Hay profesiones en las que se requiere una sensibilidad especial, un plus de humanidad, preparación y de compromiso social. Los profesionales de la salud están a la cabeza. Nadie lo dudaba, ni antes de la crisis del coronavirus y, mucho menos, ahora por el ejemplo de dignidad, valentía y profesionalidad.
Nunca había escrito ni leído que los médicos eran valientes, ni héroes. Sabíamos que estaban, que nos curaban y nos atendían, pero no los veíamos como gente capaz de dar sus vidas para defender las nuestras. Eran virtudes reservadas a otras profesiones, aunque la historia está llena de médicos y enfermeros mártires. Eso es así, pero los humanos no aprendemos de la historia, tenemos muy mala memoria y la falta de memoria nos lleva a situaciones límite e impropias de sociedades modernas.
Estábamos en crisis económica, en crisis de valores, de compromiso como ciudadanos de un país democrático. Estábamos en crisis y se recortó en todo, también en servicios esenciales como la salud pública. Esa a la que todos tenemos derechos, la que pagamos con nuestros impuestos. Así ocurrió y “de aquellos polvos vienen estos lodos”. Nadie lo pone en duda, pero nadie asume sus responsabilidades y, en ese nadie, estamos los ciudadanos incapaces de exigir y parar los recortes en servicios básicos. Hemos visto cómo los profesionales de la salud se manifestaban en Madrid por la política de recortes y de privatización en la Comunidad. Se mutilaban servicios esenciales y se priorizaba en otros servicios importantes, pero no tan esenciales como la salud. Cierto que nadie pensaba que podía aparecer una crisis sanitaria tan brutal, pero como dijo el escritor romano Vegecio: Si vis pacem, para bellum «Si quieres la paz, prepárate para la guerra». No nos preparamos para esta guerra, todo lo contrario, apostamos por otras prioridades y recortamos en investigación, profesionales de la salud y camas hospitalarias.
Los madrileños están sufriendo los golpes de este virus criminal de forma brutal y lo están haciendo con tres mil profesionales menos. Esos son los datos que manejan los sindicatos de profesionales de la salud. No me los he inventado y, por tanto, nos debería servir para recapacitar sobre nuestras prioridades, porque somos los ciudadanos los que debemos señalar y exigir cuáles son. No es el momento de buscar responsables, porque los primeros responsables somos los ciudadanos.
Todos los días salimos para aplaudir a nuestros héroes de bata blanca. Héroes que salieron a la calle para reivindicar una sanidad pública y de calidad. Héroes a los que no fuimos capaces de apoyar lo suficiente. Que nadie lo olvide, porque como decía, debemos aprender de nuestros errores. Que nadie lo olvide. Que nadie olvide a nuestros héroes de bata blanca.