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La Guerra de Sidi Ifni / Sáhara 1957-1958. Incendio en el Polvorín de la 1ª Compañía
Hay casos que, tal y como escribió un célebre intelectual “...La razón no comprende...”, y en este caso, el entonces Cabo de Infantería Manuel Garnéz Garnéz, en las trincheras de Ifni, en un gesto de heroísmo, evitó que muchos soldados perdieran la vida. Y, es que, se incendió el polvorín de la Compañía donde se almacenaban cartuchos de fusil, granadas de mano y mortero.
En aquella Campaña de Ifni, muchos soldados tuvieron que abandonar su trabajo, también a sus familias, para cumplir su deber con la Patria. Desgraciadamente, algunos no regresarían jamás.
Del alto Palancia a las trincheras de Ifni
Tras el ataque el 23 de noviembre de 1957 a los territorios de Ifni/Sáhara por las Bandas Rebeldes del Ejército de Liberación marroquí, al verse desbordadas las escasas guarniciones, el Estado Mayor Central del Ejército ordenó con urgencia el envío de Batallones Expedicionarios, Grupos de caballería, Intendencia, Sanidad, Artillería y Automóviles de las distintas Regiones Militares de la Península.
Los primeros en llegar fueron los Batallones “Soria 9”, “Cádiz 41”, “Pavia 19”, Compañías de Infantería “Belchite 57”, “Wad Rass 55”, “Fuerteventura LIII”, Banderas Paracaidistas del Ejército de Tierra y del Ejército del Aire, así como una Sección de Morteros: “Ultonia”.
El comportamiento de todas estas unidades no solo fue ejemplar, sino también heróico y, más aún con el mérito de que eran soldados de reemplazo, apenas instruidos para lo que se iban a enfrentar: una guerra ante un enemigo difícil, escurridizo y conocedor del terreno en el que combatían al 100%. A pesar de la inexperiencia de los soldados, un Mando de una Unidad de la Legión manifestó, al ver cómo se comportaban los soldados “… Me siento orgulloso de estos Soldados que nada tienen que envidiar a Unidades de la Legión o Paracaidistas…”.
Transcurridos siete meses, el ministerio del Ejército ordenaba el envío de varios Batallones Expedicionarios de Infantería para relevar a otros batallones que tan heroicamente se habían batido en los primeros ataques. Del alto Palancia (Castellón) partió el Batallón “Tetuan 14”, desde Valencia el “Guadalajara 20”, de Alicante el “San Fernando II”, y de Cáceres el “Argel 27”. De estos batallones el “Tetuan 14” y el “Argel 27” se quedaban en Ifni, mientras que el “Guadalajara 20” y el “San Fernando II” lo hacían en Villa Bens –hoy Tarfaya-.
En el Acuartelamiento del “Tetuan 14” desde mayo de 1958, se palpaba un clima de preparación de guerra, ejercicios de guerra de guerrillas, teóricas sobre manejos de granadas de mano, y por la noche, en el cine del Acuartelamiento, la proyección de la película ‘El puente sobre el río Kuai’. Posteriormente, se procedía a la entrega de munición al completo y de máscaras antigás.
Resulta lamentable el desconocimiento de nuestro pasado por parte de la juventud actual, que parece obra de un meticuloso y planificado trabajo de hacer ver que aquí no pasó nada; cuando lo cierto es que hubo 184 muertos, 500 heridos y 54 desaparecidos en las arenas de Ifni/Sáhara. Es grave que se quiera ocultar o contar medias verdades, en alguna ocasión con resentimiento pues, se quiera o no, por encima de todo está la verdad, y, es que, tal y como aclaró Agamenón “La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero...”.
Manuel Garnez Garnez, Cabo del Batallón “Tetúan 14” de la 1ª Compañía de Fusiles, era uno de los 800 soldados de dicho batallón, que en junio de 1958 embarcaba desde el puerto de Valencia a Sidi Ifni. Tras varios días navegando, una vez en tierra, fueron destinados a relevar a la VI Bandera de la Legión a las trincheras en la Cota “254 Huerta Madame”, mientras que otras posiciones eran cubiertas por los llamados “Tetuaníes”, como cariñosamente llamaban a estos soldados castellonenses.
Corrían las navidades de 1958 y las fiestas de las que disfrutaban, tras haber recibido el aguinaldo que las autoridades castellonenses les habían hecho llegar, se iban a convertir en unas horas de miedo e incertidumbre: en el Polvorín de la 1ª Compañía donde se albergaban cartuchos de fusilería, granadas de mortero y de mano, se declaraba un incendio. Fue entonces cuando el Cabo Manuel Garnez Garnez, en un acto de heroicidad, se subió al techo del polvorín y, como buenamente pudo, empezó a lanzar agua a las llamas para sofocarlas y, con arrojo y jugándose la vida, empezó a sacar las cajas de munición. Fue entonces cuando el techo se vino abajo, cayendo en su interior el Cabo y un Soldado. Si bien este último sufrió una fractura de un pie, lo cierto es que el gesto del Cabo permitió extinguir el incendio, evitando así una tragedia mayor.
Un compañero destinado en el Estado Mayor del Gobierno de Ifni, le dijo que había leído una propuesta para la concesión de la Cruz Roja al Mérito militar; propuesta que debió quedarse en los cajones de algún despacho pues, 57 años después, el Cabo Manuel Garnéz Garnéz no puede lucir sobre su pecho lo que, con todo merecimiento le corresponde: la Cruz Roja al Mérito Militar. En su defecto, le fue concedido un -insuficiente- mes de permiso.
Quien mejor definió el comportamiento de estos soldados de reemplazo fue el ilustre Historiador Miguel del Rey: “...El recuerdo a lo que hicieron estos soldados de reemplazo no debe olvidarse, aunque así lo hayan hecho los ingratos Gobiernos españoles y la falta de memoria de sus compatriotas...”.