 rebeldes contra un puñado de valientes
Todos los militares son reacios a parrar sus hechos de armas, incluso aunque sean acciones heroicas se limitan todo lo más a decir: “cumplimos con nuestro deber”. Mi buen amigo, el hoy coronel Arturo González Martín (en aquella campaña teniente de Tiradores de Ifni), al mando de la 1ª Sección de la 13ª Compañía del II Tavor, se hallaba destinado en Tenín de Amel-lu, un puesto aislado a bastantes kilómetros de la capital de Sidi Ifni.
El coronel Arturo González Martín me envió un texto con parte de sus vivencias en aquellos días de guerra y así dice: “te ruego que, aunque todo lo escrito son vivencias personales, no quiero ser protagonista de estos sucesos, y que se me considere uno más de ese grupo de soldados españoles que en unas fechas difíciles cumplieron con su deber, muy duro y sacrificado". Con ello queda bastante claro que el coronel Arturo González Martin no quiere ser protagonista de unos brillantes hechos de armas y que sí lo fueron todos los soldados.
En los primeros ataques al puesto de Tenín de Amel-lu se pudo comprobar que los atacantes eran alrededor de unos trescientos rebeldes, pero había un agravante y es que el puesto de Tenín era una construcción militar carente de una fabricación para resistir cualquier ataque enemigo. La más eficaz defensa iba a ser los sacos terreros, las alambradas y sobre todo, el heroísmo de sus defensores.
Pero abastecer este puesto, como el resto del territorio, era una misión suicida. El enemigo atacaba por sorpresa en táctica de guerrillas, y para que un convoy llevase el avituallamiento a cualquier puesto tenía que llevar como mínimo una compañía, y ello conllevaba destacar muchas fuerzas para un resultado de muchas bajas. En el peor de los casos no podían llegar a su destino los convoyes de socorro, por cuyo motivo la única solución era el abastecimiento por parte de la aviación, verdadera protagonista y quienes fueron los que desde el aire, jugándose sus propias vidas, abastecían los puestos sitiados. Soy testigo de la valiosa cooperación del Ejército del Aire, cuyas tripulaciones volando algunas veces a pocos metros del suelo abastecían a los puestos sitiados, y gracias a los cazabombarderos que ametrallando y bombardeando al enemigo hicieron posible salvar a nuestros soldados. Aquellos combatientes, la mayor parte soldados de reemplazo en aquel escenario de guerra, todos actuaban bajo el mismo lema: ¡Servir a la Patria! Aunque esto resulta difícil y es duro de cumplir un juramento que exige incluso dar la propia vida, pero estos eran nada menos que soldados españoles.
Una resistencia numantina de 15 días de asedio
La resistencia de estos defensores de Tenín se inicia el 23 de noviembre de 1957 y la liberación por fuerzas paracaidistas fue el 8 de diciembre del mismo año.
Los radiogramas que se emitían desde Tenín al Estado Mayor de Ifni conmocionan al más frío, y el primer radio fue este: “desde 8.00 a 20.00 horas, día 23. A las 11 horas somos atacados por unos doscientos rebeldes, disparan con fusiles ametralladores. Creemos podemos rechazar el ataque”. El día 24 les llega este radiograma: “12.38 coronel Tiradores a teniente comandante de Tenín. Recibido vuestro radio no dudo vuestro gran espíritu y mantengáis incólume el honor de España. No os olvido, vuestro coronel”.
El hoy coronel Arturo González Martín, en aquellas fechas teniente de Tiradores, así recuerda este asedio: “el 26 de diciembre se organizó un golpe de mano con apoyo de fuego automático, con la finalidad de traernos al destacamento a las mujeres e hijos de soldados indígenas, que estaban en viviendas próximas al puesto. Esta acción se realizó al anochecer por sorpresa y casi sin recibir fuego enemigo, se cumplió la misión y logramos traer al destacamento a doce mujeres y veinte niños”.
El 25 de noviembre en Tenín se recibe este radiograma: “11.10. Estamos enterados de vuestra actuación heroica, os felicitamos y nos enorgullecemos como españoles por vuestras virtudes demostradas en estos momentos. Muy pronto veréis las tropas de refuerzo. Sois unos valientes. ¡Viva España!”.
El día 27 de noviembre la ayuda llegaba desde el aire por los valientes pilotos de los Junkers y el teniente jefe de policía de Tenín enviaba este radiograma: “12.30. Teniente jefe del puesto a la aviación. Gloria a la aviación española. Nuestro eterno agradecimiento a los héroes del aire”. Pero quizás lo que más emociona es leer la crónica de un periodista que cubría la información desde dicho territorio y que iba en la columna de los paracaidistas que liberaron a los defensores de Tenín y así dice: “es conveniente resaltar la gesta de un reducido grupo de españoles que desde el 23 de noviembre hasta la llegada de los paracaidistas, estos defensores de Tenín hicieron frente a cientos de rebeldes, sin que el enemigo consiguiera poner fin a este puñado de soldados de Tenín. El arrojo y la bravura demostrados en los combates, con su magnífico espíritu y su enorme heroísmo, hicieron fracasar a los asaltantes. Estos soldados son unos gigantes, contra los que nada pueden las embestidas furiosas llenas de gritos y estallidos de granadas de mano”, Ricardo Fernández de la Torre, Pueblo, 15 enero 1958.