Helios F. Garcés presenta este viernes en la Biblioteca Adolfo Suárez de Ceuta (17.30 horas) su ensayo ‘Religión vs. Revolución. Malcolm X, musulmán de la liberación’ . El autor ha escrito en medios de comunicación y revistas. Asimismo, ha sido militante y organizador de proyectos contra el racismo y ha publicado diversos libros.
¿Qué le lleva a escribir sobre este personaje político?
Hay muchas razones. Primero, porque fue un símbolo importante en mi vida, sobre todo en mi juventud, tanto política como espiritualmente. Es cierto también que Malcolm X, a pesar de haberse convertido en un símbolo internacional, lo es también para la izquierda revolucionaria y para el mundo musulmán en general. Es una figura muy desconocida y lo poco que se sabe de él, se mal sabe. Es una figura política muy desconocida y, al mismo tiempo, una fascinante; una de las más importantes del siglo XX.
Ha hablado de autobiografías sobre Malcolm X. El libro que ha escrito es un ensayo
Sí, realmente no es una biografía. Evidentemente tengo que abordar determinadas dimensiones sobre su vida. Es más bien un ensayo en el que Malcolm X es la personificación de lo que estoy tratando de transmitir a través de ese libro que no es más que un ensayo que disputa ese debate a menudo caricaturizado entre religiosidad y política. Lo hago a través de él porque él es una figura en la que esas dos dimensiones se dan de una manera muy particular.
"En gran medida la juventud racializada de este lado del mundo está huérfana de referentes”
Política y espiritualidad. ¿Cómo pueden ir juntas de la mano? ¿Cómo influyen la una en la otra?
Es importante tener en cuenta que, en el mundo musulmán y en el llamado ‘sur global’, por ejemplo, esa escisión entre política y espiritualidad no ha existido nunca. Son dos dimensiones que siempre han ido de la mano. Y esta conciencia, esta idea de que son dos ámbitos diferentes separados e incluso enfrentados algunas veces está íntimamente relacionado con un periodo de nuestra historia, que es el de la modernidad temprana, en los inicios del capitalismo moderno, del colonialismo y del imperialismo.
Tiene que ver también con momentos como la ilustración en Europa y con momentos políticos culturales en los cuales el continente comienza a poner en marcha una extinción entre estas dos dimensiones. Lo cierto es que nunca ha sido así. Por mucho que se haya querido a un nivel más intelectual, académico, e incluso político, en el fondo, lo político y lo religioso siempre han estado en diálogo, ya sea cruzándose o enfrentándose. Creo que puede hacernos mucho bien darnos cuenta de que no están tan separadas.
Este ensayo se dirige, fundamentalmente, a jóvenes no blancos ¿Por qué pensó en ellos al escribirlo?
Creo que, en gran medida, la juventud no blanca de este lado del mundo está huérfana de referentes. Los hay recientes, pero hay toda una genealogía anterior que merece ser revisitada y puesta en valor. Malcolm X es una de esas figuras. Esa orfandad, que es política, debe ser revertida si queremos que nuestras comunidades recuperen parte de su dignidad. Miro especialmente a la juventud no blanca, pero el libro está pensado para todo el mundo. Pongo énfasis ahí porque creo que es ahí donde más se necesita. Lo que venimos haciendo es reorganizar ideas, movimientos y luchas que ya existen desde hace mucho tiempo.
"Lo que ocurre es que, en muchas ocasiones, la historia de nuestros pueblos es ocultada y negada”
Malcom X es una persona vinculada con los derechos humanos de las personas, con la lucha contra el racismo. ¿Qué puede aportar su mensaje ahora a la actualidad?
Creo que el legado de Malcom y su crítica a la supremacía blanca sigue estando vigente. El Malcom de los años 50-60, su mensaje, sigue siendo importante. No se trata de aplicar el mensaje sin más, sino de incorporarlo respetando el contexto geográfico, cultural e histórico. Al hacerlo, nos damos cuenta que la mayoría de los problemas ante los que él reaccionó siguen existiendo.
Las poblaciones no blancas en el Estado español siguen enfrentando problemas de racismo en todos los niveles. Soportan formas de explotación, de opresión, discriminación y desposesión que los colocan en la base de la pirámide de la estratificación social. La crítica que hizo se centra en la recuperación de la dignidad de los pueblos sometidos.
Eso es muy importante porque a menudo la comprensión del racismo está muy mediada por ideas de integración e interculturalidad que pueden ser tamizadas a través de un prisma crítico, pero que, en algunas ocasiones, llevan dentro de sí trampas.
Antes mencionó que existe una orfandad. ¿Es una asignatura pendiente?
En muchas ocasiones estamos huérfanos porque no sabemos mirar nuestras propias genealogías. Todos nuestros pueblos y comunidades han puesto en marcha estrategias de lucha desde el minuto uno. Padres, nuestras abuelas y ancestros se enfrentaron al orden que les tocó vivir.
Lo que ocurre es que en muchas ocasiones esa historia es ocultada y negada; es puesta en una esquina. Nuestro trabajo es recuperarla y todo pueblo puede rescatar memorias importantes que sirvan a nuestras propias comunidades y al conjunto de las sociedades para imaginar de una manera más revolucionaria un horizonte en el que no existan los problemas que enfrentamos. Construir esa genealogía está en marcha, pero en territorios como el nuestro todavía está frágil.
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