Estos días, la prensa se hace eco del problema fronterizo entre España y Marruecos, bien es cierto, que esto es un tema que sobrellevamos desde hace ya muchos años, vamos desde el 57, pero ese es un juego dialéctico que a los que somos de aquí ya no nos sorprende nada, pues para ceutíes y melillenses este es el pan nuestro de cada día y ya los asumimos como una parte mas del decorado en las siempre complicadas relaciones diplomáticas hispano-marroquíes. Ahora bien, llega un momento en el que se hace necesario poner las cosas en su sitio y empezar a pasar factura por una actitud además de caduca, cada vez mas ofensiva e insultante para con nuestro país y nuestras ciudades. Ellos saben que tiene mucho mas que perder que ganar, pues hoy por hoy Marruecos es incapaz de asumir por si solo ni la mitad del beneficio que nuestras ciudades les aporta a muchos de los marroquíes que viven en el hinterland de ambas ciudades, es posible que al gobierno marroqui le de igual lo que les pase a esos ciudadanos, quizá como consecuencia de cierta persistencia de una mentalidad “feudal” de su clase dirigente, para la que prevalece mas la idea imperial del Gran Marruecos, que la de avanzar socialmente hacia un modelo de estado que les permita ofrecer a los marroquíes cierto grado de bienestar.
Por el contrario a esa incapacidad por lo general le sucede un exceso de actitud nacionalista focalizada toda ella contra España y por supuesto contra las ciudades de Ceuta y Melilla, cierto es que se lo ponemos fácil dada la permanente imagen de debilidad mostrada por los sucesivos gobiernos españoles, quienes desde lo de Ifni han mostrado una continua política de entreguismo y claudicación ante nuestro vecino cherifiano, Tarfaya primero, Sahara después e incluso el conflicto del Perejil en donde a pesar de tanto fuego y artificio, la realidad es que el resultado fue que de la soberanía que desde hace siglos España ostentaba sobre el islote, se pasó a un status quo diplomático caracterizado por el “ni para ti, ni para mi” todo un “éxito” de nuestra diplomacia. Y ahora no iba a ser menos, crisis económica, aislamiento político, desestructuración territorial, etc, han avivado el olfato marroquí como el de una hiena apostada a sacar partido de una presa malherida.
Es mas que evidente que la gestión marroquí del ministro Moratinos es insuficiente y sobre todo estéril en todos los sentidos, por lo que se demuestra que no es la persona adecuada para representarnos en el exterior, máxime cuando en el afán de nuestro gobierno por mostrar cierta dosis de contundencia, prescinde de su jefe diplomático y opta por la imagen dura y hasta ahora mas estable de esta segunda etapa socialista en el poder, el Sr. Pérez Rubalcaba Ministro del Interior, quien al parecer es menos dado a las componendas que el que ocupa el Palacio de Santa Cruz, estando por ello destinado a mayores éxitos en el trato con el Mahzen.
Desde luego que los que aquí vivimos bien sabemos que tipo de lenguaje entienden nuestro pretendidos “amigos del sur” tan acostumbrados a despreciar las buenas palabras y a tomarlas por lo general como signos de entreguismo y debilidad, con lo que mejor les luciría el pelo a nuestras autoridades nacionales si con mas asiduidad se dieran una vuelta por estas tierras y le tomaran el pulso real a los acontecimientos.
De entrada cualquiera que lea este articulo, puede pensar que ando ciertamente ofuscado, y quizás pueda haber algo de eso, aunque lo único que pretendo es expresarme en ese lenguaje contundente y directo que solo entienden algunos, en el afán de que hablando alto y claro de una vez por todas, nuestros vecinos se empiecen ya a enterar de que aquí estamos hasta el ultimo pelo de sus bravuconadas, pues no ofende el que quiere sino el que puede, y un país envuelto en la mísera desde luego que no debe de poder, pero es que además no se le ha de permitir que siga mordiendo a su antojo la mano de aquel que desde hace muchos años ya le viene dando de comer.