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“Hay que darle una oportunidad a la música clásica porque vale la pena”

La historia de Carlos Romero con nuestra ciudad es muy similar a la de otras muchas personas que llegaron a Ceuta pensando que iban a estar una temporada y que luego se han encontrado que han echado raíces.

En este caso concreto no se tuvo que mover muchos kilómetros puesto que ejercía su profesión al otro lado del Estrecho, concretamente en el término municipal de Tarifa donde ejercía como veterinario clínico rural.
Fue destinado a Ceuta en el año 1985 y llegó para ejercer como inspector veterinario aunque en unas circunstancias poco parecidas a las de su ciudad natal por la escasa relación de Ceuta con la ganadería aunque sí con otros aspectos relativos a su profesión.
Su afición por la música clásica le hizo aceptar el reto de ser el presidente de la Sociedad Cultural de Amigos de la Música, una de las organizaciones más antiguas al gestarse su creación en el año 1949 aunque sus primeros estatutos datan del 28 de diciembre de 1950.
Desde la modestia, intenta aportar su grano de arena para que la música, en particular la clásica, no pierda terreno en la oferta cultural, aunque la crisis ha golpeado duramente reduciendo la relación de conciertos anuales. En esta entrevista reivindica este arte y pide que sea valorado en su justa medida.

–¿Eres de los que llegaron a Ceuta para unos años?
–Efectivamente, yo ejercía como veterinario clínico rural en Tarifa desde el año 1978 y me destinaron aquí aunque yo no quería ya que mi pretensión era ir a un pueblo con importante riqueza en ganadería. Sin embargo, me destinaron a Ceuta para dos años y llevo aquí desde 1985.
–¿Qué labor ejerces desde entonces?
–Aquí la relativa al control oficial tanto en la frontera como en los mercados, los mataderos o cualquier tipo de establecimiento de alimentación, es decir, las funciones propias.
–¿Representó mucho cambio trabajar en Tarifa a tenerlo que hacerlo aquí?
–La verdad es que sí porque aquí llegué en una época donde la normativa técnico-sanitaria empezó a alcanzar su máximo desarrollo y había que tratar que los operadores económicos que se dedicaban a la alimentación se adaptasen a las nuevas normas.
–¿Fueron complicados estos cambios?
–Sí, había mucho trabajo y nos centramos en el control de establecimientos en todos sus aspectos, tanto de condiciones higiénico-sanitarias como de manipuladores y todo lo demás. Al mismo tiempo, trabajaba en una clínica de animales pequeños para la atención médico-veterinaria de los mismos.
–¿Cómo fue esta experiencia en la clínica?
–Era un servicio tipo ángeles nocturno de veterinaria que duró sólo unos años al ser declarada una incompatibilidad. Estaba en esta clínica con otro compañero que llevaba el control del parque de San Amaro y la verdad es que me dio pena dejar esta labor.
–Y de la Dirección Provincial de Sanidad y Consumo a la Ciudad, ¿no es así?
–Sí, en el año 1999 me transfirieron a la Ciudad Autónoma, dependiente de la Consejería de Sanidad, donde desarrollaba la misma labor pero sin el control en la frontera al corresponder este último al Estado.
–¿Cuándo entras en contacto con la Sociedad de Amigos de la Música?
–Me hice socio porque me gustaba la música clásica y conocí esta sociedad a través de los medios de comunicación así como de un amigo que es agente de aduanas que trabajaba en la frontera y que participaba como tenor en la Coral de Ceuta.
–¿Y cómo acabas de presidente de la misma?
–En una reunión el entonces presidente Antonio del Camino dijo que la situación era muy difícil, que apenas había ingresos y que se iba a disolver la sociedad si no se producía un cambio generacional. Se dirigió a mí para tomar las riendas en la creencia de que las nuevas ideas pudieran dinamizar la asociación.
–¿Por qué aceptas el reto en una situación tan delicada para la sociedad?
–Lo acepté con la condición de que Antonio del Camino estuviera un tiempo conmigo porque yo no tenía ni idea de la gestión y, por ello, me nombró secretario de la sociedad hasta que en el mes de marzo de 1999 me nombraron presidente.
–¿Cómo te las ingenias para reflotar la situación?
–En aquel entonces sólo estaban las cuotas y una subvención del Instituto Nacional de Artes Escénicas y la Música pero este organismo dijo que no entrábamos en el perfíl del instituto en una época donde se hizo las transferencias a las ciudades. Por ello, hablamos con el consejero Juan Jesús Barroso y nos empezó a ayudar para establecer un convenio con la ciudad que no se formalizó hasta que Adelaida Álvarez se hizo cargo de este área.
–¿Fue vital este acuerdo de colaboración con la institución autonómica?
–Sí, supuso desde el 2002 un espaldarazo muy importante al tener la liquidez suficiente para desarrollar los programas musicales. En el acuerdo se establece un programa obligatorio así como otros conciertos didácticos.
–¿Cómo definirías la esencia de la sociedad?
–Su principal artículo lo dice en el sentido de que tiene por objeto cultivar el arte musical en todos sus aspectos y propagar y fomentar la afición a tan excelso arte sin perjuicio de dar apoyo y protección a cualquier manifestación de carácter cultural que se produzca en nuestra ciudad. Por ello, el principal objetivo es fomentar la música clásica o culta, que se denomina así porque se necesitan muchos años de aprendizaje para interpretar este tipo de música.
–¿Ha evolucionado el número de socios?
–Actualmente somos 94 personas, lo que supone una cifra muy baja si tenemos en cuenta que en Alcoy, con 65.000 habitantes, hay unos 700 socios. No sé los motivos de esta baja participación pero quizás no valoren este tipo de actividades o crean que no es necesario intervenir o ser socio para fomentar algo tan importante como la música, por lo que el único requisito es querer ser socio.
–¿Qué programa de conciertos se define anualmente?
–Hemos institucionalizado el concierto de Año Nuevo a principios de enero así como otros como el concierto de Semana Santa o el de Santa Cecilia en el mes de noviembre, además de uno de jóvenes promesas que ya lleva once ediciones.
–¿Es cierto que se ha reducido mucho el número de eventos?
–Sí antes se hacían entre catorce y dieciséis al año y ahora cuatro o cinco debido a los recortes, aunque el año pasado organizamos diez.
–¿Colaboráis con otras entidades?
–Sí, ahora estamos colaborando con la orquesta Ciudad de Ceuta con el concierto a la Virgen de África y el de Navidad, así como con la Fundación Premio Convivencia y el Instituto Cervantes, por lo que en los dos últimos años hemos hecho conciertos en Tetuán. Nosotros gestionamos, contratamos y organizamos pero no tenemos una orquesta propia.
–¿En qué medida ha afectado la crisis?
–Mucho pero no sólo a nuestra sociedad sino a otras muchas asociaciones culturales locales porque el dinero se tiene que repartir y hemos sufrido un importante recorte aunque no nos podemos quejar porque siempre se nos ha tratado muy bien.
–¿Hay verdadera afición en Ceuta por este tipo de música?
–Sí y se nota cuando viene una gran orquesta donde la afluencia de público es mucho mayor que cuando actúan solistas. Los ceutíes saben apreciar cuando interviene una orquesta con un programa atractivo. Desde 1999 hemos organizado 166 conciertos y esperamos aumentar más esta cifra.
–¿En qué medida ha beneficiado el Auditorio del Revellín?
–Es el espacio que se necesitaba porque hasta entonces hemos tenido que organizar eventos en infinidad de locales, desde el salón de actos de Caja Madrid hasta el Palacio Autonómico o la Santa Catedral y el Siete Colinas, donde hicimos dos sesiones seguidas para 1.000 niños de un concierto didáctico.
–¿Lamentas no disponer de un local social propio?
–Nunca lo hemos tenido pero se dedican tantas horas que si se tuviera una sede no sé si podría seguir como presidente. No obstante, sí me gustaría disponer de un espacio para guardar la abundante documentación que se genera.
–¿Te queda mucha cuerda?
–Mientras tenga ilusión y ganas  seguiré en esta sociedad.
–¿Algo más?
–Sólo espero que se le dé una oportunidad a la música clásica porque es un arte musical muy bonito. Al público le agradezco su asistencia a los conciertos y a las autoridades su ayuda y apoyo porque de lo contrario no podríamos existir.

Llegó a Ceuta en el año 1985

FICHA. Carlos Romero Esteban (Tarifa, 1954) llegó a nuestra ciudad en el año 1985 como inspector veterinario y desde el 1990 ocupa el puesto de Jefe de Sección de Inspección Veterinaria y Seguridad Alimentaria.
Casado con Milagros y padre de dos hijos (Agustín y Luz Milagros), este andaluz es el mayor de una familia de dos hermanos cuyo padre es natural de Sevilla y su madre de Tarifa.
Desde el 12 de marzo de 1999 ocupa el cargo de presidente de la Sociedad Cultural de Amigos de la Música, después de sustituir a Antonio del Camino Moreno.
Como no podía ser de otra manera, la música -especialmente la clásica- ocupa el primer lugar en su lista de aficiones, seguido por la lectura -con predilección por las novelas- y el tiro deportivo, de hecho es federado por esta federación que en los últimos años ha ido perdiendo su relevancia por falta de infraestructuras.

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